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¡Hasta la vista, hispanohablante!

Hasta la vista, hispanohablante - DA

El uso del español en la campaña es más un guiño hacia el votante hispano que una herramienta de comunicación política real. De los 36,2 millones de latinos con derecho a voto en 2024, se estima que alrededor del 68% habla español en casa, lo que significa que aproximadamente 24 millones de votantes latinos utilizan el español en su vida diaria. Pero no todos estos votantes son monolingües en español; muchos de ellos son bilingües y también hablan inglés con fluidez. ¿Hasta qué punto será decisivo el español en la orientación del voto latino?

A pocos días de la apertura de los colegios electorales en Estados Unidos, los candidatos se enfrentan a una realidad indiscutible: el voto latino será uno de los factores clave para determinar quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Con más de 65 millones de hispanos, este grupo constituye la minoría más grande del electorado. De ellos, 36,2 millones tienen derecho a votar, y a muchos les gusta recibir información y mensajes en español. ¿O quizás no?

Un electorado en crecimiento

Para comprender el impacto del español en las elecciones, es importante analizar el crecimiento del voto latino. En las elecciones de 2020, aproximadamente 16,6 millones de latinos acudieron a las urnas, lo que representó un aumento significativo en comparación con elecciones anteriores. De cara a 2024, se espera que esta tendencia continúe, especialmente en estados clave como Florida, Texas, Arizona, Nevada y Nuevo México, donde los latinos representan entre el 20% y el 30% del electorado. Actualmente, se calcula que el 14,7% de los votantes estadounidenses es de origen hispano y más del 10% habla español con regularidad. La hispanohablante es, con diferencia, la minoría lingüística más mayoritaria del panorama electoral de los Estados Unidos.

Este crecimiento ha impulsado a los distintos candidatos a integrar el español en sus campañas. No es casualidad que figuras como Joe Biden, Kamala Harris y Donald Trump utilicen cada vez más el español en sus discursos, anuncios publicitarios y redes sociales. Tanto demócratas como republicanos saben que, para ganar en estos estados, es esencial captar el voto latino, y hablar su idioma parece un primer paso crucial para lograrlo. Pero, ¿hasta qué punto es esto cierto?

La conexión emocional del español

Qué duda cabe que, para muchos votantes latinos, especialmente aquellos de primera generación o inmigrantes recientes, el español es una parte fundamental de su identidad. Escuchar a los candidatos hablar en su idioma crea una conexión emocional y una sensación de inclusión. Frases como “Sí se puede”, pronunciada por Kamala Harris en diversos eventos, no solo resuenan por su contenido político, sino también por su poder simbólico.

Las campañas de 2024 han reconocido este valor. El equipo de Joe Biden lanzó anuncios publicitarios en español bajo lemas como “Nuestro futuro es ahora”, dirigidos a movilizar a la comunidad latina en estados con gran influencia hispana. Por su parte, Donald Trump ha hecho esfuerzos similares, centrándose en mensajes que aborden temas como la economía y la inmigración, ambos prioritarios para los votantes latinos.

¿Es el español un factor decisivo?

Más allá de estos eslóganes enlatados, el español se utiliza poco o nada por parte de estos candidatos, entre otras cosas porque todos ellos tienen como lengua nativa el inglés y es la que utilizan en sus mítines. Por otra parte, el español no es el único factor que influye en el voto hispano. Si bien es una herramienta poderosa para movilizar a los votantes y demostrar cercanía, los latinos son un grupo heterogéneo con intereses y preocupaciones diversos. Las generaciones más jóvenes, por ejemplo, pueden sentirse culturalmente conectadas con el idioma, pero tienden a preferir el inglés para recibir información política. Aunque el 68% de los latinos mayores de 5 años en Estados Unidos hablan español en casa, igual de cierto es que el 94% de los latinos nacidos en EE.UU. habla inglés con fluidez y gran parte de ellos no saben nada de español.

Son precisamente las cifras las que ayudan a explicar por qué el uso del español se ha instalado como un guiño recurrente hacia el votante hispano, pero no acaba de cuajar como herramienta de comunicación política propiamente dicha. De los 255 millones de estadounidenses que tienen derecho a votar el próximo 5 de noviembre, solo 9,3 usan el español como lengua principal, es decir, el 3,6% del electorado. ¿Es rentable, desde un punto de vista político, diseñar una campaña en español para una franja tan reducida del electorado? Probablemente no, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de ellos se desenvuelven muy bien en inglés. A pesar de que el voto hispano ayudará a inclinar la balanza en esta cita electoral, el español no será decisivo para movilizarlo.

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