Estados Unidos viene siendo desde hace décadas un país que no ha parado de incorporar a su mercado laboral y a sus universidades a lo más granado de los profesionales del mundo. Lo que también incluye a expertos e investigadores españoles. Este país ha demostrado tener una política migratoria altamente beneficiosa para los migrantes cualificados, pero sobre todo, tremendamente provechosa para su innovación y competitividad.
Los Estados Unidos son para los españoles el quinto país preferido para emigrar. La elección de este destino tiene diferentes razones según se trate de científicos o de profesionales que se incorporan en empresas.
Los resultados preliminares de la investigación que estamos llevando a cabo desde el Instituto Franklin-UAH sobre la emigración contemporánea de españoles a los Estados Unidos revelan que para los científicos parece fundamental poder contar con recursos económicos y tener oportunidad de investigar libremente. Pero esencialmente son decisivas las oportunidades de continuidad y estabilidad en la investigación y la carrera académica.
Los investigadores españoles resultan atractivos para los centros de investigación y universidades americanas en la medida que se valora tanto la formación universitaria recibida en España como la formación adquirida en otras universidades europeas. Por lo general, los investigadores españoles han tenido experiencias de movilidad previas en otros países europeos con motivo de estancias dentro del Programa Erasmus o la realización de másters, doctorados o post-docs. Lo que les permite también contar con cartas de recomendación de investigadores europeos de cierto prestigio que mantienen conexiones con investigadores y universidades americanas. Y esto parece ser un requisito ineludible para ser aceptado por un equipo de investigación.
Entre los investigadores españoles el deteriorado contexto científico español determina en gran medida su decisión de emigrar. No siempre los EE.UU. son la primera opción. Si no que en ocasiones, tras no haber podido encontrar una posición en una universidad europea, y por tanto geográficamente más próxima, optan por las universidades americanas donde les resulta más fácil la contratación. La gran mayoría de centros de investigación y universidades tienen una política clara de captación de cerebros. Lo que se reconoce en la multiculturalidad de los equipos y en la eficiente gestión administrativas de autorizaciones de estancias y de trabajo.
Por el contrario las causas para emigrar de los profesionales no parecen estar relacionadas con la situación del mercado laboral español, sino que responden más a motivos personales o al deseo de crecimiento profesional, como son la búsqueda de una nueva vida, trabajar a nivel internacional, o tener la oportunidad de vivir y trabajar en grandes ciudades como Nueva York, Boston o Miami. Entre estos perfiles, el mercado laboral español no es un factor de expulsión. De hecho suele tratarse de profesionales ya incorporados a su sector que ocupaban puestos de cierta responsabilidad.
En definitiva, las primeras valoraciones del trabajo de campo apuntan que la emigración de científicos españoles responde a un patrón propio de la fuga de cerebros si consideramos que la gran mayoría de los testimonios reconoce haber emigrado debido a la escasez de posibilidades de desarrollar una carrera académica e investigadora en España. Un segundo elemento que indica la existencia de este patrón es la ausencia de circularidad, intercambio o creación de redes de conocimiento entre España y el país americano. Las redes, cuándo existen, son débiles y solo se mantienen mientras prevalece el deseo de retorno a España. Por lo que su mantenimiento responde a las expectativas de retorno e incorporación al sistema de investigación español. No obstante, y de forma muy reciente, han aparecido asociaciones de científicos españoles en Estados Unidos, como es el caso de ECUSA que también colabora en esta investigación, con la finalidad de crear una potente red de científicos en el país. Según sus organizadores, cuentan ya con unos 400 asociados desde que se creó, que fue en el año 2014.
Parece claro lo mucho que le sale a cuenta a los Estados Unidos captar profesionales y científicos españoles, si consideramos que disfrutan de expertos altamente formados en universidades europeas, con experiencias internacionales y alta capacidad de trabajar en grupos multiculturales. En el caso de los investigadores, además suelen ser contratados en categorías profesionales inferiores a su nivel, por lo que acaban pagando por un científico de alto nivel lo que vale un científico en formación. En fin, un chollo.
Escrito por Rosalina Alcalde, investigadora del Instituto Franklin-UAH y profesora del Departamento de Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona.