El próximo 6 de noviembre no sólo se elegirá nuevo presidente y vicepresidente en Estados Unidos. Los ciudadanos que acudan a las urnas también votarán por 33 senadores y los 435 miembros que forman la Cámara de Representantes. Aquellos que vivan en Montana, New Hampshire, Carolina del Norte, Washington, Indiana, Missouri, Delaware, West Virginia, Vermont, Dakota del Norte y Utah también elegirán a sus gobernadores.
Y los puertorriqueños tendrán doble tarea, ya que, además de votar para la gobernación territorial, decidirán a través de referéndum si quieren seguir siendo un Estado Libre Asociado a Estados Unidos y qué sistema quieren formar en caso de rechazar esa posibilidad.
De todas ellas, la renovación del Congreso es la más importante este año junto a la del Presidente. La Cámara Alta de Estados Unidos tiene un papel fundamental en la elaboración de las leyes y la independencia entre el poder Ejecutivo y el Legislativo hace vital que el Presidente cuente con mayoría en la Cámara para sacar adelante sus propuestas. Sin embargo, no sólo necesita una mayoría de partido, sino una mayoría de congresistas dispuestos a apoyarle, ya que la disciplina de partido en Estados Unidos es menos estricta que la de otros países como España, y los miembros de la cámara pueden votar en contra de lo que su partido estima oportuno.
Esta radical independencia es lo que lleva a Paul Ryan, por ejemplo, a hacer campaña a la vicepresidencia al mismo tiempo que busca ser reelegido congresista por Wisconsin. De perder las elecciones presidenciales y ganar las legislativas, Ryan ocuparía su puesto en el Congreso como viene haciendo hasta ahora. Si gana las presidenciales, se celebrarían otros comicios especiales en su Estado para elegir a su sustituto en la Cámara.
Pero Ryan no es el primer candidato que postula al mismo tiempo para dos puestos. En 2008, Biden hizo carrera hacia la vicepresidencia y siguió luchando por su puesto en el Senado. Lo mismo hizo Lieberman en 2000 cuando acompañó en la boleta a Al Gore y perseguía su escaño en el Senado por Connecticut o en 1960 Johnson al que, mientras hacía campaña por Texas, Kennedy eligió como running-mate.
No son sólo cuatro las personas que se juegan su futuro político el primer martes de noviembre, por eso todos los distritos de todos los Estados Unidos viven la cuenta atrás para una de las elecciones más reñidas de la historia.