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Estalla el delicado balance entre China y EE. UU.

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El pasado 28 de enero, las autoridades aeroespaciales norteamericanas detectaron un globo de origen presumiblemente chino atravesando el estrecho de Bering por las islas aleutianas, pero sorprendentemente en vez de continuar en dirección al Polo Norte atravesó Canadá, realizó una extraña maniobra (iba equipado con hélices y timones) y entró en el espacio aéreo norteamericano. Las primeras acusaciones de espionaje al gobierno chino fueron inmediatamente respondidas por las autoridades de Pekín, alegando que debían realizar una serie de comprobaciones para corroborar la pertenencia de la nave. Una vez reconocida su posesión, aseguraron los chinos que se trataba de un globo lanzado con intencionalidad científica que, desgraciadamente, se había desviado de su recorrido. La posterior falta de explicaciones al respecto, sin ofrecer tipo alguno de información sobre la compañía o universidad que llevaba a cabo el pretendido estudio meteorológico, hace sospechar que se trataba de una burda excusa. El presidente Biden ha asegurado que más allá de cualquier duda “China nos estaba espiando”.

Tampoco el gobierno americano ni el NORAD (North American Aerospace Defense Comand) han sido prolíficos al ofrecer explicaciones sobre el recorrido del globo. Al parecer sobrevoló zonas especialmente sensibles como la base aérea de Malmstrom en Montana, donde se encuentran 150 silos de misiles intercontinentales; la base de la fuerza aérea del Comando Estratégico que controla el arsenal nuclear; y la base aérea Whiteman en Missouri donde se encuentran gran parte de los bombarderos B-2. También hemos sabido estos días que no es la primera vez que ocurre un incidente de estas características, pues durante la presidencia de Donald Trump se tiene constancia de que al menos 4 artefactos similares surcaron la estratosfera estadounidense sin haber tenido constancia de ello, si bien no sobrevolaron zonas militarmente sensibles.

El recorrido del conflictivo globo finalizó cuando un F-22 Raptor lo derribó sobre el mar en la costa de Carolina del Sur. El análisis de los restos ya recuperados y la información que proporcionen los aviones espías que lo escoltaron durante su periplo norteamericano arrojará luz sobre el verdadero objetivo del globo chino. En cualquier caso, las consecuencias de tan singular episodio están teniendo repercusión en el ámbito nacional y también internacional.

En el ámbito doméstico, los republicanos no desaprovecharon la ocasión de recriminar al presidente su demora en derribar el artefacto. Imputación bien respondida por el presidente, remitiéndose a los informes de defensa en los que aconsejaban llevar a cabo tal acción cuando no corriera peligro vida humana alguna, como así se hizo. En su discurso del pasado miércoles sobre el estado de la nación, Biden se refirió al episodio de la siguiente manera: “No se equivoquen al respecto: como dejamos claro la semana pasada, si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger nuestro país. Y lo hicimos”.

Mayor recorrido tiene la repercusión internacional en lo relativo a las relaciones entre Estados Unidos y China. Consecuencia directa del altercado fue la inmediata suspensión del viaje a China que el domingo iba a realizar el Secretario de Estado, Antony Bliken. China calificó de “exagerada sobreactuación” el posterior y referido derribo el pasado sábado del globo aerostático, y Xie Feng, Viceministro de Asuntos Exteriores Chino, afirmó que se “habían dañado gravemente las relaciones bilaterales”.

En tablero geopolítico, este incidente supone un claro retroceso en la reconstrucción de las relaciones bilaterales que Biden y Jinping iniciaron en Bali el pasado mes de noviembre. De una u otra forma, el nuevo distanciamiento tendrá una indudable repercusión en la guerra de Ucrania, donde China está lejos de ser un mero actor como pretende trasmitir. Pero más allá de esta consecuencia y la secuela que pueda tener en todo el asunto de Taiwán, cada día más complejo y enrevesado, lo que deja claro este altercado de tintes militares es que China ha sustituido a Rusia como potencia mundial a considerar en el ámbito del espionaje. Se ha certificado que al menos tres aparatos de similares características están sobrevolando áreas de Latinoamérica; puede que nos encontremos en los albores de una nueva Guerra Fría.

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