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Bienvenido, Mr. Obama

860x520 31 Mar Bienvenido, Mr

Con su reciente visita a Cuba, el presidente Obama daba normalidad a las recientemente reestablecidas relaciones diplomáticas entre ambos países. La visita de los Obama ha tenido gran repercusión internacional, sobre todo en la América Latina más contestataria con las políticas estadounidenses. Es curioso que, sin embargo, haya sido en Estados Unidos donde más críticas recibiera la delegación estadounidense. En Cuba, la visita se ha seguido entre la esperanza de los que quieren cambios y la indiferencia entre los que rechazan cambiar el sistema.

Fue en enero de 1928 cuando Calvin Coolidge pisaba suelo cubano. Desde entonces y hasta marzo de 2016, ningún otro presidente en el cargo –Jimmy Carter lo hizo en 2011 muchos años después de haber abandonado la Casa Blanca,– había visitado la isla. La situación que Coolidge encontró en 1928 era bien distinta. Cuba –único país que visitara el 30º presidente,– y los Estados Unidos eran aliados y no existía el rencor ideológico que, por mor de la Revolución castrista y el posterior embargo económico estadounidense, ha mantenido distanciados a ambos países. Cincuenta años después del comienzo de las fricciones, Cuba sigue siendo una dictadura y Estados Unidos no ha levantado su bloqueo. Sin embargo, y casi por sorpresa, el 17 de diciembre de 2014, las autoridades cubanas y estadounidenses, con sus mandatarios a la cabeza, anunciaban que las dos naciones reanudaban sus relaciones diplomáticas. Pese a que las distancias políticas se mantenían, esta iniciativa marcaba un importante punto de inflexión tanto en las relaciones bilaterales de Estados Unidos y Cuba, como en la relación estadounidense con otras naciones de América Latina.

Los dos días que la familia Obama ha pasado en Cuba han dado mucho de sí. Guste o no entre las filas republicanas, la figura de Obama, a nivel internacional, sigue levantando interés por donde va y Cuba no ha sido una excepción. El POTUS se ha reunido con la oficialidad y con la disidencia, con los empresarios que están aprovechando la apertura del mercado cubano iniciada por Raúl Castro y con la Iglesia Católica, verdadera artífice del deshielo entre Washington y La Habana. Obama ha depositado flores a Martí y se ha fotografiado delante de un mural con el rostro de Che Guevara. Ha asistido a un partido del deporte rey tanto en Cuba como en Estados Unidos, el béisbol, que enfrentó a los Tampa Bay Rays, de Florida, y a la selección nacional cubana. Y, quizás lo más importante, se ha dirigido al pueblo cubano sin censura desde el Gran Teatro de La Habana. La visita del presidente estadounidense no ha dejado indiferente a nadie a ambos lados del estrecho de La Florida.

A pesar de que en las últimas encuestas una mayoría de cubano-americanos se mostraban favorables a la reanudación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, los republicanos Marco Rubio y Ted Cruz han criticado duramente la visita del POTUS al país caribeño. Ambos dirigentes han definido como “desgraciado” el viaje, porque sólo ha servido para legitimar una dictadura que viola sistemáticamente los derechos humanos. Del lado cubano, ha sido Fidel Castro quien, en una reciente carta publicada en el diario oficialista Granma, ha rebajado las expectativas que la visita del “Hermano Obama” había creado en la isla. El viejo mandatario ha acusado al presidente de hablar de hermanamiento y amistad mientras obviaba que la realidad cubana (la de Fidel, claro está) sigue marcada por el embargo, como si éste fuese la última causa de todos los males patrios. Pese a las críticas en EE.UU. y en Cuba, la visita ha marcado un antes y un después en la política exterior de Estados Unidos. En el lado cubano, sólo queda por ver cuánto tiempo tardarán las reformas políticas en implementarse. Obama no es Marshall, ni Cuba es Villar del Río. Pero los cubanos han agradecido el gesto con un sincero “Bienvenido, Mr. Obama”.

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