Las reiteradas declaraciones en materia de política exterior del candidato republicano a la Casa Blanca criticando a los aliados de Estados Unidos por no asumir su propia seguridad, por la necesidad de revisar la atribución financiera norteamericana a la OTAN y abogando por un menor intervencionismo a través de su eslogan “America First”, obligan a pensar en las consecuencias que de ello podrían derivar para la seguridad europea.
El repliegue del apoyo estadounidense a la OTAN supondría, además del incumplimiento del compromiso adquirido con los países aliados de asistencia mutua y defensa colectiva para la preservación de la paz y la seguridad, una significativa reducción de las capacidades de la organización debido a la trascendencia que las aportaciones norteamericanas suponen para su presupuesto (aproximadamente un 70% del total).
En este contexto, en que Europa encara dos frentes de profunda inestabilidad en sus flancos sur y este (que centraron buena parte de las preocupaciones de la Cumbre de Varsovia de la OTAN celebrada en julio de 2016), en plena crisis económica, con la incertidumbre de los resultados que el Brexit supondrá para la arquitectura de seguridad europea y atravesando una crisis de refugiados sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, la retirada del apoyo estadounidense a la OTAN provocaría innegables consecuencias para nuestra seguridad.
El deterioro de la seguridad y estabilidad en el flanco sur de la Unión Europea, la inestabilidad libia y la extensión del autoproclamado Estado Islámico por el norte de África y el África Subsahariana se han convertido en una de las amenazas más serias a las que se enfrenta nuestra vecindad más próxima. Los conflictos que tienen lugar en el norte de África y en Oriente Medio han trascendido sus fronteras nacionales y, tanto la crisis de refugiados como los recientes ataques de inspiración yihadista en Francia y Bélgica, evidenciaron repentinamente la vulnerabilidad de la seguridad europea.
Por su parte, el flanco este de la Unión enfrenta retos a su seguridad derivados de diversas acciones desestabilizadoras, como la anexión rusa de Crimea (no reconocida por los aliados), la presencia de tropas rusas en Georgia o Moldavia, la desestabilización de Ucrania y el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk, determinadas y agresivas violaciones del espacio aéreo o las provocativas actividades militares en los mares del Báltico, Egeo o Mediterráneo Oriental.
Todos estos desafíos que enfrenta la Unión Europea se producen además en ausencia de la imprescindible solidaridad y voluntad política de los Estados miembros para acordar sus prioridades y recursos en materia de política exterior y definir sus intereses estratégicos y securitarios, perjudicando significativamente la consecución de vías de solución a los retos que encara.
En definitiva, tal como se desprende de las declaraciones de Trump, una significativa reducción de las aportaciones financieras de Estados Unidos a la OTAN en el contexto de incertidumbre política, económica y securitaria que afrontan los Estados miembros significaría un hecho de imprevisibles consecuencias para la seguridad europea.
Escrito por Ana Belén Perianes Bermúdez, doctora en Seguridad Internacional. Miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Diplomados Españoles en Seguridad y Defensa. Coordinadora de Spanish Women in International Security.