Las revelaciones realizadas por el analista de la NSA Edward Snowden han puesto en entredicho la alianza entre Estados Unidos y sus socios europeos. La necesidad de reestablecer esa confianza estratégica parece ser una prioridad para la administración Obama. De forma parecida, España también ha tenido que recuperar el estatus de socio fiable para su aliado americano.
A nivel internacional, las alianzas se establecen para defender intereses comunes que se pueden ver amenazados por terceras partes más o menos hostiles. Se pueden establecer muchos tipos de alianzas, de corte económico, político o cultural. Son, sin embargo, las cuestiones estratégicas y de seguridad las más espinosas y las más difíciles de satisfacer entre países amigos. Cualquier duda en este ámbito puede ser calamitosa en la relación entre naciones, y la diplomacia puede tardar años en restaurar la confianza perdida.
España ha tardado casi diez años en recuperar de cara a la administración estadounidense el perfil de aliado fiable. En el encuentro entre el presidente Obama y el premier español Rajoy, el primero aseguraba que entre muchos de los temas tratados, el de la cooperación en materia de seguridad reflejaba las décadas de entendimiento entre ambos países. Una confianza que se perdió durante los años del anterior jefe del ejecutivo, Rodríguez Zapatero, con medidas como la retirada de las tropas de Irak, o la tibieza con la que la diplomacia española respondía a las provocaciones de Irán o Venezuela hacia los Estados Unidos.
El Ministro de AA.EE., García-Margallo, ha reconocido que entre los temas bilaterales tratados se planteó la posibilidad tanto de ampliar el número de contingentes que componen la fuerza de acción rápida desplegada en abril del año pasado por Estados Unidos en la base aérea de Morón (Sevilla), como prorrogar su estancia en España. Por otro lado, fuentes gubernamentales españolas han confirmado que Rota empezará a recibir a partir del próximo 11 de febrero el primero de los ocho destructores que comprenderán la parte naval del escudo antimisiles que EE.UU. desplegará en el Mediterráneo. Con este tipo de acciones, es lógico que Estados Unidos haya vuelto a depositar su confianza en el aliado español.
Quizás la cuestión pendiente de resolver es si España se puede fiar de los Estados Unidos. En su reciente comparecencia ante los estadounidenses, Barak Obama señalaba la necesidad de reestructurar el procedimiento en labores de vigilancia –no espionaje,– que la National Segurity Agency lleva haciendo desde los ataques de 2001. La exposición pública hecha por Edward Snowden sobre estas actividades ha minado la confianza que sus aliados –especialmente los europeos,– tenían puesta sobre los EUA. Obama insistía el pasado viernes en la necesidad de tender nuevos puentes con sus socios internacionales al mismo tiempo que se preservaba la seguridad nacional [3]. Con todo, restaurar estas relaciones puede que le lleve más años a Estados Unidos que lo que ha tardado España en volver a relacionarse con el gigante americano, pues la confianza debe ser siempre recíproca.