Si hay algo que ha caracterizado a los Estados Unidos a lo largo de su historia es el escaso interés demostrado por las administraciones en la enseñanza de lenguas extranjeras. Comparado con otros países, los EE.UU. tienen una política de enseñanza de idiomas muy poco desarrollada. De hecho, y como muy bien señalan desde el Instituto Cervantes, en ese país no han implementado un currículo de enseñanza de lenguas extranjeras a escala nacional, en el que se detallen los objetivos, los métodos de enseñanza y los de evaluación. Es más, no existe ningún mandato federal que establezca la obligatoriedad de estas enseñanzas en ninguno de los niveles educativos. A nivel estatal y local, que es donde realmente se gestionan los contenidos curriculares, la importancia que se da al conocimiento de una segunda lengua varía mucho de un estado a otro y, por lo general, suele ser muy baja.
A pesar de todo, el aprendizaje del español en ese país no ha dejado de crecer. El MECyD señala dos factores favorables a este crecimiento: (1) la globalización de la economía y el auge de las naciones latinoamericanas de gran atractivo para los intereses estratégicos de Estados Unidos; y (2) la creciente influencia de la población hispana en la política, la economía y la cultura del país. Si las predicciones son ciertas, para el año 2050 cerca del 25% de la población estadounidense será de origen hispano. Estamos hablando de 106 millones de personas de un total de 438 millones. Con estos datos, los latinos se han convertido en un mercado muy interesante para las grandes compañías norteamericanas. Muchas de esas empresas ya se acercan a ese mercado utilizando anuncios en español, por lo que destinan mucho dinero a campañas publicitarias en nuestro idioma. En la actualidad, el mercado laboral estadounidense ya recompensa la habilidad de los trabajadores para comunicarse indistintamente en inglés y en español. Miles de estudiantes, hispanoparlantes o no, y pese al poco interés de las instituciones académicas estadounidenses, se matriculan cada año en clases de español.
En su artículo “Español y lengua hispana en los Estados Unidos de América” (2006), Francisco Marcos Marín reconocía el auge del español en los distintos niveles educativos estadounidenses, pero también en centros de educación no reglados –como las academias. A día de hoy, el número de estudiantes de nuestra lengua en Estados Unidos asciende a más de 7.000.000. Marcos Marín aseguraba también que el mercado no estaba saturado y que todavía había margen para un crecimiento de hasta el 60%. En el nivel universitario, por ejemplo, la enseñanza del español supera ya la de los demás idiomas modernos combinados. Dado este interés, no es de extrañar que España se haya convertido en lugar de llegada de numerosos estudiantes estadounidenses que quieren aprender o perfeccionar nuestra lengua. Con cerca de 27.000 estudiantes, España es en la actualidad el tercer destino preferido por los jóvenes estadounidenses para estudiar fuera de su país –solo por detrás del Reino Unido e Italia.
Queda por predecir el futuro de la enseñanza del español en los Estados Unidos. La profesora cubano americana Ofelia García en su artículo “La enseñanza del español como lengua extranjera” reconocía que hay varios factores que afectarán al futuro de la enseñanza de nuestra lengua en ese país. Por un lado hay que tener en cuenta el desinterés de las autoridades educativas de aquel país que, poco a poco, está cambiando. También hay que considerar la creciente y pujante comunidad hispana que demanda una educación bilingüe. Los latinos son un mercado muy interesante para las grandes empresas, cuyos empleados tendrán que dominar el español para dirigirse a ese segmento de población. Y finalmente el papel de España como motor de la enseñanza de su lengua, pero siempre en colaboración con los otros países con los que se comparte ese patrimonio lingüístico común. Una vez casen todos esos elementos, el futuro de la enseñanza del español en Estados Unidos estará asegurado.