Tras siete meses de divulgar semanalmente Diálogo Atlántico, parecía necesaria una evaluación de los contenidos publicados hasta el momento. Establecer un debate, un diálogo sobre lo que ocurre y afecta en ambas orillas del Océano ha sido el objetivo de esta publicación. Un diálogo de “diálogos” recoge así las principales ideas expuestas hasta ahora en este blog.
Si hiciésemos un análisis de los grandes medios de comunicación, comprobaríamos que los meses de estío son los mejores para echar la vista atrás y hacer un balance mesurado de lo acontecido en el mundo desde enero. Salvando las distancias, también quisiera, antes de cerrar mi participación hasta septiembre en esta publicación, recordar qué acontecimientos han marcado la línea argumentativa de este modesto púlpito al que hemos llamado Diálogo Atlántico. Después de veintitrés “diálogos” –como conocemos familiarmente a esta publicación semanal en el Instituto Franklin-UAH–, muchos han sido los temas explorados: Relaciones internacionales, economía, política, sociedad, cultura, hispanos… Todos examinados desde una perspectiva atlantista que pretende estrechar aún más las relaciones entre Estados Unidos y España. Una concordancia entre ambas naciones que sigue avanzando en distintos campos, como señalaba el embajador James Costos hace pocos días en una entrevista al diario El País.
Precisamente con esa colaboración bilateral comenzaba el primer “diálogo” del año 2014. La visita del presidente Rajoy a la Casa Blanca nos permitía comprobar que nuestras relaciones con Estados Unidos están en uno de sus mejores momentos –además de acreditar que nuestro presidente recibía de Barack Obama un importante respaldo a sus políticas económicas. A pesar de Edward Snowden y la crisis entre Estados Unidos y sus aliados europeos a cuenta del espionaje estadounidense, España y los EUA pueden considerarse aliados fiables. No siempre ha sido así, pues es innegable que cierto antiamericanismo ha existido en la sociedad española desde nuestra derrota en el 98. Figuras como la del presidente Adolfo Suárez se encargaron de establecer una plática fluida que se ha ido consolidando con el paso de los años. Incluso nuestra más alta representación institucional, el Rey Felipe VI, nos ha animado a seguir por la senda del entendimiento con esa nación con la que nos une –aunque muchas veces sea obviado y obliterado–, un pasado, una lengua, y una tradición común.
Los otros dos grandes temas que han ocupado este primer medio año largo de Diálogo Atlántico han sido la vida política estadounidense y las crisis internacionales a las que debe hacer frente la administración Obama. Aunque oscurecida en las últimas semanas por lo que está pasando en Irak y en Siria, la ocupación –y pérdida definitiva para Ucrania–, de la península de Crimea por Rusia, ha devuelto al mundo a los recuerdos más oscuros de la Guerra Fría. Acusado de una política exterior demasiado blanda, los últimos episodios internacionales han puesto a prueba la capacidad política como líder mundial del presidente Obama. La situación en casa no ha sido mejor. Con unas elecciones parciales a la vuelta de la esquina, Obama ha visto como los acuerdos bipartidistas que tanto ha buscado en áreas como la economía o la reforma migratoria han fracasado. El Partido Republicano puede hacer valer esas debilidades del presidente a nivel internacional como doméstico para, si es capaz de unirse, lograr el control de las dos cámaras del congreso y poner en serios apuros al POTUS. Antes de todo eso vendrá el verano, periodo en el que todo parece pararse, dándonos la oportunidad, por qué no, de dialogar sobre los “diálogos”.