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El discutido sexo del general Pulaski

Pulaski Memorial

Un estudio científico sugiere que Kazimierz Pulaski, el heroico padre de la Caballería de Estados Unidos, era intersexual.

Un cuadro en el Centro de Visitantes de Savannah, Georgia, muestra al general Pulaski sable en mano, ataviado con un aparatoso traje de húsar, jinete sobre un caballo encabritado. Pulaski no fue un cualquiera: es considerado un héroe nacional tanto en Polonia como en Estados Unidos. Es honrado cada primer domingo de octubre en un desfile por la Quinta Avenida de Nueva York. Cada 11 de marzo, el país entero conmemora el Día de Pulaski, en recuerdo de su muerte en el asedio de Savannah.

Movido por la curiosidad, me doy un cómodo paseo por el casco histórico de Savannah hasta llegar a Monterey Square, al pie de un monolito en cuyo interior yacen los restos mortales del heroico general. A unos pasos del monolito, un grupo de turistas espera a que abra sus puertas Mercer House, la casa museo donde se instaló el general W. T. Sherman al finalizar la marcha devastadora que, a sangre y fuego, abrió el final de la guerra de Secesión. Es también la mansión en la que Clint Eastwood rodó la que me parece su película más aburrida, Medianoche en el jardín del bien y del mal. Pero si de mitomanía cinematográfica se trata, apenas a una decena de metros de donde estoy un grupo de turistas orientales alborota mientras se turnan para fotografiarse sentados en un banco de Forsyth Park, objeto de culto desde que Forrest Gump, charlando con varios desconocidos, comparaba la vida con una caja de bombones.

En la Guerra de Independencia de Estados Unidos no faltaron voluntarios que se incorporaron a uno u otro bando. El más conocido de todos ellos fue, sin lugar a dudas, el marqués de Lafayette, que se incorporó al ejército de Washington costeándose sus propios gastos. La sola presencia de Lafayette hizo maravillas en la moral de los rebeldes. Representaba el interés de Francia por la nueva nación, y el aire modesto y los leales servicios que prestó dieron una buena imagen de Francia. Ningún otro extranjero ha sido tan reverenciado en los corazones y la leyenda americanos.

Pero si hay algún voluntario cuyo sexo haya dado mucho que hablar es el polaco Kazimierz Pulaski, quien se había distinguido en la guerra polaca contra Rusia. En esa guerra adquirió experiencia militar al mando de un regimiento de Caballería. Polonia fue derrotada y Pulaski buscó refugio en Francia, donde intentó sin éxito unirse al ejército francés. En Francia fue encarcelado por deudas, hasta que sus amigos reunieron fondos para liberarlo. En 1777 fue reclutado por Lafayette y Franklin para servir en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos.

Franklin le redactó una hiperbólica carta de recomendación para el Congreso Continental: «El conde Pulaski de Polonia, un oficial famoso en toda Europa por su valentía y conducta en defensa de las libertades de su país contra las tres grandes potencias invasoras de Rusia, Austria y Prusia. Puede ser muy útil para nuestro servicio». Pulaski salió de Francia desde Nantes en junio, y llegó a Boston en julio de 1777. Desde allí escribió a Washington: «Vine aquí, donde se defiende la libertad, para servirla y para vivir o morir por ella».

Combatió con valor en varias batallas como brigadier general al mando de la llamada “Legión Pulaski”, la primera división mixta de Infantería y Caballería del Ejército Continental que él mismo organizó y que le valió el título de “Padre de la Caballería estadounidense”. Resultó herido de muerte en el sitio de Savannah de 1779. Fue retirado inconsciente del campo de batalla y llevado a bordo de la Avispa, un bergantín que lo llevó hasta la plantación Greenwich, en Thunderbolt, cerca de la ciudad sitiada, donde murió y fue enterrado, según atestiguó Samuel Bulfinch, capitán de la Avispa.

En marzo de 1825, durante su gran gira por Estados Unidos, Lafayette colocó personalmente la piedra angular del mausoleo Kazimierz Pulaski en Savannah, donde debía ser enterrado el general polaco nombrado Héroe Nacional de Estados Unidos. En 1854 sus restos fueron trasladados al monumental mausoleo, un monolito tallado en Italia en mármol de Carrara y enviado a América en treinta y cuatro bloques, que fue erigido en Monterey Square, en el corazón del distrito histórico de Savannah, donde sigue. A finales de los noventa del sigo pasado, el monumento estaba profundamente deteriorado y la ciudad decidió restaurarlo. Fue necesario desmontarlo para trabajar en los bloques originales y volverlo a montar sobre la basa granítica sobre la que se erigía.

