Desilusión por Clinton, ilusión por Rodham

La imagen de una Hillary cercana al pueblo americano, como se presentaba en el vídeo de su campaña, se ha enturbiado en los últimos meses del verano volviendo a la cara impenetrable y fría, más característica de su faceta como secretaria de Estado, justificando una y otra vez el uso de su email privado. Las encuestas registran un descenso en picado del voto femenino en su candidatura en las Primarias Demócratas – del 71% al 42% en dos meses de acuerdo con la encuesta conjunta del The Washington Post y ABC News. ¿Será capaz de remontar el descenso e ilusionar de nuevo a sus partidarios?

Haciéndose de rogar en distintas comparecencias públicas y dejándose querer por los medios, la candidata demócrata fue preparando el terreno desde el verano del pasado 2014 hacia una nueva campaña, primero a las primarias y después a las presidenciales. Desde el comienzo, se vislumbraba una estrategia renovada con el asesoramiento de los coordinadores de la campaña de Obama en 2008. La candidata, además, iniciaba la carrera con una carta de presentación bien distinta de 2007. Se alejaba de su sillón y papel como Primera Dama y esposa de Bill Clinton, y se presentaba en el terreno como una más y con una amplia experiencia como secretaria de Estado a sus espaldas. Parecía haber escuchado y trabajado en su talón de Aquiles: su frialdad y lejanía del pueblo, convirtiéndose en una alternativa fuerte e ilusionante en cada aparición.

Sin embargo, el mal uso del correo electrónico privado en su etapa como secretaria de Estado y sobre todo, la falta de humildad al no reconocer el error durante meses, han calado en sus simpatizantes que vuelven a asociar al personaje con la carencia de honestidad y transparencia de “los Clinton” – rememorando un episodio de la memoria colectiva estadounidense y encasillando de nuevo a la candidata. Y no solo eso. La ilusión en esta carrera tampoco vive en el Partido Demócrata que parece que se encuentra en tiempo de barbecho. El partido no confía en ser reelegido para un tercer mandato –hecho que solo ha ocurrido una vez en la historia de EE.UU. y tampoco existe una causa contra la que luchar, como ocurrió en la campaña de 2008 cuando apostaron por contrarrestar los mandatos de Bush y su política hacia la guerra de Irak.

El contexto temporal es bien distinto de las anteriores primarias. Por el momento, Hillary no cuenta con un adversario fuerte, ha modernizado su campaña teniendo en cuenta las redes sociales y sobre todo, sigue contando con la admiración y simpatía de la mayor parte de la población.

¿Qué le falta entonces para superar las primarias y alcanzar la carrera presidencial? Exponemos los cuatro puntos que determinarán su elección o no como la candidata a las presidenciales.

1. Mejorar la “grassroot campaign”, su campaña desde abajo. Esto es, acercarse al ciudadano de a pie no desde el podio de un mitin, sino en su propia casa o comunidad. No se trata tan solo de una cuestión de empatía, sino también de alejarse de la idea preconcebida de que la candidata está más próxima a las élites de Wall Street que a los problemas de los ciudadanos.

2. Fortalecer el apoyo interno del partido. Quien gana la “campaña invisible”, gana las primarias. Así funciona tradicionalmente en los partidos. Hasta el momento, aunque en un clima de partido con pocas aspiraciones de presidencia, la candidatura más firme y con más apoyos es la de Hillary. El peligro reside en la posible candidatura de Joe Biden, que cambiaría por completo el escenario que ahora conocemos. Un hombre cuyo carisma y habilidades de negociación en el Congreso hacen peligrar la carrera de Hillary. Puede que sea demasiado tarde en cuestión de recaudación, pero en su luto mediático se hace entrever un candidato que reilusiona al electorado demócrata.

3. Apariciones con propuestas. Anunciando su campaña de manera tan temprana ha favorecido la recaudación. En estos momentos va en segunda posición con 67,8 millones de dólares después de Jeb Bush en primera posición con casi el doble, 120 millones de dólares. Con las arcas llenas, y sin olvidar la recaudación, puede permitirse pasar a un segundo plano durante unos meses. Sobre todo en un momento en que no cuenta con la simpatía de la prensa debido a las reiteradas explicaciones sobre su email y la falta de disculpas. Disculpas aceptadas, ahora toca cambiar el tema.

A su favor juegan las continuas provocaciones de distintos candidatos republicanos, noticias que cubren diariamente los medios. Sin caer en este juego, sus apariciones deberían ser más contadas y centrar el impacto en una iniciativa concreta. Esto es lo que se espera de un candidato al que ya se conoce y no tiene que venderse a sí mismo. Así, parece que lo han entendido sus jefes de campaña que esta semana se han centrado en su propuesta de reducir los costes de recetas médicas.

A Hillary se la percibe como un tanto dispersa, con muchos frentes abiertos. Este fue uno de los errores de la campaña de 2008 y que podría repetir en 2016, como opina Larry Sabato en su blog. Se trata, por tanto, de dar comienzo a una “campaña pre-presidencial”, dando por hecho que ella será la candidata demócrata a las presidenciales y obviando otros posibles rivales para evitar, de este modo, el desgaste y la confrontación. Una misión casi imposible.

4. Hacer historia. No hay que olvidar que Hillary es la única que hoy por hoy tiene posibilidades de pasar a la historia como la primera mujer presidente de los Estados Unidos. Pues, aunque Carly Fiorina ha mejorado en las encuestas, tiene más difícil los apoyos en el seno del Partido Republicano, haciendo complicada su llegada a la carrera presidencial.

Hillary encarna el papel de la mujer trabajadora y ambiciosa (en el buen sentido de la palabra), que renuncia a su carrera laboral en favor de su marido y su familia. Así le ocurrió cuando decidió seguir a su marido a Arkansas. Aún con el apoyo e impulso de su cónyuge, siempre ha estado relegada a un puesto asociada a otro nombre que no era el suyo. Pues incluso le costó mantener su apellido de soltera, Rodham. Su biografía llena de méritos ha convencido hasta el momento a las mujeres, grupo considerado “minoría” en cuestión de voto y oportunidades en Estados Unidos. Y es en las minorías donde Hillary tiene su fuerte. En las primarias demócratas de 2008 batió a Obama en 11 de 14 estados entre la minoría hispana.

¿Cómo recuperar la ilusión? No existe una única receta cuando se trata de percepciones. Lo más sensato sería recuperar a Rodham y dejar a un lado a Clinton, ofreciendo un personaje renovado y centrado en los problemas de las familias, los niños y la sociedad. En definitiva, escuchar a sus votantes.

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