Mucho se ha dicho y escrito sobre las intenciones reformistas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en relación a la política migratoria de su país. Por lo general, la opinión pública ha venido preocupándose –y con razón– por sus intenciones de atrincherar al país americano contra las personas migrantes procedentes de países en vía de desarrollo. El argumento clásico esgrimido para legitimar estas políticas migratorias es el de la amenaza a la economía de la clase obrera americana y a la seguridad contra el terrorismo, que según el presidente Trump representa la migración irregular de los “pobres”, es decir, la de personas con bajos niveles de formación.
Pero llevado por su ímpetu nacionalista resumido en su ya célebre frase “America first”, el presidente Trump ha conseguido meterse en un jardín con la industria tecnológica de su país. Porque una cosa es que grupos de carácter progresista apelen a los derechos humanos de las personas migrantes, y otra muy distinta que las grandes multinacionales reclamen cuotas mayores de trabajadoras y trabajadores extranjeros, eso sí, cualificados.
En el primer discurso del presidente Donald Trump en el Congreso de los Estados Unidos, este arguyó la necesidad de proteger a las trabajadoras y trabajadores americanos y reforzar un sistema migratorio basado en la migración por méritos, aludiendo al sistema de selección de los inmigrantes cualificados. El reclamo era que las visas H-1B fueran otorgadas a los solicitantes más capacitados o con mayor salario y no por sorteo, que es como se ha venido haciendo hasta el momento. Durante su campaña presidencial, Trump dijo en algunos momentos que apoyaba las visas para trabajadores altamente cualificados y luego se manifestó contra ellas. En un debate llegó incluso a pedir que se cancelara por completo el programa, y argumentó: “Es muy malo para nuestros trabajadores y es injusto para nuestros trabajadores; y deberíamos terminarlo”. En estos momentos, y desde el 3 de mayo de este año 2017, la revisión de renovaciones de las H-1B está en standby. La controversia sobre este tema está hoy sobre la mesa.
Viéndose venir el impacto negativo de las medidas tomadas por el presidente Trump en relación a la revisión de las autorizaciones H-1B, empresas multinacionales como Apple, Facebook, Google, Intel, Netflix, Airbnb, Ubery Microsoft, Tesla, Adobe, HP y Evernote, entre otras, han manifestado públicamente su preocupación. Lo que dice mucho acerca de los posibles efectos adversos que esta reforma puede generar en la economía estadounidense.
Para comprender la dimensión del problema conviene describir brevemente la política migratoria del país en relación a las trabajadoras y trabajadores cualificados. Para empezar, el marco legislativo americano en materia de inmigración establece una significativa distinción entre inmigrantes y no inmigrantes. Las trabajadoras y trabajadores cualificados se incluyen dentro de la segunda categoría. Debido a la alta demanda que el país americano tiene de personal cualificado y científico, existen diferentes figuras de visados para este tipo de profesionales. El visado H-1B es la fórmula más común utilizada para la contratación temporal de este tipo de profesionales cualificados y se hace por sorteo. Cada año, y desde el año 1990, el visado H-1B tiene una cuota de 65 mil solicitudes, lo que es considerado por muchas empresas desde hace décadas como una cuota escasa. De hecho, en el año 2001 esta cuota tuvo que aumentarse a 195.000 personas. Esta categoría de visa se aplica a las personas que quieren prestar servicios en un campo especializado, servicios de gran mérito y aptitudes distinguidas para los proyectos de desarrollo o investigación cooperativa con el Departamento de Defensa (DOD, por sus siglas en inglés) o como modelo de alta costura o para publicidad. Gran parte de estas autorizaciones, un 62% en 2017, van a parar a grandes empresas de tecnología que son, precisamente, las que denuncian la escasez de mano de obra especializada en el sector. Todos estos tipos de visa requieren que la compañía en Estados Unidos diligencie primero una petición ante el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos (USCIS) del Departamento de Seguridad Nacional donde se acredite la cualificación de empleo y la necesidad de la contratación. Por lo que ya se trata de visas altamente selectivas en relación a la formación y cualificación. Por ello la medida inspectiva del modelo lleva a las grandes empresas contratantes de esta mano de obra a prever un encarecimiento de los costes –que ahora pueden oscilar cerca de los tres mil dólares– y una mayor lentitud en la gestión.
El desarrollo tecnológico y científico del país americano no puede explicarse sin la migración de recursos humanos científicos y tecnológicos procedentes de otros países de la OCDE y de países externos a la OCDE. Durante décadas los Estados Unidos han resultado ser los mayores competidores a nivel mundial de mano de obra cualificada por lo que han llevado a cabo numerosas iniciativas para la captación y retención de cerebros. Entre otras cosas, porque los Estados Unidos tienen un alto déficit de personas americanas doctoradas y tecnólogas de alta capacitación. Por tanto, no parecen muy razonables las limitaciones que el presidente Trump desea poner a la circulación de estos recursos humanos, que son los que precisamente convierten a los Estados Unidos en America, the best.
Estas medidas afectarán, cómo no, a las trabajadoras y trabajadores españoles que, como tantos otros profesionales altamente cualificados procedentes de todo el mundo, son fichados por las universidades, centros de investigación y empresas estadounidenses. Solo en el año 2015 se otorgaron 6.397 visas H-1B a ciudadanos españoles. Sobre el caso español, es importante considerar que Estados Unidos es el principal destino de nuestras científicas y científicos, lo que tiene un claro impacto en la producción científica española en cuanto que estos flujos permiten un alto nivel de colaboración entre ambos países en forma de publicaciones conjuntas. Si bien parece que el presidente Trump está especialmente preocupado por el uso que las empresas hacen del permiso H-1B más que el que realizan las universidades –hasta ahora sin límite cuantitativo–, convendrá estar atentos de cómo esto puede afectar también a aquellos científicos y científicas que solicitan cada año el paso de estatus de visas de estudiantes (visas F o M) o de intercambio (visas J) a visa de trabajador temporal (H-1B).