Tú solo y nosotros contigo

La semana pasada recibimos la buena noticia de que Bernardo de Gálvez ha sido finalmente nombrado el séptimo Ciudadano Honorario de los Estados Unidos. A través de la H.S.RES.105 este malagueño universal recibe el reconocimiento fruto del trabajo, esfuerzo e ilusión de diplomáticos, políticos, académicos y otros muchos que se han enamorado del heroico personaje que tomó la ciudad de Pensacola al grito del “Yo solo”.

La figura de Gálvez no solo simboliza la ayuda prestada por España a Estados Unidos en su lucha por la independencia, sino también la propia independencia americana que con menos mérito se ha atribuido a los franceses, ¿o acaso no es la estatua de la libertad el símbolo de la independencia americana y también de la “fundamental” ayuda de Francia? Lo que desde la academia y las instituciones se conoce como el gran proyecto de recuperación del legado histórico-cultural común entre España y Estados Unidos, es en otras palabras enmendar los graves errores diplomáticos del pasado español o mejor dicho, el cambio de intereses en función del período histórico.

Gracias a la suma de fuerzas de la diplomacia pública española –en definitiva personas con nombre y apellido– y su trabajo se ha conseguido, por fin y al unísono, un objetivo común, un reconocimiento de Estado y de ciudadanía que trasciende la política. Será cierto que comenzamos a contar mejor el pasado para mirar hacia el futuro. Un acto en el que una parte de la sociedad civil ha parcialmente cooperado, pues seguimos fallando en lo importante: cuántos ciudadanos de a pie reconocen el nombre de Gálvez –ni siquiera sus paisanos de Macharaviaya saben quién es. Se trata de un personaje de nuestra historia común, una historia llena de hitos y conmemoraciones, a la que poco o casi nada acudimos.

El personaje de Gálvez ya había sido anteriormente homenajeado en distintas formas en Estados Unidos, ya fuese a través de ciudades como Galvestón en Texas o de su estatua en la calle 22 de la ciudad de Washington. Ahora su retrato, obra de otro malagueño, colgará de las paredes del Capitolio a la vista de visitantes, curiosos y aún mejor historiadores. ¡Qué bueno sería que cruzara la First Street y su historia entrara en la Librería del Congreso para también ser reescrita! ¡Qué bueno sería alzar un monumento tan representativo y común para ambas naciones que nos enorgulleciera para abanderarnos con él!

Desde nuestra institución felicitamos a los seguidores y partidarios del “Yo solo” en esta misión de la que nos congratulamos y sentimos parte. Por ello, estamos organizando junto con la Universidad de CUNY un Congreso Internacional sobre Vínculos Históricos entre España y Estados Unidos para el próximo mes de abril, y del que algunas instituciones como la Fundación Consejo España-Estados Unidos y el Instituto Cervantes, ya forman parte. Esperamos que otras muchas instituciones se unan pues si no, como mi querido paisano Gálvez, cometeremos el error de andar solos y caer en el olvido.

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