Durante el meticuloso desmontaje se encontró un pequeño cofre metálico dentro de una bóveda de ladrillo situada en corazón de la basa. El agua que se había filtrado durante más de cien años había corroído gran parte del cofre, pero la placa grabada que lo coronaba no dejaba lugar a dudas: «Brigadier General Cassimer (sic) Pulaski», decía. Pero cuando se abrió el cofre en 1996, los antropólogos hicieron un descubrimiento sorprendente: algunas características del esqueleto, como la inconfundible pelvis, las características del cráneo y de la mandíbula inferior terminada en ángulo agudo, eran indiscutiblemente femeninas.

Estupefactos, los expertos no estaban seguros de si los huesos eran de Pulaski o los de una mujer desconocida cuyos restos hubieran sido colocados vaya usted a saber por qué en la tumba del general. Como por aquel entonces no se habían difundido las pruebas de ADN para determinar la herencia, hubo que recurrir al análisis antropológico forense.

Las características físicas del esqueleto en estatura, edad y origen étnico fueron todas consistentes con las descripciones conocidas del noble polaco que murió con 34 años de edad: era bajito (apenas superaba los 160 cm), delgado y esbelto. Una herida de guerra en la frente, la nariz rota y el pómulo hundido eran propios de un militar experimentado que participó en combates cuerpo a cuerpo. Los dedos rotos en la mano derecha coincidían con la descripción que el propio Pulaski había hecho de una fractura sufrida en el campo de batalla. La extensión y el desgaste del cartílago que rodeaba los huesos de la cadera y los hombros eran los propios de personas que pasan gran parte su vida como jinetes. Incluso el rastro decolorado del tumor que había dañado el hueso orbital izquierdo era concordante con algunos retratos del general que muestran una marca en la misma posición.

Se conservó el esqueleto y en 2006 su ADN fue comparado con muestras obtenidas de un pariente fallecido (el general, a quien no se le conocían relaciones sexuales, había muerto soltero y sin descendencia). A pesar de que las pruebas no fueron concluyentes, las autoridades decidieron que los restos eran de Pulaski y ese mismo año, una vez restaurado el mausoleo, los huesos fueron colocados de nuevo en su sitio original.

Prudentemente, los antropólogos conservaron algunos restos óseos, cuyo ADN mitocondrial fue comparado en 2018 con ADN de una base de datos no disponible en 2006. El ADN mitocondrial pasa inmutable de madres a hijos, así que los resultados basados en su análisis son prácticamente infalibles. Descubrieron que el ADN de Pulaski y de un pariente materno coincidían más entre sí que con los de otros 27.000 perfiles genéticos en la base de datos. Era la prueba definitiva que los dos estaban relacionados, y de que los restos en el monumento eran de Pulaski, cuyas características físicas no encajaban en las estrechas y convencionales definiciones binarias de hombre y mujer.

Aunque a lo largo de la historia no han faltado mujeres que han vivido como hombres, incluidas algunas que —como nuestra archiconocida “Monja Alférez”— lo hicieron para servir como soldados, como no había testimonio alguno que sugiriera que Pulaski hubiera sido una mujer, su vida se llevó a cabo con identidad masculina y fue bautizado Kazimierz (Casimiro), un nombre de niño, los investigadores sugieren ahora algo que no se consideró seriamente cuando se examinó el esqueleto en 2006: la posibilidad de que Pulaski fuera intersexual, con características tanto masculinas como femeninas. Según datos de Naciones Unidas, hoy en día el 1,7 % de la población nace con rasgos intersexuales.

Si eso es así, es posible que Pulaski sufriera hiperplasia suprarrenal congénita (HAC), que puede hacer que las hembras desarrollen genitales que parecen más masculinos que femeninos. El aumento de la producción de testosterona causada por la HAC también podría ser la causa de que alguien que era genéticamente femenino tuviera una línea de cabello y de vello facial que retrocedía ligeramente, como se aprecia en los retratos del general.

Una maniobra de la Caballería de Pulaski salvó la vida de Washington durante la batalla de Brandywine. Gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones, debió pensar el Padre Fundador.

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