En las últimas semanas hemos asistido a un sinfín de noticias atroces que nos mostraban como agentes de seguridad de Arabia Saudí habrían asesinado al disidente Jamal Kassogui en el consulado del reino en Estambul. Si bien es cierto que este hecho ha empeorado mucho la imagen del país saudí en todo el mundo, probablemente a quien más ha complicado el futuro no ha sido al Príncipe Bin Salman y a Arabia Saudí sino a Donald Trump y a los Estados Unidos.
Desde los atentados del 11 de septiembre la relación entre Ryad y Washington se ha complicado, en buena medida, por la laxitud de Arabia Saudí con el terrorismo de Al Qaeda. Por este hecho, todas las administraciones norteamericanas han mantenido una línea de disengagement buscando, con un éxito relativo, otros aliados como Qatar o incluso Irán.
La única excepción a esta tendencia ha sido, como no, el presidente Trump quien no solamente no ha mantenido esa política de alejamiento iniciada por Clinton, sino que ha vuelto a reforzar los vínculos con Arabia Saudí en general, y con la familia Al Saud en particular. Este acercamiento fue interpretado por Arabia Saudí como una “carta blanca” para poder actuar a su antojo y pocos días después de la visita de Trump a Arabia Saudí, Ryad lanzó un bloqueo sobre Qatar. Recientemente y como consecuencia del mencionado acercamiento agentes saudíes dieron muerte al disidente Jamal Kassogui entendiendo que las repercusiones internacionales iban a ser muy limitadas. ¿Por qué Ryad ha adoptado esta postura, y sobre todo, por qué Estados Unidos lo permite?
Militarmente: Si bien es cierto que Estados Unidos ha dado pasos para reducir la relación militar con hechos tan relevantes como el cierre de dos de las bases militares más importantes en Oriente Medio, Ryad sigue siendo el principal cliente de la industria armamentística norteamericana. Se calcula que en el año 2017 de los 55 billones de dólares que Estados Unidos obtuvo por la venta de armas en todo el mundo, 18 procedieron de Arabia Saudí y lo que es más importante en palabras de Donald Trump «I don’t like the concept of stopping an investment of $110 billion into the United States«. La afirmación es especialmente interesante ya que se realizó después del asesinato de Kassogui.
Energéticamente: Desde el punto de vista de la energía, Estados Unidos importa cada día 800 000 barriles de petróleo del Reino de Arabia Saudí. Se trata de una relación perfecta ya que en ella intervienen el primer productor mundial -Arabia Saudí- y el primer consumidor mundial -Estados Unidos-. Por este motivo, teniendo en cuenta la evolución del precio del petróleo de las últimas semanas, parece que el asunto Kassogui va a afectar poco o casi nada a la intensa relación energética de los Estados Unidos con Arabia Saudí ya que se trata de una relación de interés mutuo.
Económicamente: Además de la intensa relación armamentística y energética, los Estados Unidos también han desarrollado una fructífera relación comercial con el Reino de Arabia Saudí quien lleva a gala ser el décimo mayor poseedor de deuda norteamericana con un total de 166 billones de dólares. Sin embargo, ésta no es la parte más complicada de la relación comercial saudí-americana. Arabia Saudí ha sabido invertir en sectores estratégicos como en Sillicon Valley donde el capital árabe alcanza los 6.2 billones de dólares comprometiendo a negocios tan prometedores como Uber, Lyft, Tesla o Snap. Estos y otros negocios han recibido apoyo financiero del famoso Saudi Public Investment Fund que es controlado directamente por la familia Al Saud.
Si bien es cierto que el presidente Trump no desea poner mucha presión sobre Arabia Saudí, no es menos cierto que su margen de actuación es muy limitado ya que además de los condicionantes anteriormente mencionados, dos rivales como China y Rusia están a la espera de un movimiento en falso por parte de EE.UU. para asentar su relación con Arabia Saudí, un aliado atractivo a la par que peligroso. Sin lugar a duda, la evolución que adopte el reino será determinante no solo en su relación con Estados Unidos sino también en la estabilidad de Oriente Medio.
Escrito por Alberto Priego Moreno, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. Sus principales líneas de investigación son la Diplomacia, las Transiciones Políticas y la Seguridad.