Will Eisner, uno de los autores más importantes de la historia del cómic, ya fallecido, comentaba hace unos años la gran influencia que los dibujantes de cómic españoles tuvieron en los años 70 en la evolución de este medio en los Estados Unidos. Sin embargo, con el paso del tiempo este papel fundamental en el desarrollo del arte secuencial prácticamente se había olvidado. Por eso es una gran noticia la publicación, el pasado 18 de abril, por parte de la editorial estadounidense Dynamite Entertainment de un libro que, bajo el nombre de Masters of Spanish Comic Book Art, rinde tributo a los autores españoles de cómic que revolucionaron los cómics de terror en Estados Unidos en la ya citada década de los 70. El libro incluye el trabajo artístico de más de 80 dibujantes de nuestro país encabezados por nombres tan importantes en el cómic estadounidense como Esteban Maroto, José González, Víctor de la Fuente, Jordi Bernet o José Ortiz. La importancia de la publicación de este libro es que es la primera vez que se realiza una recopilación de este tipo que viene a hacer justicia con el trabajo de estos artistas.
Haciendo un poco de historia, el dibujante español de cómic siempre ha tenido que buscar su sustento fuera de nuestras fronteras. La falta de una industria sólida en torno al medio del arte secuencial o la precariedad de la misma, ha sido la causa histórica de la imposibilidad de obtener un salario adecuado trabajando exclusivamente para el mercado nacional. Sin embargo, la calidad media del dibujante español siempre ha sido sorprendentemente alta dada las pocas facilidades que, tradicionalmente, ha encontrado para la realización de su trabajo. La conjunción de esos dos factores, la alta calidad artística y la baja compensación económica, hizo que, desde muy pronto, los dibujantes españoles buscaran trabajo, a través de agencias en la mayoría de los casos, es decir, trabajando desde España, en otros países europeos, fundamentalmente en Gran Bretaña y en los países escandinavos. El precio que pedían estos dibujantes, dada la situación económica española, era muy competitivo respecto a sus compañeros de profesión del resto de Europa y su calidad artística, no solo no tenía nada que envidiar a la de sus colegas, sino que en ocasiones era muy superior. Esos dos factores hacen que en las revistas de cómics europeas de los años 50 y 60 se puedan encontrar miles de páginas realizadas por dibujantes españoles, muchas de ellas sin acreditar.
Ya en los años 70, se produce en Estados Unidos un boom de los llamados magazines de cómic para adultos. Algunos editores, harta de las limitaciones de la censura impuesta por el Comics Code, un código interno de censura que había convertido el cómic norteamericano en un medio de género único, el de los superhéroes, por su capacidad de contar historias aptas para todos los públicos, tuvo la idea de publicar cómics en formato magazine, un poco más grande que el tamaño tradicional del comic-book norteamericano, y que, dadas las peculiaridades del sistema de distribución de revistas en Estados Unidos, podía publicarse directamente sin pasar la censura del código, ya que se suponía que se trataba de publicaciones dirigidas a un público adulto. Entre todos estos magazines, una de las editoriales que más destacó fue Warren Publishing, creada por Jim Warren, dedicada fundamentalmente a publicar cómics de terror y cuyas cabeceras más importantes son las hoy ya míticas Creepy, Eerie o Vampirella. En dichas series se publicaron historias de lo más selecto entre los autores del cómic estadounidense de la época, alcanzando una calidad media muy notable y pudiendo tratar temas sociales de gran complejidad gracias a la libertad artística que suponía el no estar sometidos a la censura.
La gran cantidad de páginas que producía Warren mensualmente hizo que necesitara contratar el trabajo de una gran cantidad de autores a ser posible a bajo coste. Esto, unido a su buena relación con agencias como la española Selecciones Ilustradas, hizo que los dibujantes españoles encontraran cierta facilidad para acceder a encargos para el mercado de los magazines de cómic norteamericanos. Casi inmediatamente, Warren y otros editores, se dieron cuenta de que no se trataba solo de mano de obra barata, sino que la calidad media de las páginas producidas desde España era muy elevada. Como dice David Roach, editor del libro “artistas como Pepe González, Luis García, Fernando Fernández, Sanjulián y Enrich dibujaban y pintaban de forma tan realista que su nivel parecía imposible de alcanzar por sus acólitos”, refiriéndose a los artistas estadounidenses que trataban de imitarlos. Por ese motivo, el número de encargos se fue multiplicando no solo para la propia Warren, sino también para otras editoriales como Skywald o la propia Marvel Comics que abrió su propia línea de magazines tratando de aprovecharse del éxito que este tipo de formato cosechó en dicha década, quizá ocasionado por el hartazgo que algunos lectores sentían respecto a los esquemas narrativos que consideraban repetitivos del cómic de superhéroes.
Los condicionantes del mercado hacen que, en 1983, los magazines de cómic dejen de publicarse dando paso a otro tipo de formatos. Dado que las obras de esa época no se empezaron a reeditar de forma exhaustiva hasta muy recientemente, muchos de esos dibujantes fueron olvidados por las nuevas generaciones de lectores. Por ese motivo, la publicación de una obra como Masters of Spanish Comic Book Art viene, no solo se dedica a hacer justicia con estos artistas, sino a narrar una parte importante de la historia del papel que jugaron algunos autores de nuestro país en la cultura popular norteamericana.