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Todo decidido (o casi) tras el supermartes electoral

Young hispanic man writing on checklist at electoral college

Ayer se dirimía poco o nada en el ya famoso supermartes de marzo de las primarias presidenciales de Estados Unidos. No ha sido, ni mucho menos, como aquel primer martes de marzo de 2008, conocido como “Super Duper Tuesday” por el número de estados, 24, y electores llamados a las urnas. Aquel martes, en el bando demócrata, Obama y Clinton medían sus candidaturas, todavía con las espadas bien en alto, pues ambos llegaban con posibilidades intactas de obtener la nominación. Esa “noche de transistores” modernos, que, para los desvelados, como en mi caso, fueron las retrasmisiones de la CNN y la Fox, nos dejó un empate técnico entre el futuro presidente y la futura secretaria de Estados Unidos. Obama ganó en número de delegados y de estados, pero Hillary, como le ocurriera en 2016 en las presidenciales, ganó el voto popular, si bien, por un escaso margen. No fue hasta el mes de junio, que Obama consiguió la candidatura y los delegados -y superdelegados,- necesarios para concurrir como candidato demócrata oficial a los comicios de noviembre. El resto ya es historia.

Dieciséis años después, este primer martes marceño de 2024 ha sido el menos “super” de las últimas contiendas electorales estadounidenses -a pesar de que, como siempre, Donald Trump lo haya querido “vender” como el más grande desde que hay registros. Casi antes de que comenzaran los recuentos, ya se daba por ganadores seguros a Biden y a Trump en estados como Virginia y Carolina del Norte. Dada la diferencia horaria entre el este y el oeste del país, hubo que esperar un poco más para conocer los resultados finales, pero no hubo una gran sorpresa y tanto el octogenario candidato demócrata, como el no mucho más joven postulante republicano, se proclamaban vencedores en la mayoría de los 15 estados en los que se celebraban primarias y caucus. Las dos únicas excepciones se dieron en Vermont, por el lado republicano, y en el territorio de la Samoa Americana, por el bando demócrata. En este último, donde se elegían delegados para la Convención Nacional, pero cuyos habitantes no podrán votar en las presidenciales, parece ser que Biden empató en delegados con un empresario llamado Jason Palmer, quien, además, le superó en porcentaje de votos. Nada transcendental, por otra parte, en la renominación del actual inquilino de la Casa Blanca.

Un poco más de relevancia puede tener la victoria en Vermont de la exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora de los EE.UU. en la ONU, Nikki Haley. En ese estado, tradicionalmente de pensamiento muy liberal, incluso entre los republicanos que en él viven, Haley se ha hecho con los 17 delegados que había en liza. Este triunfo, que no se puede denominar como una “gran victoria”, lo ha conseguido Halley con poco más de tres mil votos de diferencia con su contrincante, Donald Trump. La lectura aquí, de cara a la inevitable y repetida contienda entre los dos ancianos, ahora mismo, más famosos del mundo -ya no tenemos a HM Elizabeth II, – es la poca capacidad de movilización del electorado que ambos candidatos parecen tener. Los afectos a Trump le siguen siendo fieles, como se ve en los mítines a los que acude el neoyorkino. Sin embargo, hay señales en el Partido Republicano de que el ala más liberal puede que se abstenga de votar el próximo 5 de noviembre. Pero el mismo escalofrío recorre por el Partido Demócrata, puesto que el de Pensilvania tampoco levanta pasiones entre sus electores, especialmente los jóvenes, y todo parece indicar que necesitará de todos los apoyos posibles si quiere, de nuevo, derrotar al (casi seguro) candidato republicano. Parece que los dos partidos -y ambos contendientes, – ya están pensando más en clave presidencial, que en las propias primarias.

Por último, tampoco hay que olvidar que, estableciendo un símil tenístico, aunque las elecciones presidenciales son lo que es a Roland Garros jugar en la Philippe-Chatrier o en Wimbledon en la Centre Court, la realidad es que en esta jornada pasada también se han jugado unas primarias clave en infinidad de otras pistas como son las primarias al Senado, a la Cámara de Representantes, y a algunos gobernadores de estados, como en Texas. En el caso de la Cámara, es interesante Carolina del Norte, cuya Asamblea General, de amplia mayoría republicana, ha redibujado el mapa de los distritos electorales, partiendo los distritos demócratas para conseguir retener una holgada mayoría en los representantes federales del estado. Este proceso, conocido como “congressional redistricting” o “gerrymandering” no siempre tiene que ser partidista y negativo, pues puede representar un componente social muy significativo al permitir que, grupos tradicionalmente excluidos del poder, puedan elegir miembros de su comunidad para puesto de alta responsabilidad política. Esto es, por ejemplo, lo que ha ocurrido en Alabama, donde un Tribunal Federal aprobó un nuevo mapa de los distritos congregacionales del estado que favorece a los votantes afroamericanos. Hasta ahora, y pese a ser el 27% de la población, ese grupo solo podían ganar de forma clara en uno de los siete distritos en los que se divide Alabama. Tras la decisión judicial, puede que en noviembre dos afroamericanos, abogados de profesión, representen a sendos distritos en la Cámara de Representantes del país.

En definitiva, tras un nuevo “supermartes” está todo o casi todo resuelto en este nuevo episodio del serial en el que se ha convertido la elección del hombre (si Halley no lo evita, y parece que no) más poderoso del mundo. Como siempre, el espectáculo político del “supermartes” en los Estados Unidos ha puesto el letrero de “To be continued…”

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