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Despertando a un gigante dormido

860x520 10 Dic Admiración y rencor

“Ayer, 7 de diciembre de 1941, una fecha que pervivirá en la infamia, los Estados Unidos de América fueron sorpresiva y deliberadamente atacados por fuerzas navales y aéreas del Japón”. El famoso discurso del presidente Franklin Delano Roosevelt ante el Congreso de EE.UU. se produjo al día siguiente del ataque de la fuerza Kidō Butai, al mando del vice-almirante Chuichi Nagumo, de la Flota Combinada de la Marina Imperial japonesa, comandada por el famoso almirante Isoroku Yamamoto. Con 6 portaviones y unas 20 unidades de escolta, lanzaron un ataque por sorpresa sobre la base avanzada de la US Navy Pearl Harbour, en la isla de Oahu del archipiélago de las Islas Hawai, destruyendo o inutilizando gran parte de la flota norteamericana del Pacífico. Esta acción provocaría una larga guerra de desgaste entre EE.UU. y sus aliados en Asia-Pacífico, y el Imperio del Japón, que tendría como consecuencia el fin del orden internacional que se conocía en Asia-Pacífico desde el siglo XIX  y el encumbramiento de EE.UU. como superpotencia desde 1945, que mantiene hasta hoy. Japón pasaría de ser de una de las grandes potencias mundiales de la primera mitad del siglo XX a quedar totalmente destruida y ocupada tras el conflicto. Habiendo abierto el país tras la llegada en 1854 de los barcos del Comodoro Perry y acabar con la época del Shogunado Tokugawa  mantenida desde el siglo XVII, Japón había iniciado un proceso de modernización sin precedentes durante la era del emperador Meiji. Esto le permitió en pocas décadas situarse al nivel de las grandes potencias de la época, superando en capacidad económica, militar y tecnológica a gran parte de los Estados europeos y Rusia, llegándose a convertir en la gran potencia de Asia, junto con EE.UU. y el Imperio británico antes de la II Guerra Mundial.

El monumento al acorazado Arizona, hundido durante el ataque a Pearl Harbour, mantiene aún el recuerdo de una era que ya no representa el estado de relaciones entre EE.UU. y Japón, ni de la dinámica de Asia, ni del mundo en la actualidad. Tras la recuperación gracias al llamado Milagro japonés, que llevó a Japón a situarse como la segunda potencia económica del mundo y una de las democracias más avanzadas, junto con la creación de la alianza entre EE.UU. y Japón, ambos países fundaron la base de la arquitectura de seguridad que ha mantenido la paz y la estabilidad  de Asia-Pacífico de los últimos 60 años. Esta se ha reforzado, con la política Pivot to Asia, de la administración Obama, culminación de la revisión estratégica llevada a cabo por EE.UU. durante el final de la Administración Clinton y durante las Administraciones Bush, incluyendo el lanzamiento del Trans-Pacific Trade Partnership; y por la progresiva “normalización” de Japón como actor internacional, que han llevado a cabo los últimos gobiernos de Japón, culminada también finalmente por los gobiernos del primer ministro Abe, dejando atrás lentamente la Doctrina Yoshida.

La dinámica del ascenso de la República Popular de China como gran potencia y las percepciones de seguridad que alimentan su conducta en el área, sobre todo en el Mar del Sur de China y entorno a las islas Senkaku, han llevado al fortalecimiento de esta alianza, y a un proceso de reforzamiento de las alianzas en el área, no solo entre EE.UU. y sus aliados, sino también entre  varios estados asiáticos y de Oceanía. Todos ellos se encuentran ante toda una serie  de desafíos ante la expansión de los intereses de la RPC y sus reclamaciones territoriales en Asia, las cuales están produciendo fricciones con Vietnam, Indonesia, Malaysia, Filipinas y Japón, y gran preocupación en otros estados de la zona. Esto ha llevado a estrechar los contactos y lazos entre Australia, India y Japón desde 2011 creando el Trilateral Dialogue, en la línea del Quadrilateral Security Dialogue establecido en 2007 con EEUU. Además se está produciendo toda una serie de reforzamientos de las relaciones militares con las maniobras navales Malabar, con una renovación del dialogo estratégico entre EE.UU. y la India 2015 (US-India Defense Framework), con Singapur, y la vuelta de la presencia militar de EE.UU. en Filipinas con el acuerdo en 2014, seguido de un acuerdo con Japón para permitir el uso a sus fuerzas militares de las bases filipinas en 2015. 70 años después del final de la Segunda Guerra Mundial en Asia-Pacífico se está volviendo a producir una dinámica de alineamientos y alianzas provocadas por la percepción de un creciente desafío a la paz y la estabilidad. Esperemos que, en las palabras del almirante Yamamoto, no se esté despertando a un gigante dormido.

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