Usado en tratados internacionales, acuerdos con nativos americanos, nombramiento de embajadores y cónsules e invitaciones a líderes mundiales, entre otros usos, el sello de los Estados Unidos, también llamado Gran Sello, ha perdurado como marca del país norteamericano en sus relaciones con el exterior desde finales del siglo XVIII hasta el día de hoy. Un Gran Sello, al contrario que un simple sello, es la marca unificada del estado, nación u otra institución gubernamental de alto nivel para autenticar documentos aprobados por miembros de la más alta autoridad ejecutiva. Probablemente la idea de crear un sello de los EE. UU. provenga de la tradición europea, inspirado en los sellos que regían las más altas determinaciones de las grandes naciones del viejo continente. Así, en Inglaterra ya desde la principios del siglo XIII, con Juan I al mando, la firma del soberano venía acompañado de un gran sello.
El país norteamericano no vería un sello propio hasta los últimos compases de la Guerra de la Independencia, en concreto, el 20 de Junio de 1782, fecha en la que el Congreso aprueba el nuevo distintivo. En un principio, este servirá solamente para la Secretaría del Congreso Nacional y, especialmente, a quién se cree que fue su diseñador, Charles Thomson. No será hasta el 15 de Septiembre de 1789 cuando el Congreso aprobará el Gran Sello como representación del país a nivel internacional, cayendo la responsabilidad de este sobre el Departamento de Estado. Será pues el primer Secretario de Estado de la historia de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, el primero de su puesto en usar el simbólico sello.
El objetivo del Gran Sello era simple pero complejo a la vez: plasmar gráficamente los intangibles principios e ideales que imperaban en la nueva república. Es por esto que, aunque ha ido evolucionando a través de los siglos, el Gran Sello siempre ha mantenido la misma simbología. En su anverso, lo más representativo es el águila calva, símbolo nacional del país. En su pico porta una banda con el lema E Pluribus Unum (de muchos, uno). En cada una de sus garras porta dos poderosos símbolos: una rama de olivo con trece hojas en la derecha, y trece flechas en la izquierda. Mientras que cada flecha y hoja hace honor a cada una de las trece colonias fundadoras, ambos símbolos en su conjunto representan «el poder para hacer la paz y la guerra». En el centro del águila se sitúa un escudo compuesto de los colores de la bandera nacional. Al igual que en esta, las rayas rojas y blancas representan a cada uno de los estados fundadores, mientras que el azul simboliza la unión que rige todos estos.
Probablemente el reverso sea menos conocido para el público general, pese a que está presente en los billetes de un dólar estadounidenses. Lo más característico sería una pirámide, cuya base tiene tallados los números romanos MDCCLXXVI (1776), haciendo honor a la fecha de la Declaración de Independencia. En el último cuarto superior de la pirámide, la cúspide, con un ojo en su interior, se separa del cuerpo de esta, elevándose de manera espiritual. Dos lemas escoltan el reverso: Annuit Cœptis (Aprobar las cosas ya iniciadas) y Novus Ordo Seclorum (Nuevo Orden de los Siglos). De acuerdo a Thomson, la pirámide simbolizaría la «fuerza y perdurabilidad», mientras que la cúspide con el ojo en su interior alude a las múltiples interposiciones de la Providencia en favor de la Revolución Americana.
El sello de los Estados Unidos no siempre ha respetado el mismo diseño ya que ha ido evolucionando con el tiempo y adaptándose al contexto internacional. El primer Gran Sello pasará a la historia, entre otras cosas, por ser el que dio validez al certificado de otorgación de plenos poderes a George Washington en 1782. Sin embargo, se consideraba que este no era lo suficiente formal para la firma de tratados internacionales: era muy pequeño comparado con el del resto de potencias (poco más de dos pulgadas de diámetro), y su diseño era «torpe y desmañado». Sin embargo, este sería usado hasta 1841 en asuntos domésticos. En 1825 surge un nuevo diseño, más merecedor de representar a los Estados Unidos de América, en auge bajo el mando de James Monroe y su famosa doctrina. El diseño de Seraphim Masi sería el elegido, el cual duplicaba en diámetro a su predecesor. Este se caracterizaría por dar un aspecto bastante realista al águila calva, la cual incluso parecería estar descansando sobre la rama de olivo. Este sello fue utilizado, en su gran mayoría, para tratados internacionales, hasta que se puso fin a su uso en 1871, tras sellar el Tratado de Washington. Mientras que existieron variantes del dibujo de 1782 en 1841 y 1877, y de 1825 en 1871, estos no suponían un gran cambio en el diseño, sino que tan sólo añadían ciertos retoques.
1882 traería consigo el centenario de la creación del primer Gran Sello, y con él críticas a la escasa utilización que se hacía del diseño del supuesto reverso de este, de uso obligatorio por ley. Por ello, el Departamento de Estado encargó la creación de un nuevo diseño, tanto del anverso como del reverso. Esto dio lugar, en 1885, al que sería prototipo del de hoy en día: el sello de 1885 de Tyffany & Co. Debido a su aniversario, el sello se diseñó siguiendo rigurosamente los patrones del escudo de armas del Congreso Continental, de ahí su parecido a primera vista con el sello de 1782. Por desgracia, pese que había un diseño del reverso, este no llegó a ver la luz nunca. Sumado a esto, el estampado del anverso dejó de ser nítido en poco tiempo, lo que propició que sólo fuera utilizado entre 1885 y 1902.
Pese a este problema, el diseño de Tyffany & Co. fue ampliamente aprobado y mantenido por el Departamento de Estado. Será el sello del alemán Max Zeitler, el cual data de 1904, el que dará solución a los problemas de su predecesor, a la par que mantendrá fielmente su diseño original. Pese a que este sello ya no está en funcionamiento por su desgaste, ha servido de modelo para sucesores. Hasta la fecha, es el diseño de Tyffany & Co. el que ha acompañado la firma del Presidente de los Estados Unidos en documentos de carácter internacional. Quién sabe si dentro de trece años, en su 250 aniversario, los Estados Unidos apostarán por un nuevo Gran Sello.
- Patterson, Richard S. and Dougall, Richardson. The eagle and the shield : a history of the great seal of the United States. Washington D.C: Department of State publication, 1978.
Escrito por Daniel Bustillo Hurtado (@blogpluribus), doctorando en Estudios Norteamericanos por el Instituto Franklin – UAH. Graduado en Estudios Ingleses por la Universidad de Valladolid. Entre sus intereses destacan el estudio de la historia, cultura y sociedad de los Estados Unidos durante los siglos XVII, XVIII y XIX, así como las relaciones históricas con España durante estos periodos.