Lo que las encuestas dicen de Biden, las protestas universitarias pro-Palestina y su efecto en las elecciones

Lots of colorful tents on a meadow in a summer day during music festival

El gran problema de Biden no son los estudiantes universitarios que le llaman “Joe el genocida” cuando protestan contra la guerra en Gaza. Esos estudiantes tampoco son tantos y muchos de ellos, aunque ahora no lo sepan, acabarán votándole en noviembre de todas formas. El problema de Biden, y es un problema político enorme, está en estos momentos viendo esas protestas por televisión o en redes sociales. Me explico:

1- El peso específico de las protestas universitarias es limitado

En las próximas elecciones, los jóvenes de entre 18 y 24 años van a representar quizás el 10% del electorado y, siendo generosos, eso quiere decir que a lo mejor un 5% de los votantes serán estudiantes universitarios. Dentro de ese 5% habrá muchas opiniones diferentes y la influencia política de las protestas está limitada también por su distribución geográfica: de las 25 protestas universitarias más importantes sobre Gaza, según Associated Press, solo dos están en los swing states, en los estados donde normalmente se deciden las elecciones presidenciales.

El peso político de este tipo de protestas nunca ha estado en su número, sino en su influencia. A pesar de las analogías con las grandes revueltas de la era de Vietnam, las de Gaza hoy son mucho menos masivas, menos violentas y menos influyentes, al menos de momento. En 1968 el movimiento pacifista consiguió que el presidente no se presentara a la reelección y casi impide a la convención del Partido Demócrata en Chicago nombrar a un candidato para sucederle. Hoy no se está viendo nada ni parecido.

2- ¿Cuántos votos le cuesta esto a Biden?

Hace cuatro años Joe Biden ganó la presidencia sacándole a Trump 25 puntos de ventaja entre los votantes de 18 a 29 años. Hoy, dicen las encuestas, su ventaja en ese grupo de edad es quizás tres veces menor. ¿Cuánto tiene que ver Gaza en eso? Es complicado. Los jóvenes estadounidenses tienen el doble de simpatía por la causa palestina que la población general y tres veces más que los mayores de 65, pero, ¿va a cambiar eso el sentido de su voto?

Todos los que protestan saben quién es el rival de Joe Biden en noviembre y que Donald Trump no va a ser quien reduzca el apoyo a Israel. Otra cosa es que algunos lleguen a la conclusión de que no merece la pena molestarse en ir a votar, pero las encuestas también nos dicen que a los votantes jóvenes les importa Gaza, pero mucho menos que otros asuntos como la economía, el medio ambiente o el derecho al aborto. Esto no quiere decir que Biden no tenga un problema con los votantes jóvenes, lo tiene, pero no necesariamente a cuenta de Gaza.

Biden nunca fue un candidato-icono ilusionante para los jóvenes al estilo de Obama, fue la alternativa a Trump y sigue siéndolo a sus 81 años. En una encuesta en los swing states, un 18% de los votantes jóvenes se plantea votar al candidato conspiranoico Robert Kennedy, muy probablemente como castigo ante el desencanto que provoca el nuevo enfrentamiento entre Biden y Trump, pero por quién votarán (y si votarán) esos jóvenes en noviembre es una incógnita. No son muchos, pero en una elección reñida que se decide en un puñado de estados, pueden tener la llave como cualquier otro grupo.

Un buen ejemplo de esto es Michigan, un estado donde Biden tiene que ganar sí o sí para ser reelegido y donde hoy su ventaja de cuatro puntos sobre Trump en 2020 se ha convertido en una desventaja de cuatro puntos. Allí Robert Kennedy tiene a día de hoy una intención de voto del 19% entre los menores de 30 y, si este no se presentara, votarían decisivamente por Trump por 27 puntos de diferencia.

3- El verdadero problema de Biden está lejos de los campus

Tradicionalmente las cuestiones de política exterior han tenido una importancia modesta en las elecciones presidenciales en EE. UU., y Gaza no es todavía un problema interior como lo pudo ser Vietnam o la invasión de Irak. Es importante remarcar el “todavía”: hay una razón por la que FOX News y los medios conservadores dedican mucho tiempo a hablar de esas protestas. El desorden, la anarquía, los enfrentamientos con la policía… ese tipo de cosas le han ganado muchas elecciones al partido republicano.

“La ley y el orden”, desde la campaña de Nixon en 1968, está en el centro de los mensajes republicanos. Las apelaciones a una “mayoría silenciosa” que no se manifiesta, que no grita, que no reclama, que no quiere jaleo… han resultado muy efectivas, también para Trump, junto con las consiguientes propuestas de “mano dura” para restablecer el orden. Si las protestas ganan en violencia y se convierten en grandes disturbios con mucha intervención policial (no lo parece), el gran peligro para Biden no estará en los manifestantes sino en los votantes independientes que los ven desde casa.

Esos votantes, que no se declaran ni republicanos ni demócratas, fueron los que ganaron para Biden las últimas elecciones. No son un 5% del electorado como los estudiantes universitarios, sino un 25%, y representan el margen de victoria en todos los estados. En 2020 votaron por el hoy presidente con 13 puntos de ventaja y hoy están divididos entre Trump y Biden, aunque el 60% de los que viven en swing states dice que votaría al “independiente” Robert Kennedy.

Esos votantes suelen empezar a pensar en las elecciones poco antes de que se celebren, quizás después del verano, y suelen también prestar más atención a la economía a la hora de decidir su voto. Sin embargo, a través de la historia han sido sensibles al argumento de “orden frente a las protestas” que innumerables líderes republicanos han explotado en las elecciones del último medio siglo. Probablemente Biden piensa en ellos cuando dice que “existe el derecho a protestar, pero no a crear el caos”, buscando un equilibrio difícil.

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