No es casualidad que Hillary Clinton haya cambiado el “yo” por el “nosotros” en sus eslóganes. Tampoco es fortuito que se rodee de un público mayoritariamente afroamericano en su comparecencia tras los resultados del supermartes. En un discurso en el que se muestra más relajada, segura y receptiva, la “casi candidata” demócrata ha vivido este 1 de marzo como un antes y un después en su carrera a las primarias de 2016. Empieza el juego. El rival: Donald Trump. El equipo: afroamericanos y latinos.
Este supermartes se ha convertido en la votación a las primarias más diversa de la historia con un 31% del electorado procedente de las minorías, como así indica el Pew Research Center. En el partido demócrata, las minorías afroamericanas (ocho de cada diez) y latinas (67%) han impulsado deliberadamente la candidatura de Hillary Clinton. Desde su juventud a mediados de los años 60, Hillary se posicionó activamente por la lucha de los derechos civiles de la minoría afroamericana. Desde entonces, esta ha sido una de las líneas prioritarias que la han ayudado a posicionarse en un buen lugar en torno a esta minoría. Algo similar ha ocurrido con la minoría latina, encasillada en la desigualdad y falta de oportunidades, esta se acerca a Hillary con medidas próximas a las reformas migratoria y sanitaria, entre otras. Ya en 2008, superó a Obama en la captación del voto hispano. Se espera que ocurra lo mismo en 2016.
Los latinos ganarán protagonismo en los próximos meses en la campaña de Hillary. Esta escena, además, humaniza la imagen de la precandidata.
Sin embargo, la todavía precandidata demócrata evoca todo tipo de sentimientos encontrados en el pueblo norteamericano. Se trata de uno de los políticos más controvertidos de las últimas décadas por una trayectoria llena de éxitos y también de escándalos en los que su nombre ha estado de alguna manera presente. Su indudable experiencia y preparación, que tanto ha nombrado hasta la fecha en la campaña a las primarias, también la han hecho enfrentarse a distintas situaciones en las que se ha visto cuestionada su integridad. Es por ello, que la imagen negativa proyectada entre los norteamericanos alcanza el 52% para Hillary, más bajo que el 60% de Trump, pero alto comparado con el de Obama en 2008, que no superaba el 37% según Gallup.
En un combate Clinton Vs. Trump, el partido demócrata conseguiría la victoria a la Casa Blanca, pero con un estrecho margen de 3 puntos. En este caso, nos encontraríamos ante una carrera presidencial única con un “outsider” y una mujer. Desde luego, la campaña sería de un perfil aún más bajo, en la que abundarían los ataques personales. No será solo una cuestión del uso de su email privado, o incluso del caso Lewinsky – temas tan recurrentes como agotados. Habría cuestiones más delicadas.
“Lo que necesitamos hoy en EE.UU. es más amor y amabilidad”. Discurso de Hillary Clinton desde Florida en el que hace referencia en varias ocasiones a las propuestas de Trump.
Por el momento, centrémonos en los pre-candidatos. Por el lado demócrata el candidato necesita obtener 2.383 delegados para su nominación y Clinton solo ha conseguido 1.001. De igual manera ocurre en el partido republicano, Trump ha obtenido 316 de los 1.237 necesarios para la nominación con un estrecho margen con el segundo, Ted Cruz con 226 delegados. Así que no es posible hablar con certeza de candidatos por el momento. El mes de marzo y las votaciones en estados como Florida serán determinantes para esclarecer la carrera presidencial. Y las minorías, por supuesto.