Estados Unidos vive inmerso en una vorágine de acontecimientos más que trascendentales, no solo para el país, sino para todo el globo. Empezamos marzo con el supermartes y con los dos grandes partidos inmersos en sus primarias. El lado demócrata contaba con la supremacía de un presidente en ejercicio y, por tanto, de un Biden sin oposición real. Pero la realidad nos demostró que la guerra de Gaza le está restando electores potenciales al ya candidato Biden para su reelección. En estados considerados swing states como Wisconsin o Michigan, casi un 20 % del voto protesta puede ser un serio problema para el presidente y su campaña hacia la reelección. Este voto protesta, o de descontentos, se plasmó también a lo largo de todo el supermartes; no es de extrañar que para los votantes demócratas el presidente sea demasiado mayor y no consideren aptas para un nuevo mandato su agilidad mental y sus facultades. Muchos creen necesario un relevo más sólido, en cambio, el propio partido demócrata, sus dirigentes y el mismo Biden se ven como los únicos capaces de frenar el terremoto Trump que se avecina.
Estas semanas han sido las más intensas en la fase de primarias republicanas. El supermartes puso blanco sobre negro la candidatura del inevitable Donald Trump. La retirada de su rival republicana, Nikki Haley, tras el 5 de marzo, supuso que el expresidente viera su camino más despejado para volver a la Casa Blanca. Precisamente, la nominación matemática tanto de Trump como de Biden se consiguió hace unos días, la nominación oficial de ambos deberá de esperar a los meses de julio y agosto en las convenciones demócrata y republicana. Ambos, pues, han conseguido ya su objetivo inicial, que no es otro que reeditar el enfrentamiento en las urnas del año 2020. Justamente lo que no quieren los ciudadanos de Estados Unidos según demuestran las encuestas de los últimos días. Para el elector independiente y moderado, la reelección de Biden no gusta por su avanzada edad y la carencia en sus capacidades tanto físicas como mentales, pero del lado republicano, una segunda administración Trump asusta aún más que una reelección de Biden. Si algo ha demostrado marzo y sus primarias, ha sido que a los votantes moderados, a los tradicionales republicanos que aún existen y a los independientes no les gusta la idea de un Trump vs. Biden, pero, si hay que elegir, consideran que una segunda etapa de Trump como presidente sería una amenaza para la misma democracia del país.
Y mientras todo esto sucedía estas semanas atrás, la actualidad en Estados Unidos está marcada por decisiones judiciales, la política internacional, las guerras de Gaza y Ucrania, los tipos de interés y la reserva federal, por la crisis en la frontera sur y por una Kamala Harris que ha emprendido una gira interna por varios estados clave en Estados Unidos.
Respecto de las decisiones de los tribunales, la del Tribunal Supremo de Colorado acerca de vetar la participación de Trump en el proceso de primarias fue revocada por unanimidad del Tribunal Supremo del país, en una decisión que consideraba inconstitucional el fallo de la corte suprema del estado de Colorado. En cambio, seguimos esperando que el alto tribunal se pronuncie sobre la inmunidad presidencial y sobre el resto de los procesos judiciales que afectan al candidato y expresidente republicano.
Respecto de la política internacional de la administración Biden, viene marcada por la aprobación de urgencia de 300 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania, cifra alejada de los 3.000 millones previstos en el proyecto de ayuda a Ucrania, Israel y Taiwán paralizado por la Cámara de Representantes con mayoría republicana, y que sigue exigiendo, a cambio, un blindaje y el muro en la frontera sur. La guerra de Gaza sigue su curso sin una tregua a la vista, tal y como anunció Biden los últimos días. Pero la guerra de Ucrania sigue vigente y la ayuda militar norteamericana es cada vez más exigua. A ello, hay que sumarle la reelección de Putin en las falsas elecciones en Rusia, junto con las relaciones cada vez más complicadas con China y tenemos un panorama internacional de lo más inestable para la administración Biden.
Otro de los campos que hay que tener en cuenta estas últimas semanas es el económico; con una inflación estancada en el 3 %, una administración Biden presionando a la reserva federal para que rebaje los tipos de interés que están entre el 5.25 y el 5.50 y la reciente decisión de la reserva federal de mantener el precio del dinero, eso sí, anunciando una posible rebaja de los tipos para final de año. Desde la Casa Blanca miran con incredulidad esta posición, pues la situación económica es buena, pero la inflación hace que los ciudadanos perciban que la situación económica no mejora. Esto último es fundamental para la reelección del presidente Biden. Le podemos sumar esquivar un cierre parcial de la administración federal o shut down. El Senado aprobó, gracias a los senadores demócratas, un paquete de financiación federal que evita el cierre de la administración. La división republicana en el Congreso, esta provocando que los congresistas y senadores demócratas tengan que pactar con los republicanos para evitar problemas serios a la administración Biden. El reciente accidente portuario en Baltimore, será la siguiente prueba de fuego para la administración Biden. La promesa de reconstrucción del puente con fondos federales, deberá de contar con el visto bueno de la Cámara de Representantes.
Para concluir, nos encontramos con una reaparición de la vicepresidenta Kamala Harris. En las últimas semanas y días ha emprendido una gira por los denominados swing states con paradas en Illinois, Pensilvania, Georgia, Michigan o Wisconsin entre otros estados. Esta gira ha sido toda una sorpresa porque, hasta el momento, el papel de la vicepresidenta se había centrado en el tema de la migración desde centro América y algún desplazamiento internacional como a la cumbre del clima. Es precisamente esta estrategia la que se quiere rectificar para intentar mejorar la aceptación popular de una vicepresidenta que tiene unos índices de popularidad más bajos que los del presidente.
Tenemos pues un mes de marzo más que intenso, un final de mes más que entretenido y unos inicios de abril, tanto en el plano interno como en el plano internacional, más que relevantes para el devenir de Estados Unidos en este 2024 de elecciones presidenciales.