Los meses entre las elecciones de mitad de mandato, y el año de la elección del presidente suelen ser considerados como períodos de simple transición. Este 2023 bien pudiera haberse ajustado a la norma, pero con un actor en escena como Donald Trump y dos conflictos internacionales de envergadura, como en Ucrania e Israel, calificarlo simplemente de “transitorio” o “circunstancial” resulta un tanto reduccionista.
Todavía con la resaca navideña conocimos la insólita noticia de los documentos clasificados hallados en la oficina de Biden correspondientes a su etapa como vicepresidente. En marzo comenzaron las primeras comparecencias de Donald Trump en los juzgados, siendo una de las más mediáticas la acontecida a comienzos de abril ante el Gran Jurado de Nueva York. El mes finalizó con el “esperado” anuncio de Joe Biden proclamándose candidato a las primarias demócratas del 2024 —algo que algunos pensamos está por sustanciarse—. En mayo fue Ron DeSantis, político emergente tras su éxito en las elecciones de mitad de mandato, quien anunció su presencia en la carrera de las primarias republicanas —candidatura, dicho sea de paso, que progresivamente va perdiendo fuelle y fuerza en beneficio de la otrora embajadora ante la ONU, Nikki Haley—.
Además, aquel mismo mes el presidente Sánchez visitó la Casa Blanca. El verano estuvo marcado por las continuas entradas y salidas de Trump por distintos juzgados del país. Terminó la estival estación con la espada de Damocles del “Shut Down” del gobierno norteamericano que, como es habitual, no llegó a producirse. El otoño comenzó con la revolución trumpista entre los republicanos de la cámara de representantes que derrocó de la presidencia al moderado Kevin McCarthy en beneficio del ultraconservador Mike Johnson. Pero fueron sin duda los atentados de Hamas y la posterior reacción de Israel lo que ha marcado la política exterior norteamericana más allá de la prolongada guerra en el este europeo y el cuestionamiento republicano sobre la ayuda armamentística a Ucrania. Todo ello aderezado con los habituales y recurrentes tiroteos en universidades o supermercados, los debates televisivos entre candidatos republicanos con la ausencia del verdadero protagonista, y el fallecimiento de un político tan cuestionado como eficaz, Henry Kissinger. Asimismo, dos espías norteamericanos fueron expulsados de España por recabar información no autorizada de sendos agentes del CNI español.
La guinda de este pastel —tal vez fuera más apropiado escribir la “traca final”— se está produciendo en el momento de escribir estas líneas. Me refiero a la inesperada disposición del Tribunal Supremo del estado de Colorado negando al expresidente Donald Trump la posibilidad de presentarse como candidato presidencial por aquel estado, aludiendo a la sección 3ª de la Enmienda 14 en la Constitución de los Estados Unidos. El origen de la sección se encuentra en las preocupaciones decimonónicas de que los rebeldes sureños, en particular Jefferson Davis, pudieran optar y eventualmente ocupar la presidencia de la nación. A lo largo de la historia nunca llegó a ser utilizada contra candidato presidencial alguno, pero los lamentables acontecimientos del asalto al Capitolio en enero del 2021, auspiciado por el presidente saliente según el grupo demandante —los “Ciudadanos por la responsabilidad y la ética en Washington”— imposibilitan al cuestionado expresidente para optar a la reelección.
No era este el primer caso presentado contra Trump bajo la misma normativa legislativa. Anteriormente había cursado idéntica demanda otro grupo de tendencia liberal, “Libertad de expresión para el pueblo”, en estados como New Hampshire, Michigan, o Minnesota, siendo rechazada en todos los casos. También lo fue en primera instancia la de Colorado, pero los demandantes recurrieron al Tribunal Supremo del Estado, con miembros propuestos por gobernantes demócratas, donde por un ajustado 4-3 se optó por la prohibición. La “sentencia” en absoluto representa el punto final, pues los abogados del imputado ya han anunciado que recurrirán el veredicto en instancias superiores y es previsible que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, de clara mayoría republicana (6-3), revoque lo resuelto en Colorado. Se trata, en cualquier caso, de un nuevo frente, que bien pudiera multiplicarse en otros estados, en su “largo y ventoso camino”, que cantaron los Beatles, a la Casa Blanca.