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Goodbye 2024, Welcome 2025

Goodbye 2024 - DA

Este 2024 que ahora concluye ha superado con creces las expectativas informativas que de él esperábamos.

Todavía con la resaca de la nochevieja Claudine Gay, la primera persona de origen afroamericano en ser rector de Harvard, presentaba su dimisión el 2 de enero por unos turbios asuntos donde se conjugaban acusaciones de anti-semitismo y el plagio académico. En cualquier otro contexto tal noticia hubiera tenido un recorrido informativo de calado, pero la intensidad informativa de este año motivó que se desvaneciera a los pocos días. Algo similar a lo ocurrido en Joliet, Illinois, el primer tiroteo que causó el masivo asesinato de ocho personas a finales de ese mismo mes.

Pero este tipo de acontecimientos han pasado a ocupar un segundo o tercer plano debido al singular protagonismo de las elecciones para elegir a quien será el 47º presidente de los Estados Unidos.

Donald Trump, 47º presidente de los EE.UU.

Donald Trump, especialmente madrugador al anunciar en noviembre del año anterior su intención de presentarse a liderar el partido republicano, debió enfrentarse en febrero al primero de sus juicios y rehusó acudir a los debates con el resto de republicanos que optaban a la nominación del partido. Salió elegido, los republicanos mostraban así su convencimiento de que finalmente sería Biden el candidato demócrata y Trump lograría derrotarlo en esta ocasión. El presidente Biden, por el contrario, tardó en desvelar sus intenciones y hasta el mes de abril no hizo oficial su candidatura. La apuesta demócrata tenía que ver con el hecho de que, siendo Trump el candidato republicano, Biden volvería a derrotarlo tras el cúmulo de irregularidades cometidas por el expresidente en los últimos cuatro años. En cualquier caso, y no sin razón, hubo quien quiso ver un extravagante día de la marmota con dos candidatos en su senectud.

Kamala Harris, candidata del Partido Demócrata en el año 2024.

Con las cartas repartidas, la campaña electoral se adelantó a su natural oficialidad y a finales de junio se celebró, mucho antes de las también naturales fechas establecidas, el primer debate electoral. Ocurrió lo que muchos, responsables demócratas incluidos, predecían: un vacilante Joe Biden, impreciso y dubitativo en sus intervenciones fue vapuleado por Donald Trump. Las alarmas se encendieron en los cuarteles demócratas, pues si algo dejó claro su actuación durante el debate fue que su candidato ni estaba en condiciones de gobernar ni ganaría las elecciones. El intento de magnicidio contra Trump el 13 de julio precipitó la renuncia de Biden a la carrera presidencial pese a sus reticencias y resistencia a dejar paso a otro candidato como le solicitaban desde su lamentable actuación la noche del 27 de junio.

Mitin de apoyo a Kamala Harris.

La vicepresidenta Kamala Harris fue la elegida para enfrentarse a Trump, y reavivó las ilusiones demócratas cuando recortó, e incluso superó, la ventaja del republicano. Todo apuntaba a unos resultados electorales ajustadísimos y una noche electoral de infarto; sin embargo, los resultados que ofrecían los primeros recuentos no dejaban lugar a la duda: la victoria del republicano resultaba contundente e inapelable.

Resultados de las elecciones presidenciales en EE.UU.

Trump vencía en los siete estados bisagra, también la superaba en algo más de 2.000.000 de votos populares, además de mejorar llamativamente sus resultados respecto a las elecciones de 2020 en los feudos demócratas. Se hacía con la mayoría del voto étnico y de mujeres blancas y, aunque los jóvenes continuaron votando demócrata, la diferencia se reducía de los 25 puntos obtenidos por Biden en el 2020 a unos escuálidos 4 puntos, algo similar a los porcentajes de las mujeres negras y latinas. Lograba, en definitiva, hacerse con 312 votos electorales, 6 más de los conseguidos por Biden en las elecciones anteriores. Tiempo habrá de analizar si lo ocurrido el pasado noviembre fue una victoria de Trump o una derrota de Harris.

Simpatizantes del Partido Republicano.

En cualquier caso, la incontestable victoria otorgaba a Trump, además de la presidencia, un absoluto dominio sobre el Partido Republicano. Prueba de ello es el atípico gabinete que ya ha presentado, en el que ha primado más la fidelidad a su persona que la apriorística preparación para el cargo. Queda por ver hasta qué punto podrá llevar a cabo sus propuestas —¿amenazas? — electorales, como la masiva deportación de emigrantes indocumentados o la salvaje subida de aranceles, por citar tan solo las dos más voceadas. Sin duda, el 2025 que está llamando a la puerta resultará, con Donald Trump en la presidencia, tan intenso como este caduco 2024.

No me queda sino desear unas felices fiestas navideñas y un próspero 2025 a los lectores de Diálogo Atlántico y cuantos de una u otra forma se relacionan con el Instituto Franklin-UAH.

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