Hoy, 14 de septiembre, se cumplen 150 años de la publicación en Hamburgo del primer volumen de El capital. Pocos saben que una buena parte de los fundamentos de ese libro que cambió para siempre la interpretación de la historia se deben al antropólogo estadounidense Lewis Henry Morgan (1818-1881).
Los cambios científicos y tecnológicos de la Revolución Industrial que tenían lugar en toda Europa a mediados del siglo XIX estaban teniendo un elevado coste social y político. Se publicaron muchos documentos sobre la pobreza y las malas condiciones higiénico-sanitarias de los habitantes de las ciudades, la superpoblación, el trabajo infantil y las condiciones de explotación de los trabajadores fabriles. La llamada «cuestión social» provocó lo que hoy llamaríamos una alarma social generalizada. Mientras tanto, la censura, la represión, el poder de la aristocracia y la exclusión de las clases trabajadoras del sufragio universal exacerbaron el creciente descontento político.
Observar, analizar y sintetizar esos cambios fue el objetivo del economista renano Karl Marx (1818-1883). Marx expuso los conceptos de trabajo, comercio y mercado global en El capital, cuyo primer volumen se publicó el 14 de septiembre de 1867. El impacto del libro sobre la economía, la política y la sociedad ha sido formidable. Múltiples ideas y conceptos surgidos del pensamiento de Marx han impregnado áreas de investigación científica tan dispares como la robótica y la teoría evolutiva.
Lo extraordinario de El capital es que ofreció una imagen todavía inigualada del dinamismo del capitalismo y de la transformación de las sociedades a escala global. Introdujo en el léxico conceptos tales como «mercancía» y «capital», y destacó algunas de las vulnerabilidades del capitalismo, incluyendo su perturbadora influencia en estados y sistemas políticos. La elección de Donald Trump, el voto a favor del Brexit y el auge del populismo en Europa y en otros lugares pueden entenderse como efectos indirectos de los cambios en la división mundial del trabajo: la redistribución geográfica de aspectos clave de la producción moderna de Europa y Estados Unidos. Tales acontecimientos a escala global fueron identificados conceptualmente por Marx como el «impulso irrefrenable de la empresa capitalista hacia la expansión».
Las ideas y sugerencias de Marx acerca de la progresión de los sistemas económicos y su relación con determinadas sociedades han influido enormemente en las ciencias sociales, especialmente en la antropología, la sociología y la historia. La influencia de Marx en la antropología se debe en buena parte a que el propio Marx estuvo, a su vez, profundamente interesado en la etnología, especialmente en los trabajos del antropólogo estadounidense Lewis Henry Morgan, que fue pionero en estudios de parentesco y desarrolló una teoría de la evolución social en Ancient Society (La sociedad primitiva, 1877). Partiendo de esta y otras fuentes, Marx elaboró en sus últimos y más fecundos años, el concepto de comunismo primitivo: la idea de que las culturas tradicionales, las que existieron antes del advenimiento de la propiedad privada y del Estado, defendían la propiedad común y la igualdad social.
El descubrimiento de restos humanos junto a huesos de animales extinguidos en las cuevas Brixham Cave y otros lugares a mediados del siglo XIX puso de manifiesto que la especie humana tenía una mayor antigüedad de lo que se había pensado hasta entonces. Lewis H. Morgan afrontó el reto de reconstruir esa prehistoria. Lo consiguió en La sociedad primitiva, el último de sus libros, en el cual llevó a cabo una descripción detallada de la historia de la humanidad y cómo había tenido lugar la evolución de la sociedad.
En esencia, el libro desarrolla una idea central que Morgan deja bien clara en el primer capítulo (Ethnical Periods): «La gran antigüedad del hombre sobre la tierra ha quedado concluyentemente establecida. […] Ahora es posible asegurar, sobre pruebas convincentes, que el salvajismo precedió a la barbarie en todas las tribus de la humanidad, como se sabe que la barbarie ha precedido a la civilización. La historia de la raza humana es una en origen, una en experiencia, una en progreso».
La evolución social de la humanidad, según Morgan, había sido única y lineal, pasando por tres grandes etapas o períodos étnicos: el salvajismo, la barbarie y la civilización. Morgan dividió las dos primeras etapas de desarrollo en tres, quedando configurado su esquema evolutivo de la humanidad en siete períodos. Cada una de estas etapas de la historia de la humanidad se había caracterizado por un grado de progreso distinto, apreciable en cuatro dimensiones del desarrollo social y cultural: la tecnología, el gobierno, la familia y la noción de propiedad.
La segunda parte de La sociedad primitiva está dedicada a exponer el desarrollo de la idea de gobierno. Morgan distingue entre dos sistemas de gobierno: la societas, una forma de organización social basada en la gens, la fratría y la tribu, propia de la sociedad antigua (salvajismo y barbarie); y la civitas, una forma de organización política basada en el territorio y la propiedad, característica de la sociedad moderna (civilización).
En la última parte del libro, la que más interesó a Marx y Engels, Morgan hace un breve repaso del desarrollo de la idea de propiedad. Relaciona, por una parte, el desarrollo de este concepto con el progreso tecnológico y, por otra, la regulación de su posesión y herencia con la evolución de la organización social en los sucesivos períodos étnicos: «Las más tempranas ideas de propiedad estaban íntimamente asociadas a la obtención de la subsistencia como la necesidad primaria que era. Naturalmente, los objetos de propiedad se incrementarían en los sucesivos períodos étnicos con la multiplicación de aquellas artes de las que dependían los medios de subsistencia. El crecimiento de la propiedad seguiría así el mismo ritmo que el progreso de los inventos y los descubrimientos. […] El crecimiento de la propiedad está así estrechamente vinculado al incremento de los inventos y descubrimientos y a la mejora de las instituciones sociales que marcan los diversos períodos del progreso humano» (Ancient Society: 535).
Marx y Engels leyeron con interés la obra de Morgan, en particular esta última parte. Marx tomó numerosas anotaciones, que más tarde Engels utilizó para la redacción de su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884). Más de la mitad del libro de Engels es una glosa del texto de Morgan, sobre todo la parte que concierne a la “sociedad primitiva”. Engels propone una teoría para explicar el origen de la familia y del Estado, en la cual las condiciones económicas y la propiedad privada juegan un papel fundamental. Como Marx, considera que el modo producción es lo que determinaba la historia, y desde esta perspectiva materialista realiza la lectura e interpretación del libro de Morgan.
Si El capital se ha convertido hoy en uno de los grandes hitos del pensamiento decimonónico, no es porque haya logrado identificar las «leyes evolutivas” del capital. Marx no produjo un esquema definitivo ni de las raíces del modo de producción capitalista ni de su supuesta muerte. Lo que hizo fue conectar el análisis crítico de la economía de su tiempo con sus raíces antropológicas e históricas. Al hacerlo, inauguró un debate sobre la mejor manera de reformar o transformar la política y las relaciones sociales que ha continuado desde entonces.