Este año 2015, gracias a los proyectos de investigación del Instituto Franklin-UAH, el profesor Rubén Herrero de Castro y yo mismo, hemos publicado un libro titulado Aliados. Relaciones Transatlánticas: seguridad e imágenes en el Siglo XXI. En este libro analizábamos como habían sido los primeros años de las relaciones transatlánticas en el nuevo siglo, intentando establecer a través de un estudio sobre las percepciones, imágenes y las dinámicas de seguridad, cómo había cambiado esta relación tras el fin de la Guerra Fría, con los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la crisis de Irak en 2003, y ofreciendo algunas claves para el futuro. La renovación de las relaciones transatlánticas ha sido uno de los principales debates en estos últimos 25 años, y quizá más profunda y necesariamente, durante la última década. Reconocer los cambios en esta realidad ha sido también negado por ambos lados del Atlántico, durante demasiados años, aprovechando el dominio occidental en las relaciones internacionales durante la mayor parte del siglo XX. Seguramente, el debate de los cambios en la estructura del sistema internacional, afectan no sólo al cambio de la posición de la relación transatlántica a nivel mundial, sino también su significado y contenido. Las propias estrategias de seguridad nacional española y norteamericana reconocen estos cambios, y ven un nuevo marco geopolítico: un nuevo espacio transatlántico, que tiene un nuevo significado geoestratégico y geoeconómico.
No podemos mantener una visión limitada a Europa y América del Norte sobre la relación transatlántica: debe incluirse Latinoamérica y África debido a que estas áreas son parte de este nuevo espacio transatlántico que establece un conjunto de dinámicas (en economía y la seguridad, por ejemplo) que van más allá de la antigua relación entre Estados Unidos y Europa. Se debe definir esta nueva área, una más grande y más importante que el marco transatlántico previo, para comprender que la influencia política no es una cuestión de poder, sino que la estructura del campo en el que se ejerce esta influencia es de importancia. Es necesario pensar en términos de un marco renovado para desarrollar una nueva visión estratégica, no sólo para reconocer las realidades de la geografía, la economía y la seguridad, sino también utilizar esta nueva fuerza para la proyección transatlántica a nivel mundial: “Pivoting regionally, then acting globally”. Primero existen una serie de realidades de seguridad y económicas que no existían hace unos años, y desgraciadamente una serie de amenazas híbridas, desde el crimen organizado transnacional y el terrorismo; cambios en el mercado energético que pueden afectar positivamente a ambos lados del Atlántico; la colaboración e interés de socios latinoamericanos en la estructuras de seguridad transatlánticas, junto el creciente papel de varios de ellos en el Atlántico Sur y en el Pacífico; y la generación de acuerdos económicos y financieros, tales como el TTIP, los acuerdos UE-Canadá, y UE-México, con impacto regulatorio y geopolítico global de tal magnitud que no se limitarán solo al Atlántico. Realmente podemos de nuevo forjar un nuevo orden internacional fundado en los principios y valores que las relaciones transatlánticas han defendido probablemente desde hace 100 años. En el prólogo de nuestro libro Aliados, el profesor Manuel Pastor, recrea las palabras de Sir Francis Bacon en su obra New Atlantis: “The end of our foundation is the knowledge of causes, and secret motions of things; and the enlarging of the bounds of human empire, to the effecting of all things possible…Lastly, we have these we call Interpreters of Nature”. No dejemos las relaciones transatlánticas como el subtítulo de la obra de Bacon, A Work Unfinished.