Unidad, eficiencia y cambios sociales

Barack Obama dio la pasada madrugada su quinto discurso sobre el Estado de la Unión desde que ocupa el Despacho Oval de la Casa Blanca. Tras recibir la invitación de la Cámara de Representantes para hacerlo, millones de norteamericanos escucharon ayer a su Presidente durante una hora exacta exponer su visión y sus planes de gobierno para los próximos cuatro años.

Tras citar al ex presidente Kennedy “(…) la Constitución no nos convierte en rivales por el poder, sino en compañeros hacia el progreso”, como se esperaba, la economía y el empleo se llevaron la mayor parte de las palabras de Obama. El Presidente apuesta por un país más eficiente, en el que la clase media sea un motor esencial para poder registrar un crecimiento económico acorde al tamaño y potencial del país. Un plan en el que solicitó el apoyo de la oposición para conseguir ahorrar 110.000 millones de dólares al año durante la próxima década y así conseguir reducir el déficit.

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Obama también se refirió a un país donde todas las personas tengan las mismas oportunidades, y donde nadie que tenga un trabajo pueda vivir en la pobreza. En varias ocasiones se dirigió directamente a los miembros de la Cámara solicitando su unidad y trabajo conjunto: “No hagamos más promesas que no podamos cumplir y cumplamos las que ya están hechas”. Y, avanzado el discurso, animó a sus colegas a trabajar unidos: “No nos mandaron aquí para ser perfectos, nos mandaron para marcar  la diferencia como podamos”.

Una diferencia que Obama también fijó en otros asuntos como el cambio climático, mayor control de las armas, la inmigración y la retirada de tropas. El cambio climático, refiriéndose a datos objetivos de los últimos años y a los recientes fenómenos meteorológicos que ha sufrido el país, vuelve a la agenda principal “por el bien de nuestros hijos y nuestro futuro”.

Los “hijos de Norteamérica” tuvieron un papel especial en el discurso, y a ellos calificó el Presidente como “el mayor activo de este país, que hay que cuidar”. Se acordó de los niños que murieron en un colegio en Newton (Connecticut) y de Hadiya Pendleton, una niña de 15 años que murió en un tiroteo hace unos días cerca de la casa de los Obama en Chicago ante sus padres y su hermano, que presenciaron el discurso al lado de la Primera Dama. Por todos ellos Obama apuesta por un mayor control de las armas, una legislación más fuerte que impida que estos sucesos vuelvan a repetirse. Y en solidaridad con ellos parte de los asistentes lucía un lazo verde en sus solapas.

También tuvo su momento la esperada e incumplida reforma migratoria que regularizaría la situación de 11 millones de indocumentados que hoy en día residen en el país  y la retirada de las tropas de Afganistán, poniendo fin a una década de conflictos en el exterior del Ejército norteamericano.

Un discurso muy esperado como continuación del de inauguración del pasado 21 de enero que sienta las bases de la política (sobre todo interna) de los próximos años y en los que, para poder lograr los objetivos presentados, se espera y confía en la unidad de dos cámaras divididas.

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