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Special Forces: de Carchuna a Fort Bragg

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A poco menos de un kilómetro al sur de la localidad granadina de Carchuna y a unos ochenta metros de la línea de costa, se puede hoy visitar el deteriorado Castillo o Fuerte de Carchuna. Esta fortificación, en mayo de 1938, era un campo de prisioneros en el que se hallaban recluidos más de trescientos combatientes republicanos procedentes en su gran mayoría de la caída del Frente Norte de Asturias, que purgaban su captura realizando trabajos forzosos de fortificación, carreteras u otros análogos, como un aeródromo militar en aquella zona. El Estado Mayor de la 71ª División del comandante Bárzana, diseñó una acción de rescate cuya ejecución material debía llevarse a cabo por una agrupación mixta dirigida por el teniente neoyorquino William E. Aalto, hijo de una activa miembro del Partido Comunista Finlandés, lo que influyó en que el joven Bill se afiliara tempranamente a la Young Comunist League norteamericana. El 17 de febrero de 1937 Aalto llega a España, encuadrándose inmediatamente en las Brigadas Internacionales, donde desarrolla una importante labor en la formación e instrucción de unidades guerrilleras, con la supervisión de instructores soviéticos. A finales de 1937 participa en la Batalla de Teruel y se consolida su actividad de comando junto con otros compatriotas como Goff o Kutzlisch.

La exitosa operación de exfiltración de Carchuna, al margen de su indudable valor como muestra de audacia, inteligencia y arrojo de sus intérpretes, tiene sin duda un significado que va más allá del propio de la maniobra. Al margen de la dirección de la operación que, como acabamos de señalar, fue encomendada al brigadista norteamericano Aalto, en ella también intervino otro estadounidense, Irving Goff, hijo de padres judío-rusos procedentes de Odessa, quien destacó pronto por su extraordinaria condición física, obteniendo galardones de body builder y participando en compañías de acróbatas y danza, hasta que comenzó a organizar el Partido Comunista en Nueva York. En abril de 1937 llegó a España, donde se especializó en el desarrollo de operaciones de comandos –voladura del puente de Guadalaviar, en Albarracín; la destrucción de un convoy militar cargado de soldados italianos del CTV en la línea ferroviaria Córdoba-Los Rosales, o la captura de todo el Estado Mayor de una división franquista en el sector de Tremp– y cuyas acciones sirvieron de inspiración a Ernest Hemingway para escribir Por quién doblan las campanas, obra por cierto que no agradó excesivamente a Goff. Se especula también, aunque sin constatación expresa, con la intervención del neoyorquino también de origen judío Alex Kutzlisch, que había formado parte durante la primera mitad del año 1937 del destacamento de Ungría –posteriormente aparece relacionado con el empleo de teniente en la relación de oficiales de una misteriosa brigada guerrillera compuesta por brigadistas bajo el mando de Louis Cordes en julio de 1937–  siendo especialmente valorado en la unidad por su arrojo en ocasiones temerario. Refiere en sus memorias el fundador de las operaciones especiales soviéticas, Ilia Starinov, que habiendo sido herido en una infiltración, fue rescatado y atendido por una familia española, enamorándose de la hija, Conchita, que se unió al grupo de Kutzlisch, el cual, poco después sería sorprendido por una brigada móvil rebelde, capturado y fusilado.

Pues bien, terminada la Guerra Civil, Aalto y  Goff, entre otros,  fueron reclutados por la Office of Strategic Services (OSS) en 1942, muy probablemente a instancias del que fuese último comandante de la Brigada Lincoln, Milton Wolf, quien no dudó en cooptar a numerosos brigadistas para la incipiente organización norteamericana, como Milton Felsen, Vince Lossowski, Bernard Knox o Alfred Tanz. Recuérdese que la OSS, creada mediante una orden militar proveniente del Presidente Roosevelt el 13 de junio de 1942, fue el primer organismo encargado de  recopilar y analizar información a instancias Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos durante la II Guerra Mundial en aras de llevar a cabo operaciones especiales no asignadas a otras agencias, a través de la formación de combatientes indígenas para acciones de sabotaje, infiltración y exfiltración (sudeste asiático), de la acción directa mediante grupos operativos (OG) OSS que se internaban tras las líneas enemigas para obtener información, realizar acciones de sabotaje y guerrilla (Operación Jedburgh) o en operaciones de la captura de objetivos de alto valor como espías o jerarcas nazis (La Operación Cruz de Hierro tenía como objetivo al mismísimo Adolf Hitler). Repárese que estos grupos operativos eran coordinados en el seno de la OSS por el coronel Aaron Bank, al que se considera el fundador de las fuerzas especiales en el Ejército de los Estados Unidos, cuando organizó en 1952 el 10º Grupo de Fuerzas Especiales, integrado en una considerable proporción por antiguos miembros de la OSS. Consecuentemente, esta primera unidad de Fuerzas Especiales así como las ulteriores que se fueron creando, fueron receptoras, a través de los brigadistas integrados en la OSS, de las doctrinas y enseñanzas recibidas por éstos durante su etapa en las unidades guerrilleras republicanas. Como muy acertadamente explica el coronel Rubio Damián, –ex-director de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales– la historia nos depara un paradójico bucle temporal al comprobar como el Ejército Español de la década de los cincuenta creó este tipo de unidades inspirándose en el modelo norteamericano desarrollado durante la Guerra Fría, tributario a su vez de las embrionarias unidades de guerrilleros republicanos.

Una vez acabada la II Guerra mundial, rechazado de las unidades de élite y expulsado del Partido Comunista estadounidense por su declarada homosexualidad, estudió poesía en la Universidad de Columbia, sumiéndose en una dinámica de viajes por Europa, alcoholismo y  tormentosas relaciones con otros intelectuales, hasta su muerte por leucemia en 1958. Su cuerpo descansa en el cementerio de Long Island. Su amigo y compañero Goff, continuó su actividad política en Nueva Orleans, radicalizando su discurso político. Murió en Los Ángeles en 1989, descansando su cuerpo en el cementerio militar de Arlington.

Escrito por Raúl C. Cancio Fernández, doctor en Derecho, académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y letrado del TS. Es autor del libro España y la Guerra Civil Americana o la globalización del contrarrevolucionismo. 

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