Tras el fugaz triunfo del presidente Obama con el aval del Tribunal Supremo para la reforma sanitaria, la lucha electoral se ha vuelto más fuerte que nunca. Esta semana los dos candidatos han visitado estados clave para la elección de noviembre (Iowa y Colorado) y desde sus atriles se han lanzado ataques sobre uno de los temas más controvertidos en Estados Unidos que podrían definir la elección: la política fiscal de extensión de la reducción de impuestos.
El candidato demócrata, Barack Obama, ha admitido su deseo de aprobar la extensión de la reducción de impuestos para personas que ganan menos de 250.000 dólares anuales, al menos durante otro año. De esta forma seguiría prolongando la política fiscal iniciada por George W. Bush en 2001 (que el propio Obama siguió extendiendo dos años más antes de su expiración en diciembre de 2010) de la que el país todavía no se ha recuperado. Con esta declaración Obama se sitúa en el bando de la clase media, de la economía familiar en tiempos de crisis, y acusa a Romney de ser “el candidato de los ricos”.
Porque lejos de estar de acuerdo, los republicanos, a la cabeza el candidato Mitt Romney, se oponen por completo a esta política y piden la reducción de impuestos permanente para todos los ciudadanos, sin límite de renta. Romney considera que el principal problema de Estados Unidos actualmente es el desempleo (superó el 8% en los últimos datos publicados) y si los empresarios y clase alta no ven reducidos sus impuestos, dejarán de crear puestos de trabajo.
Ante esto Obama contestó a su contrincante que “es un error pensar que la prosperidad viene de arriba hacia abajo, y no al revés”. A lo que Romney respondió que cree que “nuestro Presidente no entiende cómo funciona la economía”.
Mientras el tira y afloja entre candidatos por el tema fiscal parece que va a durar unos días, los números comienzan a hablar por sí solos. En tema recaudatorio, Romney vuelve a sobrepasar al Presidente por segundo mes consecutivo. En el mes de junio los republicanos consiguieron 106 millones de dólares para su campaña, mientras que los demócratas se quedaron en 71 millones. 35 millones de diferencia que ya preocupan a Obama y así lo ha hecho saber a sus seguidores con una de sus cartas personales en la que confiesa que “podemos ganar una campaña en la que el otro gasta más, pero no mucho más”.
En lo referente a encuestas las hay para todos los gustos. Mientras el tracking de Gallup da esta semana empate a 46% y la encuesta de ABC/Post poll los empata a 47%, la publicada por USA Today y Gallup, ofrece una ligera ventaja a Obama de dos puntos (Romney 45%- Obama 47%) y la de Reuters/Ipsos un margen más amplio: 49% para Obama y 43% para Romney.
Diferencia de muchos millones de dólares, diferencias mínimas en las encuestas, opiniones contrarias en política fiscal… Obama comienza a ver cómo Romney se le acerca por todos los flancos y, con cuatro meses de margen, pide explícitamente el apoyo a los ciudadanos, sin los cuales en noviembre no podrá volver a ganar.