Tanto si se quiere afrontar la lectura de ese novelón que nos asusta desde hace meses ocupando medio estante, como si nos conformamos con un cuento ligerito que acompañe la sobremesa playera, el descanso veraniego es una excusa tan buena como cualquier otra para rendirse ante un buen libro. Estas sugerencias buscan presentar una muestra de la gran variedad de voces que han contribuido a la riqueza de los últimos veinte años de prosa en los Estados Unidos. Desde obras multipremiadas o llevadas con éxito al cine, hasta autoras apenas conocidas en España: dime dónde leerás y te diré qué libro llevarte.
PARA LEER EN LA MONTAÑA:
El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial, Sherman Alexie
Que nadie se asuste por la etiqueta “literatura juvenil”: como los buenos juegos de mesa, este diario es disfrutable desde los 12 a los 99 años. Las certeras ilustraciones de Ellen Forney complementan la mirada burlona de Alexie para visibilizar dos realidades a menudo silenciadas: las dificultades de las comunidades nativo americanas y las discapacidades infantiles. El mérito de Alexie y Forney: que la mayoría de las lágrimas derramadas ante las andanzas de Junior en la reserva india Spokane sean de risa y no de dolor.
Brokeback Mountain (En terreno vedado), Annie Proulx
Proulx pone patas arriba al héroe por excelencia de la ficción estadounidense: el vaquero. El cuento final, que da título a la colección, condensa lo mejor de su estilo: el oído prodigioso tanto para los acentos como para el diálogo, la capacidad para construir historias cargadas de emoción a partir de detalles mínimos, y la visión tragicómica de la existencia que le da valor universal a estas historias ambientadas en el estado menos poblado de la nación.
PARA LEER JUNTO AL MAR:
El efecto del aleteo de una mariposa en Japón, Ruth Ozeki
Tal como sugiere el título en español, Ozeki reflexiona sobre las maneras inesperadas en las que nuestras vidas se conectan. Ruth, la protagonista y alter ego de la autora, descubre en las playas de la Columbia británica el diario de una adolescente japonesa. Comienza así una dolorosa lectura marcada por el desarraigo y el acoso infantil, en la novela que confirma el lugar de Ozeki, junto a Maxine Hong Kingston y Gish Jen, como gran voz de la experiencia asiático-americana reciente.
Así es como la pierdes, Junot Díaz
Como en anteriores obras del autor dominico-americano, los protagonistas de estas historias buscan una identidad estable entre la Nueva Jersey que habitan y el Santo Domingo del que proceden. Díaz camufla ese trauma del emigrante bajo divertidos devaneos erótico-sentimentales contados con una voz al tiempo erudita y profana, síntesis de la mejor oralidad literaria en inglés y español. Cuando la imparable presencia latina en Estados Unidos busca una voz con la que identificarse, la de Díaz es la primera de la lista.
Cuerpos extraños, Cynthia Ozick
En la novela en la que rinde tributo a su maestro, Henry James, Ozick alcanza, sin despeinarse, la complejidad sintáctica y precisión en el lenguaje de los grandes autores realistas y naturalistas del siglo XIX. Esta historia de viajes transatlánticos, que toma como improbable protagonista a una mediocre profesora de instituto neoyorkina encargada de rescatar a su sobrino de la vida bohemia parisiense, cuestiona los tópicos del Viejo y el Nuevo Mundo y la insistente presencia del pasado en nuestras vidas.
PARA LEER EN LA CIUDAD:
Pájaros de América, Lorrie Moore
Pocas plumas han plasmado la neurosis de la vida urbana con tanto desparpajo como la de Moore. Baste ver un episodio de Girls para percibir la influencia de estos doce cuentos donde, con variedad de formas y estilos y a través de un humor incómodo basado en la ironía y los juegos de palabras, se exploran los límites del empoderamiento femenino.
Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie
No es poca cosa que Adichie cuente con Beyoncé entre su legión de fans, o que sus TED Talks inunden los muros de Facebook. Pero lo realmente meritorio es que la literatura de esta nigeriana que vive a caballo entre África y América está a la altura del despliegue publicitario. Su prosa comprometida y diáfana se acerca a la madurez con Americanah, obra épica en su ambición, amplitud de miras y clarividencia para radiografiar las tensiones sociales de nuestro mundo globalizado.
El vendido, Paul Beatty
La escena en la que el narrador traduce al latín los tatuajes carcelarios de sus vecinos pandilleros ejemplifica la apabullante amplitud de registros que maneja Beatty. Pocas novelas con declarada intención cómica consiguen llevarte más allá de la leve sonrisa; con El vendido, Beatty nos saca más de una carcajada. En el más difícil todavía, lo logra adoptando el punto de vista de un afroamericano decidido a reinstaurar la esclavitud en un suburbio angelino. No apto para pieles sensibles.
