Hay cosas de las que Washington no es responsable

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Resulta que Estados Unidos sigue teniendo la culpa de un montón de cosas: ha provocado a Rusia astutamente para que el Kremlin haga locuras y Washington pueda vender más armas a los atemorizados europeos, ha llevado a los europeos a una rusofobia inaudita y acabará arrastrándolos al enfrentamiento con China. Hay muchas más acusaciones: ha retorcido el brazo a Sánchez para que pida la anexión del Sahara a Marruecos, ahora nos traerá a Rota más destructores que no queremos (¿?), un bonito regalo del español al “emperador”, y alienta a Rabat para que cree problemas en Ceuta y Melilla y nos debilite. Entre las cosas que se desempolvan con aire suficiente es que el gobierno americano amparó en los años ochenta un minúsculo movimiento separatista en Canarias para obligarnos a entrar en la OTAN aunque no nos apeteciera.

Contra estas acusaciones se puede argumentar. Calvo Sotelo no necesitaba que nos chantajearan porque estaba profundamente convencido desde que entró en política de que España debía ingresar en la OTAN –él fue quien nos llevó a ella, y atlantista confeso lo hizo en cuanto llegó a la presidencia. Quien incordiaba en esos momentos con el movimiento canario –lo viví– era Argelia más amiga a la sazón de Rusia que de Estados Unidos. Para los argelinos que le entregáramos el Sahara a Marruecos en 1975 había sido un escarnio, algo que los perjudicaba. Ahora nuestro presidente ha vuelto a encolerizarlos con el resultado que se conoce. De la locura canallesca de Ucrania hay un responsable: Putin. Se le puede dar la vuelta a la acusación, los ucranianos querían unirse a Europa y, aún teniendo que esperar, a la OTAN, nada de ello era fingido aunque resultaba algo que Putin no podía soportar. Él cree a pies juntillas que Ucrania no debía existir, lo ha manifestado, que se trata de una provincia rusa. Por último, es posible que más de la mitad de las naciones asiáticas estén deseando que Washington le plante cara a la ahora arrogante China.

La reunión de la OTAN en Madrid, en momentos en que la organización atlántica estaba “con respiración asistida”, es producto del mazazo alevoso de Putin y no al revés. Ante ayer el ruso saludó el principio del cónclave otánico bombardeando un centro comercial en Kremetchouk, probablemente un crimen de guerra, y rápidamente ha inventado otra patraña: en realidad, afirma, ha sido explosión de munición ucraniana almacenada, Rusia, dice, no tiene nada que ver. (Debe haber más de 40 muertos). Recuerda al bombardeo de Cabra por los republicanos en nuestra guerra en horas de mercado.

En Madrid se van a tratar varios temas cruciales, aunque Rusia será el principal. Varios gobiernos de la Alianza piensan que dentro de no mucho varios colegas empezarán a vacilar en la estela de lo que se le escapó a Macron y que ahora el francés se ha tragado: “No hay que humillar a Rusia”, es decir, que Ucrania no puede ganar y que firme la paz como sea. En Madrid varios gobiernos van a combatir este posible desfallecimiento con el argumento que no se puede ser más ucraniano que los ucranianos, que desean seguir luchando, y que no se puede recompensar al agresor: con Hitler, arguyen algunos, no se tenían remilgos sobre su humillación. Invadió y aniquiló, había que impedir que ganara. Rusia masacra ahora (Amnesty afirma que muchos de sus ataques son indiscriminados) y aniquila sin la menor base jurídica.

También se hablará del “desafío” chino, una fijación de Biden, y del inevitable incremento de los gastos de defensa. Solo ocho países de la Organización llegan al 2 % del producto nacional bruto para inversión en ese capítulo como se comprometieron todos. España es el farolillo rojo junto con Luxemburgo. Gasta un 1 % y Sánchez dice que va a llegar al 1,25. Es decir, que nuestra postura cicatera continuará para perplejidad de los otros que nos consideran “gorrones”. No sabemos si Biden le habrá dado un toque. Alegar que estamos embarcados en gastos sociales es pueril. ¿Y los demás países, de Noruega a Portugal, pasando por Holanda o Polonia, en que están concentrados, en juergas y fuegos artificiales?

Para más INRI nuestro, la OTAN da a entender que ante el lobo ruso hay que aumentar más allá de lo aceptado hace años. Anuncia conveniencia de pasar de 40 000 a 300 000 la fuerza de rápido despliegue en puntos cercanos a Rusia. La idea no será rechazada, pero es dudoso que sea implementada de la forma que se sugiere. Varios gobiernos, entre ellos el nuestro, remolonearán por lo costosa. Y a fin de año las promesas quizás, en parte, se difuminen.

Madrid anunciará la entrada de Suecia y Finlandia, dos “neutrales” a los que las dentelladas rusas han abierto los ojos. La OTAN, con el paraguas de Estados Unidos es más segura –Europa por sí sola es menos fiable como protectora– pero Turquía, con Erdogan de gran vendedor de alfombras y esperando obtener algo a cambio que ha conseguido, estaba momentáneamente torpedeando.

Sánchez, al menos, ya tiene la foto con Biden. Y eso le hará olvidar un tanto lo ocurrido el 19 de junio en Andalucía y sus desdichadas manifestaciones sobre los treinta muertos en la valla de Melilla. Debería pedir explicaciones públicas a Rabat pero es dudoso que lo haga.

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