De acuerdo con el artículo 2 de la Constitución de los Estados Unidos solo existen tres requisitos para poder ser elegido presidente del país: haber nacido en el país, ser mayor de 35 años y haber residido al menos 14 años en el país. Sin embargo, existen otras reglas no escritas que han conformado el perfil de presidente en la historia de la presidencia de los Estados Unidos. Los hasta ahora 44 presidentes de la nación son hombres, cristianos, sin antecedentes criminales serios y heterosexuales, entre otros. ¿Se ajusta el futuro 45º presidente a este perfil?
Entre las reglas no escritas es necesario señalar que el candidato debe transmitir una imagen agradable, incluso atractiva de cara al electorado. Esto se considera fundamental desde la llegada de la televisión -como se demostró en el primer debate televisado de Kennedy frente a Nixon- y sobre todo ahora, en la era de la Comunicación, donde la imagen y la comunicación no verbal son incluso más importantes que el propio discurso. El candidato además debe contar con una solvencia económica holgada para poder desarrollar su campaña electoral -una carrera que debe contar con una media mínima de 12 meses entre primarias y presidenciales. En este sentido, influye también su perfil social. Esto es, la formación académica y la red de contactos bien posicionados son igual de importantes para escalar en la carrera para conseguir financiación y apoyos dentro del partido; así como contar con una familia que ayude a construir el personaje político que represente al estadounidense medio. Y si tiene antecedentes europeos, mejor.
Recordemos que lo que se busca primordialmente en el candidato es a un líder y como tal se le exige que cuente con dotes para ello: carisma, seguridad en sí mismo, oratoria. A Hillary, por ejemplo, se le acusa de carecer de carisma y de atracción de masas, y de no ajustarse al perfil de líder deseado.
¿Y su experiencia? También importa. De hecho, en los últimos sesenta años todos los presidentes electos han ocupado previamente algún puesto político o militar. En este caso, el candidato republicano Donald Trump sería una excepción. Por ello, la campaña de Hillary Clinton se ha basado en reivindicar que es la candidata más preparada de la historia, pero esto hasta el momento no le ha hecho conseguir votos.
El candidato deberá estar preparado para hacer campaña, para seducir y sobre todo para debatir. En el primer debate presidencial del pasado lunes, la gran mayoría de los medios de comunicación daban por vencedora a Hillary, quien sin duda cuenta con una larga experiencia en debates. Pero la lectura de los resultados es bastante subjetiva y aunque esta fuera bien preparada y experimentada, el margen en las encuestas sigue siendo de 4 puntos en favor de Clinton.
En definitiva, las características que deben aparecer en el perfil de cada candidato presidenciable están claras, pero todos estos ingredientes no son suficientes para llegar a la Casa Blanca. Lo principal será captar el voto popular e, incluso anterior al fenómeno Trump aseguraríamos que en la misma proporción, el apoyo del partido. De ahí el miedo a Trump. Se está cambiando las reglas del juego en muy corto espacio de tiempo. La rapidez de adaptación al contexto social es en muchos casos la clave del éxito en el desarrollo de estrategias electorales. Obama supo cómo utilizar las redes sociales e iniciar el «microfunding» -las pequeñas donaciones que transformaron la forma de hacer campaña. En este momento, los dos candidatos presidenciables son muy distintos entre ellos y entre los anteriores presidentes. Y de los dos, Trump parece cautivar más a un fenómeno social que está por estudiar.
En conclusión, la historia de los Estados Unidos está llena de “firsts”. No hay nada tan importante como el hecho de hacer historia. Así lo demostró Obama, el primer presidente afroamericano y primer presidente no blanco de la historia; o Kennedy, con menor impacto, como el primer presidente católico. En el pueblo estadounidense registrado para votar está la decisión de si su futuro 45º presidente será la primera mujer o el primer showman de su historia.