El pasado sábado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio un giro en lo que se anunciaba en los medios de comunicación de todo el mundo como “el ataque inminente” de Estados Unidos al régimen sirio de Al Assad, pidiendo la autorización del uso de la fuerza al Congreso de Estados Unidos.
Obama expresó su convencimiento de que es “necesaria la acción” del país contra el régimen sirio tras el empleo de gas sarín contra la sociedad civil que costó la vida a más de 1.300 personas hace dos semanas, entre ellos cientos de niños.
El Senado aprobó el martes un borrador de resolución en el que se respalda el uso de la fuerza en Siria autorizando un ataque durante 60 días y la prohibición de enviar tropas estadounidenses al terreno. Además deja la posibilidad de que el Congreso extienda otros 30 días más las operaciones militares en Siria en caso de estar de acuerdo con ellas.
Aunque el Congreso todavía tardará al menos una semana en tomar una decisión el Ejecutivo ha comenzado una campaña de información y concienciación en Capitol Hill con información clasificada y argumentos sólidos que justifican su ataque.
Según el propio presidente, convencido de que el Congreso apoyará su propuesta, es “un paso proporcionado para enviar un mensaje claro no sólo a Assad sino a cualquier país que esté interesado en probar si funcionan las reglas internacionales”.
Las opiniones ante esta cuestión no se han hecho esperar. El senador republicano John McCain considera que si el Congreso no respalda al presidente sería “catastrófico” ya que “socavaría la credibilidad de Estados Unidos como país y de su presidente”.
En la misma línea se ha manifestado John Boehner, el presidente del Congreso, que cree que el ataque es “algo que Estados Unidos tiene que hacer como país”. Él ha declarado que “personalmente” apoyará la posición del presidente y espera que “el resto de los congresistas lo hagan”.
John Kerry, secretario de Estado, ha confirmado en los últimos días que tiene pruebas de que en Siria se usó gas sarín contra la población civil y cree que esto es “un argumento fuerte que continúa creciendo cada día” y justifica la intervención de Estados Unidos y sus posibles aliados, entre los que se encuentran Francia y Reino Unido, aunque en los últimos días el Parlamento británico se ha posicionado en contra.
Sin embargo, los ciudadanos parecen no tener la misma postura ante el ataque en Siria. Según la última encuesta publicada por ABC News y The Washington Post, el 59% de los estadounidenses se oponen a un ataque del país en Siria y un 70% se muestra en contra de que el país facilite armamento al bando rebelde sirio.
En los próximos días se desvelará qué posición gana, aunque el ataque sea la posibilidad más respaldada hasta el momento.