Los votantes latinos no son los únicos que están cambiando el panorama político de Estados Unidos. Al otro lado de la barrera, elección tras elección, va creciendo el número de apellidos de origen hispano que ocupan cargos en todos los niveles del Poder Ejecutivo y Legislativo estadounidense.
Uno de los puestos de mayor nivel que ya ha contado con representación latina en varias ocasiones es la Tesorería de Estados Unidos. Con el Gobierno de Obama, Rosa Ríos, de familia mexicana, se convirtió en la sexta mujer latina que ocupaba este cargo. Otra de las mujeres que rompió barreras al convertirse en la primera gobernadora latina de la historia del país, es Susana Martínez, de Nuevo México, uno de los territorios de mayor población hispana.
En el Senado podemos encontrar a uno de los líderes más mediáticos y reconocidos en los últimos meses, Marco Rubio, senador por Florida, que comparte escaño con otro político de origen cubano, el senador Robert Menendez. En la Cámara de Representantes podemos encontrar muchos más representantes de descendencia hispana, sobre todo de distritos de los estados del Sur como Texas, Arizona, California, Florida, estados con una importante concentración de latinos.
Sin embargo, no sólo los países de Sudamérica están representados en la política estadounidense. España y Portugal también tienen su lugar en la cámara baja. El congresista demócrata representante de California, John Garamendi, nació y se crió en Estados Unidos, pero no puede ocultar su descendencia vasca en su apellido y su compañero de partido y estado, Jim Costa, expone con orgullo en su biografía ser nieto de inmigrantes de las Islas Azores.
Un panorama con tendencia a seguir creciendo, ya que se empiezan a ver nuevos posibles candidatos con descendencia hispana, como es el caso del sobrino y nieto de los expresidentes Bush, George P. Bush.
