El pasado 25 de mayo, como cada último lunes de este mes, los estadounidenses rindieron sentido homenaje a sus caídos en un día de fiesta nacional acuñado para recordar a los soldados abatidos en la guerra civil estadounidense y que se amplió tras la I Guerra Mundial a los soldados estadounidenses caídos en las guerras.
Es el cementerio de Arlington, un extenso paraje de cruces blancas alineadas en riguroso orden al otro lado del río Potomac y a escasa distancia de la Casa Blanca, donde yacen miles de soldados norteamericanos que dieron su vida al servicio de distintas misiones, al servicio en definitiva de una política. Allí se encuentran algunos, solo unos pocos representantes de los hombres caídos en su guerra civil, los que perecieron en las dos grandes guerras mundiales, en Vietnam, en Corea… y aún más cercano, en los conflictos de Irak y Afganistán. “Gracias a nuestros soldados podemos vivir en libertad y seguridad (…) Ellos hacen del mundo un lugar más seguro (…)”, declaraba el presidente Obama unos días antes en su discurso por televisión. El comandante en jefe recordaba también a los soldados estadounidenses repartidos por todo el mundo y hacía especial mención a la misión de Afganistán en un momento en el que EE.UU. no se encuentra directamente activo en ninguna guerra.
El tema de la seguridad internacional ha sido una constante compartida por los países occidentales desde el final de la II Guerra Mundial. Desde un primer momento, Europa se apoyó en la seguridad proporcionada por Estados Unidos a través de su disuasión nuclear y su capacidad militar. Sin embargo, aún acabada la Guerra Fría, las naciones europeas han destinado un porcentaje mucho menor en defensa internacional en relación con sus presupuestos y su PIB. Bien es cierto que Europa no tiene capacidad militar para emprender acciones desde la unilateralidad, preferimos el cómodo papel de que los muertos que nos defiendan sean los de otros y opinar solo cuando las decisiones políticas de intervención en conflictos internacionales no son las adecuadas, o bien utilizar el derecho a veto de algún Estado europeo en el Consejo de Seguridad. La política no es siempre acertada, y bien lo ha pagado la nación norteamericana a través de sus muertos en conflictos como Vietnam o Irak (dejando a un lado Afganistán, algo más complejo), pero ¿qué puede ocurrir con el terrorismo internacional, con el Estado Islámico y todas sus células y simpatizantes extendidos de forma global si no se emprende una acción conjunta desde ya? Una acción que en ningún caso sería ya preventiva. ¿Qué están haciendo los Estados europeos al respecto?
Ese será uno de los temas principales que se tratarán en la visita del secretario de Estado norteamericano John Kerry a España el próximo fin de semana y aún más importante, el objetivo de la reunión es firmar el Pacto de la base de Morón. Un Protocolo de Enmienda al Convenio Bilateral de Defensa de 1988 que reforzará la presencia de soldados estadounidenses y que convertirá la base de Morón en la frontera militar del Sur de Europa. La ola de cambio político que está sucediendo en España hace que los norteamericanos no quieran retrasar más el acuerdo y esperar a las generales de noviembre. Desde luego, este acuerdo estará presente en los próximos debates electorales de nuestro país. Es probable que surjan nuevos eslóganes a lo “Bases fuera, OTAN no”, sin pensar en nuestra posición geográfica cuanto menos complicada.
La presencia de militares estadounidenses se verá como una intervención a nuestra soberanía, una amenaza y quién sabe si esto generará un nuevo sentimiento antiamericano. Confiemos en el discurso moderador de Obama tan adulado por la izquierda y mientras tanto, agradezcamos lo que otros nos han ayudado en un sacrificio al servicio y mando de una política, pero también de una nación y conjunto de ideales compartidos desde nuestro lado del charco.
“Tenemos con ellos una obligación sagrada, la de recordar su sacrificio (…)”, finalizaba Obama su discurso televisivo. Gracias desde esta tierra por vuestra ayuda. Desde Europa también se os rinde tributo.