En los últimos días la actualidad de Estados Unidos ha estado centrada en el “sequester” (confiscación o secuestro) de su presupuesto. Durante 16 meses los republicanos y demócratas han intentado llegar a un acuerdo sobre cómo ahorrar más dinero, pero la falta de consenso llevó al presidente Obama el pasado viernes a firmar una ley que implica el ajuste de 85.000 millones de dólares del gasto del país.
La situación es para muchos, empezando por el Gobierno, extrema, y para otros apenas se va a notar en el día a día. Durante meses los republicanos han rechazado de forma categórica un aumento de los impuestos y defendido un recorte del gasto público, mientras que los demócratas apuntaban hacia un equilibrio entre ambos. Tras casi año y medio de negociaciones y sin acuerdo, el secuestro era la última solución.
Partidas controvertidas como la de Defensa, Educación o Sanidad contarán con menos dinero. Se calcula que Defensa será una de las áreas más afectadas con un recorte del 7,8%, donde unos 800.000 empleados verán reducida su jornada laboral hasta un 20%. En Educación se espera que 14.000 profesores de niveles de preescolar pierdan su empleo, mientras que unos 10.000 maestros y 7.200 especialistas verán reducidos sus salarios. También se estiman recortes en el sistema de salud, en el subsidio para desempleados de larga duración, recortes de salario para los inspectores de alimentos, o para los controladores aéreos, entre otros.
En definitiva, esta confiscación, que establece el plazo para presentar los recortes hasta el próximo 30 de septiembre, supondrá una reducción del 0,7% la tasa de crecimiento del país y la pérdida de 750.000 puestos de trabajo.
Desde la página oficial de la Casa Blanca se presenta el plan de ahorro que Obama ha llevado al Congreso, y algunos de los miembros del Gabinete llevan desde el año pasado mostrando su estado de “alarma” ante las posibles consecuencias de esta situación.
Los ciudadanos, por su parte, se muestran “reacios” ante esta decisión del Presidente. Según la encuesta publicada el viernes por Gallup, el 44% de los entrevistados definen con adjetivos negativos el “secuestro” mientras que un 17% directamente no muestran opinión alguna. Las palabras más repetidas son “malo”, “un desastre”, “una estupidez”, “problemas”… hasta un 3% que se encomienda a la ayuda de Dios con un “God help us”.
Con apenas cuatro días desde que se aprobaran los recortes automáticos en el gasto público no se puede hacer un balance certero. Habrá que esperar unos meses para ver quién gana el pulso y cómo afecta realmente a la economía esta medida. Tanto a la nacional como a la internacional.