Even the olives are bleeding…

Mañana día 17 de marzo, como es costumbre, las comunidades irlandesas en Estados Unidos y también en España celebran la fiesta de su santo patrón, San Patricio. Los pubs irlandeses se llenarán de gentes que sonreirán al calor de las pintas de cerveza, tréboles y sombreros verdes al compás de canciones irlandesas. No queremos desde aquí dejar de recordar, en una fiesta que pretende la concordia y la celebración de influencias mutuas, los puntos en común entre las tres naciones, Norteamérica, Irlanda y España.

Hace apenas unas semanas, la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) conmemoraba con una marcha por el campo de batalla del Jarama el 80 aniversario de la misma. Se hizo una especial mención a los voluntarios irlandeses, unos ciento cincuenta, que participaron en la batalla bajo el mando de Frank Ryan en la Columna Connolly dentro de la decimoquinta brigada internacional de voluntarios, la misma en la que estaba el venerado grupo de voluntarios norteamericanos, el Batallón Abraham Lincoln. Compañeros de armas, de ideales y de penalidades en los campos de olivos del sur de Madrid, voluntarios de la libertad que pelearon codo a codo contra la amenaza del fascismo en “un valle de España llamado Jarama”. Entre el 6 y el 27 de febrero de 1937, el ejército del general Franco realizó un ataque contra las posiciones republicanas en las cercanías de Rivas Vaciamadrid, Arganda y Morata de Tajuña en su intento por cortar la carretera de Valencia que suministraba auxilio y apoyo y poder rodear la capital que llevaba asediada desde noviembre de 1936. La heroica defensa republicana y el sacrificio de las Brigadas Internacionales imposibilitaron tal empresa.

Desde el día de la sublevación militar contra la República española, el 17-18 de julio de 1936, los irlandeses se habían sentido llamados por el conflicto español a uno y otro lado. Tras la creación del comité de no intervención por parte de Gran Bretaña y Francia, serán muchos los irlandeses republicanos, comunistas e incluso fascistas que querrán viajar a España para luchar por sus ideas en uno y otro bando de la contienda. En agosto de 1936, el líder ultraderechista irlandés Eoin O´Duffy consigue reclutar una “Brigada Irlandesa” de 650 voluntarios “BlueShirts” (camisas azules) para luchar junto a Franco contra la República[i]. Al mismo tiempo, el Partido Comunista Irlandés (Comunist Party of Ireland) decide reclutar un grupo de voluntarios para luchar en el bando contrario. Algunos antiguos miembros del IRA (Ejército Republicano Irlandés), que habían creado en 1934 el Congreso Republicano, no tendrán en un principio problemas en colaborar con el Partido Comunista en la creación de este grupo de voluntarios antifascistas. Frank Ryan y Peader O´Donnell liderarán este grupo que pasará a la historia como “Compañía James Connolly[ii] en referencia al militante republicano irlandés que en 1916 dirigió el levantamiento del día de pascua contra el ejército británico.

En este grupo de combatientes es destacable la figura de Charles Donnelly[iii], poeta y periodista en horas bajas que, con veintidós años viaja a España para protagonizar con su vida una de esas historias que nos llenan de nostalgia, romanticismo y de un oxímoron de hermoso horror a partes iguales.

Llegado desde Irlanda el 7 de enero de 1937, acompañando a los militantes del partido radical “Republican Congress”, como otros muchos brigadistas recibió una instrucción básica en Albacete y después fue destinado a la decimoquinta Brigada Internacional, la conocida como “Brigada angloparlante” (english speaking) XV Brigada Internacional[iv]. Al tratarse de jóvenes idealistas republicanos irlandeses, una parte de estos tuvieron mucho recelo en integrarse en el batallón británico y solicitaron formar parte del batallón norteamericano que se estaba formando en aquellos días de invierno en las riberas del Jarama. El Batallón Lincoln les acogió, al igual que hicieron con los canadienses, y tomaron el nombre de Columna Connolly (Connolly Column)[v] con Frank Ryan como comandante y Charles Donnelly como comisario político de uno de los pelotones.

