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El movimiento feminista en la actualidad en EE.UU.

8 marzo

Los estudios sociológicos muestran que los EE.UU. son una sociedad más igualitaria en los presupuestos de género, pero menos explícitamente feminista. Se dan por hecho los logros de la segunda ola: oportunidades laborales, libertad sexual, métodos de contracepción, progresiva participación del varón en las tareas domésticas y la crianza de los hijos, y menor desigualdad laboral entre otros.

Las mujeres jóvenes no se auto-definen como feministas. Este sentimiento es especialmente prevalente entre mujeres blancas de clase media. Muchas jóvenes se distancian del feminismo por la mala prensa que el patriarcado ha impuesto a las feministas de la segunda ola: que todas somos lesbianas y odiamos a los hombres, que somos feas, que somos puritanas en nuestra sexualidad, que somos agresivas, que somos intolerantes, que somos fanáticas…

Si les preguntáramos, un gran número de mujeres jóvenes norteamericanas tendrían dificultades para definir qué es feminismo. Es posible que no conozcan la teoría y los conceptos propios del feminismo de la segunda ola, que les falte el vocabulario. La realidad es que la mayoría tiene una vaga idea de qué es el feminismo y defiende muchos de sus presupuestos clásicos, pero no ve la necesidad de involucrarse en el activismo político. El rasgo más llamativo de la nueva generación de mujeres es el individualismo. Su lema es el que proclama Naomi Wolf en Fire with Fire: “Whatever I do personally is political because I am a feminist”. Según esta lógica de pensamiento, las mujeres pueden decidir si están a favor del aborto o no; de tener sexo con quien les apetezca o no tener ninguno; de elegir sus diversiones y su aspecto. Se sienten empoderadas y lejos de la imagen de víctimas que a veces han asumido sus predecesoras.

Otro ejemplo actual llamativo sería la explotación estética de la propia imagen que hacen las Girls. Se puede usar maquillaje, ponerse ropas estrechas, llevar tacones y lucir escotes con una seguridad que antes no habíamos sentido. La razón de este poder, según las Girls, es la apropiación de la mirada masculina dándole un toque irónico y juguetón. Llevar maquillaje y transparencias puede hacerte sentir poderosa y sexy en ciertos momentos, pero ¿no es una forma de auto-engaño?, ¿hasta qué punto podemos las mujeres controlar la lectura que se hace de nuestra opción de indumentaria y de nuestro propio cuerpo? Por otro lado, ¿no es nuestra elección en las modas una forma de reinscribir la hiper-sexualización del cuerpo femenino?, ¿no adoptamos una especie de connivencia, de complicidad con la visión consumista de género de la ideología heteronormativa que impera en nuestra sociedad?

En mi opinión, todas las opciones son válidas, pero no podemos ignorar las limitaciones, los obstáculos, ni la violencia que las categorías de raza, clase, edad, religión, y preferencia sexual, entre otras, ejercen sobre millones de mujeres, millones de hermanas.

Os invito a plantearnos tres preguntas, como hace Carisa Showden, para reflexionar de una forma seria y crítica sobre nuestras decisiones:

  • ¿Es un acto / una decisión política?, ¿por qué?
  • ¿Es un acto / una decisión feminista?, ¿por qué?
  • ¿Es un acto / una decisión nueva o ya lo hicieron o lo intentaron nuestras madres?

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