A pesar de las distintas iniciativas en relación a la prevención del radicalismo/extremismo violento o, como se le conoce en inglés, violent extremism, lo cierto es que tanto en Europa como en Estados Unidos la puesta en práctica de este tipo de medidas tienen que desarrollarse de forma más generalizada, siendo parte integrante no solo de las políticas de los distintos gobiernos, sino también de la mentalidad de los ciudadanos.
La Casa Blanca, ya en 2015 con la administración Obama, había realizado una conferencia de tres días sobre la lucha contra el radicalismo violento (counter violent extremism-CVE), que reunía a líderes locales, federales e internacionales, incluyendo al presidente Obama y ministros extranjeros. El objetivo principal era el de discutir medidas concretas por parte de los Estados Unidos y sus socios para desarrollar enfoques orientados hacia la comunidad, para contrarrestar las ideologías extremistas de odio que radicalizan, reclutan o incitan a la violencia. Incluía los programas de concienciación que contenía indicadores sobre la radicalización y reclutamiento para la violencia; contranarrativa contra el extremismo que tuviera como objetivo lucha contra las narrativas de reclutamiento extremista violento, como las contranarrativas online; y enfatizar la iniciativa liderada por la comunidad, empoderando los esfuerzos de la comunidad para interrumpir el proceso de radicalización antes de que un individuo se involucre en actividades delictivas. Esto quedaba enmarcado en la primera estrategia nacional para prevenir el extremismo violento que se lanzó en 2011 y que es conocida como Empowering Local Partners to Prevent Violent Extremism in the United States. En enero de 2017 la administración Trump anunció el cambio de nombre por Countering Islamic Extremism. La página web del Departamento de Seguridad Nacional muestra las líneas de trabajo en materia de la lucha para la prevención del terrorismo y para la lucha y los recursos contra el extremismo violento.
El programa en líneas generales ha sido objeto de muchas críticas, algunos grupos de derechos civiles y algunas agrupaciones islámicas han criticado el programa por ser poco efectivo y por atacar injustamente a las comunidades musulmanas. A esto se suma que la contrapropaganda o contranarrativa tampoco ha sido exitosa, creándose distintos centros que tuvieron que ser cerrados o sustituidos por otros. Lo que sucedió con el establecimiento del Centro de Comunicaciones Estratégicas Antiterroristas (CSCC) del Departamento de Estado para contrarrestar la propaganda terrorista, que fue cerrado posteriormente por el Departamento de Estado ante el fracaso del programa y sustituido por el Global Engagement Center. Esto pone de manifiesto la necesidad de una implicación más eficaz en este tipo de iniciativas, el terrorismo islamista radical de corte yihadista se nutre de la vulnerabilidad de los individuos que son proclives a la radicalización violenta, de lo que se deduce la necesidad de invertir recursos y voluntad política para que este tipo de iniciativas salgan hacia adelante.
A nivel internacional la UNESCO también tiene documentos acerca de la importancia no solo de la lucha contra el extremismo violento sino de la importancia de su prevención, comprometiéndose con el Plan de Acción de la Secretaria General de la Naciones Unidas para la Prevención del Extremismo Violento, que data del año de 2015.
Por su parte, en Europa existen iniciativas a través de instituciones como el RAN (Radicalisation Awareness Network) financiado por la Comisión Europea, que reúne a expertos europeos para trabajar en la prevención de la radicalización; o con proyectos de la Unión Europea como CT MORSE, que proporciona una monitorización de las políticas y apoyo para las acciones de El Instrumento de la Unión Europea en pro de la Estabilidad y la Paz (IcSP), en la lucha contra el terrorismo y el extremismo violento en terceros países.
En España también se ha puesto en marcha el Plan Estratégico Nacional de Lucha Contra la Radicalización Violenta, cuya implantación a día de hoy tiene que ser más efectiva. Se han realizado distintos programas pioneros a este respecto como en la ciudad de Málaga en 2015 cuyos resultaron fueron positivos, o algunos de la Fundación al-Fanar en institutos. El Ministerio del Interior desde finales de 2016 puso en marcha un plan de estado para la “defensa social de España”, ante la radicalización en la cárcel de presos islamistas y también de los comunes. Cuenta con imanes moderados en el marco del Convenio que tienen firmado las instituciones penitenciarias con la Federación Islámica. El 7/4/2016 entró en vigor la resolución publicada por el BOE de la dirección General de Evaluación y cooperación Territorial por la que “publican los currículos de la materia de Religión Islámica en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato”, diseñado por la Comisión Islámica de España. No sabemos en qué medida esto se ha implementado. Además, el Ministerio del Interior cuenta con una página web denominada STOP RADICALISMOS, para la lucha contra la radicalización y el extremismo violento, aunque dudamos del carácter preventivo que pueda suponer, ya que parece más una página web de denuncia. Necesitamos hacer una valoración de la eficacia de todas estas medidas a día de hoy.
Las medidas en el ámbito de la desradicalización son otro elemento fundamental a tener en cuenta, cobran relevancia a la hora de implementarlas en aquellos individuos que puedan viajar y colaborar en el área geográfica donde se encuentra el grupo islamista radical yihadista que los ha reclutado, o incluso si se encuentran con la voluntad de atentar en un país occidental. Los programas de desradicalización deben aplicarse también con aquellos individuos que regresan a sus países de origen, una vez han colaborado con alguna agrupación terrorista en las regiones en las que operan; se debe hacer una clasificación de los individuos por edades, nivel de socialización, y tiempo que han permanecido en con las organizaciones terroristas, entre otras.
Queda mucho trabajo por hacer para prevenir el radicalismo y el extremismo violento además de aplicar medidas de desradicalización, sin olvidar que no todo radicalismo comporta violencia, pero todo acto violento es radical; requiere de políticas que se apliquen en el ámbito nacional, municipal y local. Necesitamos programas de colaboración con las mezquitas y con distintas organizaciones civiles. Que se trabaje para eliminar la islamofobia, la elaboración de programas de empoderamiento de la mujer con proyectos entre mujeres musulmanas y no musulmanas, programas para la eliminación de estereotipos, entre tantas otras medidas que deben ser parte fundamental de la educación en las escuelas, institutos y universidades. Necesitamos luchar contra el terrorismo que no tiene visos de desaparecer a corto plazo, es un imperativo prevenir desde el ámbito social, cultural y religioso la radicalización y el extremismo violento aplicando también medidas de desradicalización; esto puede contribuir a hacer un mundo más seguro y a desnudar las ideas de aquellos que con objetivos políticos concretos manipulan la religión para conseguirlos.
Escrito por Hana Jalloul Muro, doctora por la Universidad Complutense de Madrid en el departamento de Relaciones Internacionales y Derecho Internacional Público y Máster en Unión Europea: Gestión de recursos comunitarios y Relaciones Internacionales. Junior Expert de la Comisión Europea en el Líbano y profesora asociada en la Universidad Carlos III de Madrid en el grado de Relaciones Internacionales y en la Universidad de Nebrija.