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De «Ricky Martín» a Pau Gasol

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Esta semana comienzan “The Finals”, uno de los eventos deportivos más mediáticos del mundo donde se decidirá el campeón NBA del curso baloncestístico 2015/2016, los Golden State Warriors defenderán su anillo de campeón frente a los Cleveland Cavaliers, en lo que será una reedición de las finales de la temporada pasada.

Hoy en día es tan habitual encontrar noticias en cualquier medio que hagan referencia a algún jugador español en la NBA, que da la sensación de que siempre han estado ahí. Nada más lejos de la realidad, por el camino ha habido muchas historias de fracaso, miedos, incomprensión y sacrificio. Esta entrada es un particular homenaje a las personas que abrieron ese resquicio utópico para que otros, más tarde, se colaran e incluso triunfaran en ese universo reservado para unos pocos privilegiados.

Todo comenzó a fraguarse en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, cuando la selección española cosechó aquella histórica medalla de plata, dejando por el camino a la Yugoslavia del genio de Sibenic, Drazen Petrovic, y perdiendo la final contra la selección estadounidense donde jugaba un tal Michael Jordan.

En aquel equipo español militaba Fernando Martín Espina, nadie se podía imaginar que su actuación en aquellos juegos hiciera mirar de reojo al otro lado del Atlántico a la National Basketball Association. Durante su concentración con la selección en aquellas olimpiadas, Fernando no dejaba de recibir llamadas, ante la insistencia de estas y su desconocimiento del idioma pidió ayuda al por aquel entonces segundo entrenador español, al otro lado del teléfono se encontraba Jerry West (“alguien” en esto del deporte de la canasta), manager general de los Angeles Lakers, interesándose por su fichaje. Desde entonces, no pudo quitar de su cabeza la idea de abrirse paso en la mejor liga del mundo. Al año siguiente fue elegido, en segunda ronda del draft, en el puesto 38, por los New Jersey Nets.

El hecho de que un deportista europeo jugase en la NBA por aquella época era como enviar a un hombre a la luna, bastaba con pisarla, pero el carácter ganador de Martín hizo que diera el salto para competir con los mejores. Probó aquel verano en el campus de los Nets, pero la franquicia de New Jersey decidió no incluirle en su equipo. El sueño tendría que esperar.

Al año siguiente serían los Portland Trail Blazers los que se harían con sus servicios, su fichaje fue bastante polémico y tachado incluso de antipatriótico debido a las rencillas que mantenían NBA-FIBA. Esta última vetaba la participación en competiciones internacionales a los jugadores que militasen en la liga profesional norteamericana, –no es el último ‘ataque de cuernos’ de la FIBA ya que en la actualidad quiere excluir a las selecciones de jugar competiciones internacionales porque sus clubs están bailando con una más guapa-, pero todo eso no sería un impedimento para Fernando, su decisión ya estaba tomada.

El 31 de octubre de 1986 debuta en el Memorial Coliseum de Portland, fue el primer jugador europeo no formado en una universidad de EE.UU. (realmente fue el segundo, pero el primero fue un jugador búlgaro que he borrado de mi memoria), también sería el primer jugador que llevaría en su camiseta un acento sobre la “í” de su apellido. Este detalle demostraba su personalidad y, a la vez, echaba por tierra la campaña que algunos medios habían emprendido contra el jugador tras su “renuncia” a jugar con la selección nacional. El día de su estreno jugó solo los dos últimos minutos del partido y sin anotar ni un solo registro. Tras su primer año las estadísticas fueron bastante pobres: jugó solo 146 minutos y anotó 22 puntos. Los números daban igual. La gesta ya estaba hecha. Plantó la semilla ÑBA. Para muchas personas ese año fue una cura de humildad para Fernando, para otros, entre los que me incluyo, solo pensamos que aterrizó en el equipo equivocado. Al año siguiente, tras un fichaje multimillonario, volvía al Real Madrid donde el azar, o quizás el caprichoso destino, le haría de nuevo juntarse con Petrovic. La vida de estos dos genios fluyó de forma muy similar, tanto es así que ambos debutaron con el mismo equipo en la NBA. La mala suerte también quiso que ambos tuvieran el mismo trágico final, fallecieron en sendos accidentes de tráfico.

La conquista que comenzó en aquel verano de 1984, allanó el terreno para que muchos jugadores españoles probarán suerte con desigual fortuna. Pasarían 15 años hasta que el siguiente español pusiera rumbo a territorio americano. Fue Pau Gasol el que a la postre sería nuestro embajador más laureado; le siguieron los ‘playmakers’: Raül López, Sergio Rodriguez, José Manuel Calderón, Ricky Rubio; precursores del basket de talento que tanto alabamos hoy en día; sin olvidarnos de Rudy Fernández, que homenajeó en un all-stars a nuestro protagonista, Fernando Martín, mostrando la camiseta con la que jugó (los comentaristas pensaban que el homenajeado era Ricky Martin) siendo el primer europeo que participaba en el concurso de mates. Más tarde les siguieron entre otros Marc Gasol (los dos hermanos protagonizaron un histórico salto inicial en un partido de las estrellas); y los nacionalizados Serge Ibaka y Nikola Mirotic.

Hoy en día casi la totalidad de los equipos cuentan en sus filas con algún jugador europeo (hay más de 50, entre ellos 6 españoles) Fernando fue el pionero.

Escrito por Jose López Mansilla, colaborador del Instituto Franklin-UAH, su especialidad se centra en el campo de la programación, las nuevas tecnologías y el deporte. 

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