La cultura popular estadounidense es, a día de hoy, más popular –en el sentido de conocida–, que nunca. Durante el pasado fin de semana, los principales medios de comunicación españoles e internacionales se hicieron eco de noticias aparentemente tan irrelevantes como las predicciones de una marmota o la final de un campeonato de fútbol americano. El interés por lo estadounidense no acaba en estos acontecimientos anecdóticos. Son parte de una influencia cultural que lleva décadas siendo global.
Como marca la tradición, el pasado 2 de febrero, Phil, la marmota más famosa de Estados Unidos, vio su propia sombra al salir del letargo invernal. Los “expertos” que se encargan del cuidado del animal interpretan este hecho como que el invierno durará este año 6 semanas más. A pesar de que la fiabilidad de las predicciones del roedor y de sus antecesores no es muy elevada, 17 aciertos de 117 pronósticos, esta vieja costumbre de origen alemán reúne cada mes de febrero a cerca de 30.000 personas en la pequeña ciudad de Punxsutawney (Pensilvania). Tal es la popularidad de dicho animal y de su (muy probablemente equivocada) predicción, que se rodó una película basada en este acontecimiento, Atrapado en el tiempo, con Bill Murray de protagonista. Unas dotes adivinatorias las del roedor que, vaticinio a vaticinio, todos los febreros se hacen un hueco en los telediarios de medio mundo. Más que por su naturaleza, se trata de una curiosidad que es relevante porque viene de Estados Unidos. La verdad es que, pese a que a algunos pueda molestarle, tal y como muy bien señala el profesor Francisco Rodríguez, todo lo que viene de aquel país llama la atención y, yo añadiría, es susceptible de ser noticia.
La reputación de la marmota Phil seguro sería infinitamente mayor de ser capaz de pronosticar el resultado de otro evento que tuvo lugar el pasado fin de semana. El primer domingo de febrero es la fecha elegida desde 2004 para dirimir “la madre de todas las batallas deportivas”: la final de la Super Bowl. Este evento deportivo marcó en 2015 un record histórico en cuanto a seguimiento por televisión. Según la NBC, el partido que enfrentó a los New England Patriots contra los Seattle Seahawks fue seguido por 114,4 millones de espectadores en EE.UU. A estos habría que sumar los más de 600.000 espectadores que siguieron el partido en español por la televisión por cable. Comparados con los números de la última final del Campeonato Mundial de Fútbol (nuestro “soccer”) los números parecen no decir nada. Sin embargo, mientras que este segundo acontecimiento es un deporte mundial, el fútbol americano es un deporte nacional con, de momento, escasa proyección internacional. Pero en casa su popularidad es tal, que las estadísticas dicen que de los 116 millones de hogares norteamericanos, el 49,7 por ciento vio la final de la National Football League (NFL).
No voy a comentar el resultado, 28-24 para los Patriots, porque desconozco las reglas y normas de tan noble juego. Tampoco voy a entrar a valorar la actuación de la cantante Katy Perry en el descanso del partido, aunque se dice que fue de lo mejorcito de los últimos años. Y por supuesto que no voy a juzgar la valía de los anuncios emitidos, a 4,5 millones de dólares por cabeza, a mitad y en cada uno de los cuartos del partido, y que fueron desde el sentimentalismo, pasando por las curvas de Kim Kardashian, hasta la recuperación del personaje de Breaking Bad, Walter White. Sí quiero destacar una verdad difícilmente rebatible: la innegable influencia que la cultura estadounidense sigue ejerciendo en el resto del orbe. La marmota Phil, la Super Bowl y sus caros anuncios, Katy Perry, Breaking Bad, incluso la “celebrity” Kim Kardashian son iconos fácilmente reconocibles hoy para un creciente número de ciudadanos del mundo. Las políticas educativas españolas han hecho del aprendizaje del inglés un instrumento fundamental en la formación de nuestros estudiantes. Pero el aprendizaje de una lengua no es nada si no se enmarca en el contexto de la civilización que la practica. Muy a mi pesar, en este ámbito los “Brits” parecen haberle cogido, en España al menos, y no así en otros países, la delantera a los Estados Unidos. La cuestión es por cuánto tiempo seguirá siendo así.