Robert E. Lee, icono de la causa perdida de la Confederación

10 octubre

Después de sufrir un accidente cerebrovascular dos semanas antes, el 12 de octubre de 1870, a los 63 años, murió en su casa en Lexington, Virginia, el ex general confederado Robert E. Lee.

El pasado verano, con los tumultos ocurridos en Charlottesville, Virginia, cuando el ayuntamiento procedía a retirar una estatua ecuestre de Lee y los supremacistas blancos intentaban impedirlo, la figura del derrotado general en jefe de la Confederación regresó desde donde habita el olvido. La estatua de Lee formaba parte de los más de 1.500 símbolos de la Confederación erigidos en espacios públicos para simbolizar físicamente el terror blanco contra los negros. En su mayor parte se construyeron durante épocas en que los blancos del sur estaban organizando campañas de odio y subyugación contra los negros. Durante esas campañas, se enviaban mensajes a los tribunales mediante la erección delante de los edificios judiciales de estatuas ecuestres de Robert E. Lee.

Hijo de Henry Lee III, oficial durante la guerra de Independencia de Estados Unidos, Robert Edward Lee (1807-1870) se graduó con honores en la academia militar de West Point y fue un destacado oficial e ingeniero militar del Ejército de los Estados Unidos durante tres décadas. Durante esos años sirvió por todo su país, se distinguió durante la guerra de México-Estados Unidos (1846-1848) y actuó como superintendente en West Point.

En 1861 estalló en Estados Unidos la guerra de Secesión que enfrentó a los estados del Sur, confederados, y los del Norte, unionistas. Cuando Virginia declaró su secesión de la Unión en abril de 1861, Lee eligió permanecer junto a su estado de origen, a pesar de su deseo de que su país permaneciera intacto y de que le ofrecieron un puesto en el alto mando del ejército de la Unión. Durante el primer año de guerra, sirvió como asesor del presidente confederado Jefferson Davis. Una vez que tomó el mando del principal ejército confederado −el Ejército Confederado de Virginia del Norte− en 1862, se distinguió como un astuto estratega y un agresivo comandante en el campo de batalla que puso contra las cuerdas a las tropas de la Unión (siempre superiores en número) en las grandes batallas de Manassas, Antietam, Chancellorsville y Fredericksburg.

El 10 de diciembre de 1864, el ejército unionista bajo el mando de William Tecumseh Sherman, alcanzó la costa de Georgia después de haber arrasado un frente de cien kilómetros de ancho y de haber cumplido sobradamente su objetivo: partir en dos las líneas confederadas, cortar sus suministros por ferrocarril y alcanzar el mar apoderándose del principal puerto de abastecimiento de la Confederación: Savannah. Acuartelado allí, Sherman aceptó en la primavera de 1865 la rendición de todos los ejércitos confederados de las Carolinas, Georgia y Florida, lo que significó prácticamente el final de la gran guerra civil norteamericana. Faltaba únicamente firmar el acta de defunción del ejército sureño.

El 9 de abril de 1865, Lee, que para entonces ya había asumido el mando de todos los ejércitos que le quedaban a los confederados, rindió todo su ejército ante su homólogo unionista, el general Ulysses S. Grant, acampado en los altos de Appomattox Court House, una pequeña aldea del sur de Virginia. Antes de hacerlo, había rechazado la propuesta de mantener una insurgencia contra la Unión y llamó a la reconciliación entre ambos bandos.

Después de su rendición, viajó a Richmond, Virginia, donde residía su familia. Desempleado y sin ingresos, consideró la posibilidad de dedicarse a la agricultura, pero finalmente aceptó la presidencia del Washington College en Lexington, Virginia, un puesto que mantendría hasta su muerte cinco años más tarde.

Washington College (hoy Washington and Lee University) era por entonces una oscura escuela masculina solo para blancos (de hecho, su primer estudiante negro ingresó en 1966) que había resultado muy dañada durante la guerra y tenía menos de cincuenta estudiantes cuando Lee se convirtió en su presidente en el otoño de 1865. Durante su mandato, en el que impuso un conocido lema (“Solo hay una regla: todo estudiante es un caballero»), el estudiantado creció hasta varios cientos de alumnos, que se matricularon atraídos por la modernización de los planes de estudios, hasta entonces limitados a las Humanidades.

Durante sus últimos años, su salud empeoró debido a problemas cardiovasculares, aunque siguió activo en la universidad de la que dependía su sustento y el de su familia. A principios de la primavera de 1870, los médicos le recomendaron viajar más al sur para mejorar su salud. Este viaje, en el cual visitó Carolina del Norte, Georgia y Florida, se convirtió en lo que muchos historiadores llaman la «gira de despedida» de Lee.

En la tarde del 28 de septiembre de 1870 cayó enfermo y era incapaz de hablar coherentemente. Cuando llamaron a los médicos, lo más que pudieron hacer por él fue acostarlo y esperar. Es casi seguro que sufrió un accidente cerebrovascular (un ataque de ese tipo daña los lóbulos frontales del cerebro, impidiendo el habla). Su estado se complicó al desarrollar una neumonía, que fue la causa oficial de su fallecimiento en la mañana del 12 de octubre de 1870. Fue enterrado en la capilla Lee de Washington College.

Después de la guerra, Lee se había mantenido alejado del escenario político, aunque apoyó el programa de reconstrucción del presidente Andrew Johnson, el plan de abolición de la esclavitud y la implantación de escuelas para esclavos en las plantaciones. Su popularidad, muy grande en el Sur, creció incluso en el Norte, especialmente después de su muerte. Poco a poco, pasó a ser considerado el gran héroe confederado y para algunos un icono de posguerra de la llamada “Causa perdida de la Confederación”.

A pesar de ser acusado de traición, nunca fue juzgado por ello gracias a la intercesión de Ulysses S. Grant. Sin embargo, aunque presentó los documentos necesarios, nunca le fue devuelta la ciudadanía estadounidense; el Congreso se la restauraría póstumamente en 1975.

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