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El estadounidismo

860x520 El estadounidismo

El español en Estados Unidos se ha transformado de la “lengua de la cocina” a la lengua de un grupo de hablantes con un nivel adquisitivo que supera el billón de dólares. Un hecho determinante para que la Real Academia de la Lengua Española (RAE) aceptara e incluyera, en la vigésima tercera edición del diccionario de nuestra lengua, la acepción “estadounidismo” como “palabra o uso propios del español hablado en los Estados Unidos de América”.

El fenómeno migratorio en los Estados Unidos y el auge de las comunidades hispanas en el país ha incrementado notablemente el número de hispanoparlantes, convirtiendo a EE.UU. en el segundo país donde se habla más español después de México, con más de 50 millones de hispanoparlantes. Esta realidad social –y su gran impacto en los sectores económico, político, social, cultural y educativo del país– ha generado a lo largo de los últimos años dudas en cuanto a la estandarización formal del uso de la lengua. La Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), fundada en 1973 y con sede en Nueva York, será la responsable de este cometido, un desafío importante teniendo en cuenta el gran número de variantes del español que se registran en el país. Su misión se centra, por tanto, en “el estudio, elaboración e implementación de las reglas normativas del español de los Estados Unidos de América”.

Entre sus dificultades estará hacer frente al espanglish, forma en la que ciudadanos estadounidenses se expresan mezclando ambas lenguas de manera espontánea. Según asegura  Leticia Molinero, la presidenta de ANLE, “el estadounidismo no es espanglish”, y pretende dar una respuesta al uso formal de la lengua española en EE.UU.

Resulta interesante reflexionar sobre el criterio de selección en el uso de una palabra que tendrá este nuevo dialecto, si se dará prioridad a alguna comunidad hispana en concreto –la mexicana, por ejemplo, por ser la comunidad más mayoritaria– o bien por el uso de la lengua en los estados con mayor mezcla de tipologías lingüísticas del español –en la ciudad de la Nueva York, estado de Nueva York, por ejemplo–. Sin duda, ya podemos asegurar que el estadounismo se debe incluir, como su propio nombre indica, como una variedad geolectal del mundo hispánico y que podrá comprender otras variedades internas como el cubano-estadounidense.

Quizá, puestos a conjeturar sobre la cuestión, la presencia de anglicismos y calcos lingüísticos sea una constante en este nuevo habla. Un hecho que confirma Molinero cuando menciona algunos términos que son aceptados e incluidos como “aplicar” (del verbo en inglés “apply”, solicitar), “elegible” (del inglés “elegible”, en el sentido de beneficiario), “sala de emergencias” (en lugar de urgencias) o “beneficios sociales” (en lugar de prestaciones sociales). También recoge neologismos extendidos en todos los países de habla hispana por el fenómeno de la globalización, como “chateros” o “blogueros”. Por otro lado, algunos términos cambian de significado en el estadounidismo, como por ejemplo “carpeta” (refiriéndose a “carpet”, alfombra) o “parada” (que hace alusión a “parade”, festival).

Aún no sabemos el impacto que tendrá esta nueva variante de la lengua española, que mejora la imagen del español y le otorga un contexto y unas reglas desconocidas por el momento. Al menos, se llegará a un acuerdo en el uso de la lengua en las traducciones oficiales de la administración, tanto documentos como cartelería. En un balance positivo, para España y sus relaciones con el país norteamericano, el estadounidismo representa un elemento más de unión y una excusa para la difusión indirecta de la cultura española en un país, ya más que aceptado socialmente, bilingüe.

En definitiva, la lengua española debe estar de enhorabuena pues no solo da la bienvenida a una nueva variante, sino que se hace en una relación de balance entre el uso y la academia. Quizás algún día acabemos “rentando” un lugar y “vacunando la carpeta” para organizar una “parada” y celebrar nuestra lengua común. Quizás “apliquemos” para estudiar unas mejores y fructíferas relaciones. Y quizás, lo hagamos dirigiéndonos en español a un futuro presidente de los Estados Unidos.

Quizás, quizás, quizás.

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