Huelga hablar sobre el papel que el Batallón Lincoln tuvo en la batalla del Jarama que sirvió como bautismo de fuego para muchos de los jóvenes norteamericanos que allí participaron (véase la referencia al artículo “De Harlem a Madrid”), pero también de los canadienses del regimiento Mackenzie-Papineau y, por supuesto, la Columna Connolly. Es precisamente un compañero del regimiento canadiense el que relata la muerte de Charles Donnelly el 27 de febrero en el asalto suicida al cerro Pingarrón. De los quinientos soldados de la Lincoln que asaltaron ese día el cerro defendido por las ametralladoras franquistas y las tropas norteafricanas, doscientos quedaron en el campo de batalla. El relato que se publicó en Hello Canada[vi] (un panfleto propagandístico de la compañía canadiense) cuenta cómo corrían hacia el cerro con las balas rozándoles la espalda, cómo Charles Donnelly (“Commander of the Irish Company” sic) se refugió detrás de un olivo, tomó un puñado de las aceitunas que se hallaban en el suelo y las estrujó en sus manos. Se le escuchó murmurar unas palabras que se confundían con el ruido de las ametralladoras que les acosaban. “Hasta los olivos sangran” («Even the olives are bleeding”). Minutos más tarde una bala le alcanzó en la cabeza. Su cuerpo estuvo durante diez días en el campo de batalla antes de que sus compañeros pudieran recuperarlo. Cuando lo hicieron, antes de depositarlo en una tumba sin nombre, se encontraron dos poemas entre sus ropas. Uno de ellos, posiblemente escrito el mismo día de su muerte, La tolerancia de los cuervos, como explica Niall Binns, sorprende por la frialdad con la que Donnelly trata la muerte en el campo de batalla.[vii]

THE TOLERANCE OF CROWS[viii]

Death comes in quantity from solved
Problems on maps, well-ordered dispositions,
Angles of elevation and direction;
Comes innocent from tools children might
Love, retaining under pillows
Innocently impales on any flesh.
And with flesh falls apart the mind
That trails thought from the mind that cuts
Thought clearly for a waiting purpose.
Progress of poison in the nerves and
Discipline’s collapse is halted.
Body awaits the tolerance of crows

-Traducción al castellano-[ix]

LA TOLERANCIA DE LOS CUERVOS

Llega la muerte en abundancia de problemas
Resueltos sobre mapas, disposiciones cuidadosas,
Ángulos de elevación y dirección;
Llega, inocente, desde herramientas que niños
Amaría guardándolas bajo la almohada,
Inocentemente espeta cualquier carne.
Y con la carne se deshace la mente
Que arrastra pensamientos de la mente que corta
Pensamiento, con claridad, para propósitos que aguardan.
Avanza el veneno en los nervios y el
Derrumbe de la disciplina se detiene.
El cuerpo aguarda la tolerancia de los cuervos

En el año 2010, la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales y el ayuntamiento de Rivas VaciaMadrid inauguraron el monumento homenaje a Charles Donnelly junto al río Jarama formado por piedras traídas de Irlanda y con una placa en la que se recuerdan sus hipotéticas últimas palabras.

En 1984, el compositor de folk irlandés, Christopher Moore, realiza la canción “Viva la Quinta Brigada” (llamada erróneamente “quinta” (fifth) por la cercanía de la pronunciación en castellano “quince” (fifteen)) en la que homenajea a los voluntarios irlandeses de la Connolly y cita los versos de Charlie Donnelly.

“Viva la Quinta brigada”

(…)

Even the olives were bleeding
As the battle for Madrid it thundered on.
Truth and love against the force of evil,
Brotherhood against the Fascist clan.

Viva la Quince Brigada!
«No pasarán» the pledge that made them fight.
“Adelante” was the cry around the hillside.
Let us all remember them tonight.

Hasta los olivos estaban sangrando
cuando la batalla de Madrid tronó.
La verdad y el amor contra las fuerzas del mal,
la fraternidad contra el clan fascista.

¡Viva la Quinta Brigada!
«No pasarán» el compromiso que les hizo luchar.
«Adelante» era el grito por toda la ladera.
Recordémosles a todos esta noche.

Si alguna canción irlandesa se escucha en España o Estados Unidos estos días, no estaría de más hacer un homenaje a los irlandeses que combatieron en el Jarama junto a la Lincoln bajo el grito “¡No pasarán!” mientras los olivos sangraban.

Una pinta por Charlie Donnelly, Frank Ryan, la Columna Connolly y el Batallón Lincoln ¡Adelante!

Happy Saint Patrick´s Day!

 


[i] Se puede consultar el artículo: «Newsinger, John., Blackshirts, Blueshirts, and the Spanish Civil War«. The Historical Journal Vol. 44, No. 3 (Sep. 2001)

[iii] La mayoría de las referencias sobre la vida y obra de Charles Donnelly proceden de la biografía que su amigo Joseph O´Connor publicó en los noventa. O’Connor, Joseph. Even the Olives are Bleeding – the life and times of Charles Donnelly. Dublin: New Island Books, 1992

[vi] O’Riordan Michael, The Connolly Column., p. 76 (nota iii)

[vii] Binns, Niall. La llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra Civil. 2004: 54-55

[viii] O’Riordan Michael. The Connolly Column: the story of the Irishmen who fought for the Spanish Republic 1936–1939. p. 67 (Headchapter)

[ix] Binns, Niall. Voluntarios con gafas: escritores extranjeros en la Guerra Civil española. Madrid: Mare Nostrum Comunicación, 2009: 142

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