El voluntario con gafas

860x520 22 Nov El voluntario con gafas

Desde los primeros viajeros norteamericanos a principios del siglo XIX hasta la actualidad, España ha sido un lugar de fascinación para los intelectuales venidos desde el otro lado del océano. La aventura que representaba España entonces y la perpetuación de los estereotipos sobre la imagen de nuestro país en la actualidad, han constituido para los viajeros de todas las épocas y procedencias geográficas una atracción especial.

En el periodo de entreguerras y durante la Guerra Civil española (1936-1939), España se convirtió en lugar de destino especialmente para los periodistas y escritores norteamericanos que buscaron en Europa la ración de aventura y romanticismo tardío que sus predecesores del siglo XIX habían encontrado. Un país tan exótico para el americano de clase media-alta, inmerso en una guerra donde el pueblo en armas resistía frente a los embates del agresivo fascismo, constituía un lugar ideal para estos hombres de letras.[1] Si tenemos que poner nombres a estos viajeros es muy probable que a la memoria del lector medio aparezca el rostro barbado de la figura más relevante de lo que Gertrude Stein etiquetó con el nombre de «Generación perdida»; Ernest Hemingway, que empapó (y bebió) de España su literatura con su recreación de las corridas de toros y sanfermines en Fiesta (The sun also rises, 1926), las aventuras de Robert Jordan volando puentes en la ofensiva de Segovia en Por quién doblan las campanas (For Whom the Bell Tolls, 1940) o la filmación junto al director de cine holandés Joris Ivens en Fuentidueña de Tajo (Madrid) del documental propagandístico “La tierra de España” («The Spanish Earth«, 1937). Sin embargo, el personaje de esta entrada es otro miembro de esa «Generación perdida» que acabó por perderse en la Guerra de España. Si hubo un escritor norteamericano que sintiera una especial atracción por nuestro país antes que el propio Hemingway y que fuera oscurecido por la personalidad del autor de Fiesta, ese escritor era John Dos Passos.

Nacido en Chicago en 1896 en una familia pudiente descendiente de portugueses, tras su graduación en Harvard, viaja por Europa y registra su primera visita a España en el invierno de 1916. Se alista, como otros tantos escritores e intelectuales norteamericanos, en el cuerpo de ambulancias durante la Primera Guerra Mundial (en Italia conocerá a Hemingway en 1918) y entre agosto de 1919 y abril de 1920 recorre de nuevo España impresionado por sus costumbres, paisajes y paisanaje; un país tan diferente a la América capitalista que había dejado atrás y que fascina a Dos Passos por su mezcla de historia, tradición y costumbres ancestrales, al mismo tiempo que destaca la individualidad de los españoles que poseen la brasa del impulso revolucionario que le fascinaría hasta la llegada de la que llamó “República de los hombres honestos”, la Segunda República española, en 1931. Fruto de aquel viaje de 1919-1920 es la publicación en 1922 de Rocinante vuelve al camino (Rosinante to the road again, 1922) donde un Telémaco alejado de la búsqueda del padre recorre España como un Don Quijote que quiere registrarlo todo y conocerlo todo[2]. Todo ello antes de la primera visita a Pamplona de Ernest Hemingway en 1923.

Por aquel entonces, Dos Passos ya había cultivado la amistad con José Robles Pazos, un joven compostelano licenciado en Filosofía y Letras que en 1920 conseguirá un puesto de profesor en la Universidad John Hopkins de Baltimore y cuya relación con Dos Passos materializaría la traducción al castellano de la obra más conocida del escritor norteamericano, Manhattan Transfer (1926) al mismo tiempo que su mujer, Margara Villegas, traduciría Rocinante vuelve al camino.

En abril de 1937, John Dos Passos viaja a España para colaborar con Hemingway y Joris Yvens en el documental “The Spanish Earth” como medio de propaganda para los Estados Unidos de la necesidad de intervenir en la Guerra de España en ayuda de la República. No obstante, a su llegada, se encuentra con Margara Villegas angustiada, agotada y enferma por la desaparición de José Robles Pazos, acusado de espionaje por parte del comité comunista. John Dos Passos comenzará a investigar la desaparición de su amigo y traductor hasta llegar a la evidencia casi demostrada de su captura, tortura y ejecución por parte de una brigada comunista vinculada al NKVD, la policía política stalinista que desde el inicio de la Guerra Civil intentó controlar a la República. El descubrimiento doloroso de la intransigencia del comunismo se completaron con la falta de humanidad de su “amigo” Ernest Hemingway, el cual le acusó de preocuparse demasiado de la muerte de José Robles pues, «¿Qué es la vida de un hombre en un momento como éste? No debemos permitir que nuestros sentimientos personales nos dominen«. John Dos Passos decidió abandonar el rodaje de “The Spanish Earth” y salir de España en dirección a Francia rompiendo definitivamente con Hemingway. En 1939, a su regreso a EE.UU. escribe The adventures of a Young man, una novela de formación donde el alter ego de Dos Passos, Glenn Spotswood, recorre los mismos paisajes que el escritor desde su infancia en la clase media-alta, pasando por el descubrimiento e ilusión del comunismo y su distanciamiento y desilusión con la ideología hasta su dramática muerte en la Guerra Civil española.

El caso José Robles fue resucitado por Ignacio Martínez Pisón en 2005 con la novela Resucitar a los muertos y, más recientemente (2015), con la elaboración del documental “Robles, duelo al sol”, de la directora Sonia Tercero, donde el nieto del escritor norteamericano, también llamado John Dos Passos, recorre los lugares de Madrid y Fuentidueña de Tajo siguiendo las huellas de su abuelo en aquel viaje a España en abril de 1937.

En 1966, dos después de la publicación póstuma de París era una fiesta (A Moveable Feast, 1964) de Hemingway, donde hablaba de sus compañeros de los años 20 y 30 con desprecio e ironía, un Dos Passos de setenta años publica su libro de memorias más español. Años inolvidables (The Best Times: An Informal Memoir, 1966[3]), donde relata sus viajes desde 1918 por Europa y la amistad cosechada con Hemingway hasta su ruptura en 1937 así como la nostálgica mirada a una época en la que Dos Passos recorrió el mundo buscando esa historia de las gentes, de sus paisajes y costumbres en una amalgama de romanticismo tardío y exotismo libertario. Un camino desde la  una colectividad en la que creía y el descubrimiento revelador de las miserias humanas que lo llevaron al desencanto y hastío de la política, de sus amigos y de las formas de vanguardia que lo habían encumbrado al olimpo literario en los años 20. Todos los especialistas en la obra de John Dos Passos afirman que, tras su paso por España, la vida y la escritura de Dos Passos sufre un giro hacia el conservadurismo. Es el final de los experimentos literarios y el regreso al empleo de una sola voz narrativa, de ser el escritor de la colectividad a la individualidad de quien se encierra en sí mismo, gira la espalda hacia las ideas renovadoras y permanece en conceptos más clásicos y estables. Sin duda John Dos Passos fue una víctima más de la Guerra Civil española.[4]

 


[1] Para un estudio asequible de los escritores extranjeros en la Guerra Civil puede consultarse: Preston, Paul. Idealistas bajo las balas. o Binns, Nial. La Llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra Civil. Montesinos, 2004.

[2] Montes, Catalina., La visión de España en la obra de John Dos Passos. Almar, Salamanca 1980. P.56

[4] El profesor de la universidad Complutense Nail Binns afirma la salida de España y el giro al conservadurismo de Dos Passos como una “baja literaria”. Binns, Nial., La Llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra Civil. Montesinos, 2004. P.187

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