Contra muchos pronósticos, la derrota del Partido Demócrata en las elecciones legislativas del 4 de noviembre de 2014 no convirtió a Barack Obama en un “pato cojo”. En su decidida apuesta en la lucha contra el cambio climático, la batería de órdenes ejecutivas lanzadas por el presidente demócrata revela que su audacia sigue intacta.
Desde el comienzo de su primera legislatura, el presidente Obama está empeñado en una lucha contra el carbono plasmada en su Plan de Acción del Clima o en la ofensiva lanzada por el Gobierno federal para combatir el cambio climático cuando propuso recortes de hasta el 30% en las emisiones de carbono producidas en las centrales eléctricas, la acción más ambiciosa de las varias planteadas por el presidente Obama en la materia.
Las evidencias científicas siguen dándole la razón. Según varios informes, entre ellos el de la NASA y el de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), 2015 fue el año más caluroso jamás registrado. Los efectos extremos provocados por el calentamiento global fueron también subrayados en el informe anual de la Sociedad Meteorológica Americana (AMS). Como señalé en este mismo blog, dicho informe concuerda plenamente con las conclusiones alcanzadas en la cumbre del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas celebrada en Copenhague a finales de 2014.
Tres nuevos estudios publicados esta primavera en la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences, destacan los efectos que el aumento de gases y las temperaturas globales podrían tener en el futuro del nivel del mar, y ponen de manifiesto las complejas interacciones entre el clima, el hielo polar y los océanos del planeta.
El primer estudio llega a la conclusión de que pequeñas fluctuaciones de la temperatura han provocado cambios notables en los niveles del mar durante los últimos 3.000 años. Por ejemplo, cuando la temperatura mundial descendió sólo 0,2°C entre 1.000 y 1.400 años A. C., los niveles marinos descendieron unos ocho centímetros. Por el contrario, los niveles han subido casi 14 cm durante el siglo XX. Un segundo artículo, que utiliza medidas históricas, también ofrece resultados casi idénticos.
El tercer artículo, basado en una columna de sedimentos de 1.100 metros de longitud extraído de un fondo marino de la Antártida, arroja luz sobre las oscilaciones de las capas de hielo del continente hace entre 14 y 20 millones de años, cuando los niveles de CO2 en la atmósfera eran sólo ligeramente superiores a los actuales. Cuando el CO2 estaba en su punto más bajo, las capas de hielo se extendían hasta el fondo del mar en el sitio de la perforación. En los períodos en los que aumentaba la concentración de CO2, las capas de hielo se retiraban lo suficiente como para que las conchas de moluscos y el polen de las plantas litorales aparecieran en el sedimento. Eso ocurrió en momentos en los que el CO2 estaba por encima de las 500 partes por millón (ppm), unas 100 ppm mayores que la tasa actual. Todo ello es una muestra de que las capas de hielo son sensibles a cambios relativamente pequeños de CO2.
Mientras que el presidente y la inmensa mayoría de la comunidad científica siguen empeñados en cambiar las cosas, para el más que probable candidato republicano a las próximas elecciones presidenciales, Donald Trump, «El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos, para hacer que la industria estadounidense no sea competitiva»; por eso, los estadounidenses deberían concentrarse «en un aire limpio y hermoso. No en el caro y reventador de negocios calentamiento global. ¡Es una total mentira!»”, o, dicho de otro modo, «una absoluta, y muy cara, estafa»; y es que «Cualquier fenómeno natural es utilizado por los estafadores del calentamiento global, para justificar impuestos más altos y salvar al planeta».
¿Se imaginan a alguien como Trump impulsando los acuerdos del reciente Protocolo de París?