El pasado jueves el juez del Tribunal Supremo, John Roberts, se convirtió en el protagonista de una de las decisiones más importantes que ha tomado este Tribunal desde que diera la victoria al presidente Bush frente a Al Gore en las elecciones del año 2000. Con el voto de Roberts, el Supremo avaló la Ley de Seguro Médico Asequible (Affordable Care Act- ACA), otorgando a Obama uno de los triunfos políticos más importantes de su Administración.
A cuatro meses de las elecciones para su reelección, el Presidente ha conseguido el apoyo para sacar adelante uno de sus buques insignia, el popularmente conocido Obamacare, que beneficiará a 30 millones de personas que hasta ahora no contaban con cobertura médica. Como bien explicó el Presidente a las pocas horas de conocerse la noticia, esta ley “permitirá a los 250 millones de ciudadanos que ya tienen seguro, mejorarlo y hacerlo más asequible, sin dejar a las compañías aseguradoras el poder de decidir las condiciones del seguro o su duración dependiendo del género, la edad o enfermedades preexistentes”.
Una de las medidas más controvertidas que Obama incluyó en la ACA, a pesar de que sabía que no iba a ser muy popular, es la exigencia de suscribirse a un seguro médico a todos aquellos ciudadanos que puedan pagarlo. Aspecto con el que no todos los partidos están conformes.
Representantes del Tea Party y del partido republicano (cuyo candidato, Mitt Romney, ya ha expresado su deseo de vetar esta ley en caso de que llegue a la Casa Blanca el próximo 6 de noviembre), consideran esta exigencia como un “atentado contra los derechos individuales de cada ciudadano a tener o no tener seguro médico”. Una queja que Obama explicó en su comparecencia: “Quien puede pagar un seguro y no lo hace, espera a caer enfermo para contratar un seguro o va a urgencias a solicitar asistencia, actitudes que terminan pagando el resto de los ciudadanos sin ninguna necesidad”.
La nueva Ley, que entrará en vigor en 2014, también permite a los jóvenes menores de 26 años seguir asegurados en las pólizas de sus padres, una condición que permite a más de seis millones de jóvenes contar con cobertura sanitaria.
Sin embargo, lo que es un gran triunfo político para Obama y para el partido demócrata que, desde el presidente Roosevelt, había intentado conseguir la universalización de la sanidad en Estados Unidos, no se está trasladando a los ciudadanos y a su intención de voto.
Según las encuestas publicadas por diferentes agencias en los últimos días, los ciudadanos no están de acuerdo con algunas de las medidas aprobadas, o ni si quiera están informados sobre éstas. La encuesta presentada por el Pew Research Center, establece que el 40% de los entrevistados desaprueba la decisión tomada por el Tribunal Supremo, frente a un 36% que la aprueba y un 24% que declara no tener opinión al respecto.
Informados o no, los ciudadanos tienen la última palabra en las urnas, por tanto, al partido demócrata le queda mucho trabajo para trasladar su gran triunfo político a los ciudadanos estadounidenses.