Gestos y actitudes

Enrique Cocero - DA - Septiembre 2024

El debate Harris-Trump o Trump-Harris que ha tenido lugar en Filadelfia a cargo de la cadena ABC ha sido una sucesión de gestos y actitudes.

El problema de este planteamiento es que el contenido es el primer rehén, cuando no el primer sacrificado. Pero les voy a decir una cosa: si dábamos por segura la polarización, hoy los indecisos, especialmente los moderados que no sienten simpatía por Donald Trump, han podido ver algún argumento por el cual seguir adelante con esa antipatía por el 45º presidente de los EE. UU.

Es más, alguno puede haber caído en la cuenta de que Kamala Harris es un mal menor porque ha demostrado actitud y respuesta. Puede que no con mucho contenido, pero sí firmeza para enfrentar a su rival.

¿Quiere esto decir que ha ganado Harris? Lo que sí podemos afirmar es que Trump ha perdido.

Harris se ha tomado el debate en serio. Se ha preparado y lo ha superado hasta haciendo que parezca fácil, siendo la marca que su campaña necesitaba para llevar adelante a una candidata solvente después de que los demócratas caminaran sobre la debacle con la cuestión Biden.

Hasta hoy solo había hecho una entrevista, que había sido en una cadena “amiga” (CNN), y la precaución estaba en que la dirección de su campaña no quisiera salir mucho a la luz para reducir los riesgos de meter la pata. Hoy esos riesgos se han disipado (ojo, nunca te libras del riesgo, tampoco nos volvamos locos) y ha tenido momentos cumbre, como cuando le ha dicho a Trump que con Putin tiene una amistad con un dictador “que se te merendaría”; o cuando se ha descolgado de todo lastre al decir “no soy Joe Biden y, desde luego, no soy Donald Trump, por lo que ofrezco a este país una nueva generación”.

Sobre la estructura del debate, las cuestiones que más les importan a los americanos se han tratado antes de que muchos, especialmente en la costa este, se hayan ido a la cama, lo que implica que las cuestiones internacionales, como Gaza o Ucrania, se han dejado para la segunda mitad (puro alimento para la costa oeste, más receptiva a estos temas).

Ahora, si se han ido a la cama, se han perdido las cuestiones de raza, ObamaCare y a Donald Trump intentando sacar la cabeza del agua con el tema de las armas (“Demonios, las armas. Olvidé que tenía que hablar de aquello donde puedo colocar a Harris y a Walz porque… poseen armas” ha debido pensar en algún momento), pero ha sido otro tema que Harris también ha sabido resolver.

En cambio, Trump lo ha entendido no como un debate sobre la presidencia de los EE. UU., sino como un debate sobre Donald Trump. De aquello de hablar al americano medio, a “los olvidados” por Obama y Biden, ya quedan solo trazas y muy difuminadas.

Pero lo que ya no le funciona a Donald Trump es la aliteración, la repetición de conceptos clave y evocadores como “crear” o “plan”, probablemente porque no ha propuesto crear nada y no ha demostrado tener ningún plan. Ha acudido hasta el último momento a una triada que, sospecho, se va a propagar por el mundo como el aire: inmigración, crimen en las calles y terrorismo. Una “Venezuela hasta arriba de esteroides” ha sido su predicción si la cuestión de la inmigración no se ataca por la vía que él propone.

Harris ha pasado por los temas con cierta afección, buscando cercanía. Con notable emotividad, incluso, al hablar sobre el aborto, tema sobre el que Trump ha tenido, en mi opinión, un momento de consistencia al afirmar que la cuestión está en manos de la gente porque son los estados los que lo pueden regular, argumento que para un libertario funciona bastante bien.

La vicepresidenta ha proyectado comodidad: escuchando, mirando a su rival, a veces traicionada por la gesticulación y, hacia el final del debate, parecía algo apresurada viendo que lo tenía en el bolsillo. Eso sí, ha vuelto a la emotividad en la conclusión (lo de “minuto de oro” les juro que me cuesta mucho).

Así que mañana, probablemente, ya veremos cómo las encuestas ven incrementar lo que hoy es una débil ventaja de Harris, insisto, porque ha podido convencer a republicanos moderados e indecisos que ahora mismo miran hacia su voto recordando, apuesto que con cierto consuelo, aquella frase de Mario Cuomo, “hacemos campaña en verso y gobernamos en prosa”, esperando ver que su voto lleva a la Casa Blanca a una Kamala Harris de alguna forma menos emocional y más pragmática.

Nota 1: no dejen de ver la parte del debate en la que Trump ha afirmado que en Ohio se comen perros.

Nota 2: del atentado de Trump solo se acuerda Trump.

 


Escrito por Enrique Cocero, consultor político en gabinetes de gobierno y en campañas electorales en EE.UU. y España. Comenzó su carrera profesional trabajando en una consultora analizando datos y los datos le llevaron a la política.
Hoy los datos lo son todo y, como dice la frase de W Edward Deming, «In God we trust, all others must bring data».

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