“Llegaron don Quijote y Sancho al río Ebro, y el verle fue de gran gusto a don Quijote, porque contempló y miró en él la amenidad de sus riberas, la claridad de sus aguas, el sosiego de su curso y la abundancia de sus líquidos cristales, cuya alegre vista renovó en su memoria mil amorosos pensamientos” Don Quijote de la Mancha II, XXIX
En su camino desde la Mancha a Barcelona don Quijote y Sancho se encuentran el río Ebro, paso previo a su llegada a las posesiones de los Duques de Villahermosa en Pedrola e instante previo a su cambio de decisión y encaminar sus pasos hacia Barcelona en lugar de Zaragoza. En 1938 otro don Quijote norteamericano, forjador de historias que deseaba vivir para escribirlas y que intentaba escribir historias dignas de ser vividas se encuentra con este río y sus diferentes formas de cruzarlo. Ernest Hemingway.
Recientemente la editorial Libros del Zorro Rojo lanzó una edición ilustrada por Pere Guinard, con epílogo de Ian Gibson, de un pequeño cuento de Hemingway que publicó como crónica en 1938 y que nos introduce en el primer episodio que tiene que ver con puentes y retiradas protagonizado por Hemingway a través del Ebro. Se trata del cuento “El viejo y el puente”[i] que envió como crónica en abril de 1938 para la North American Newspaper Association (NANA). Teruel había caído en los últimos días de febrero de 1938 y el ejército nacional lanzaba su ataque hacia la desembocadura del Ebro en Amposta alcanzando el Mediterráneo en Vinaróz el 15 de abril. Los días siguientes las tropas nacionales giran hacia el norte. El domingo de pascua de 1938 (17 de abril) los habitantes de las poblaciones del delta son evacuadas y emprenden una huida desesperada hacia Barcelona. En el puente que cruza el río Ebro cerca de Amposta, Hemingway retrata aquella columna de refugiados hacia el norte. Un anciano sentado en el pretil del puente llama su atención, por su ropa roída, por su rostro de cansancio, por sus gafas de montura metálica doblada. Está exhausto, está cansado y le explica al escritor que lleva todo el día huyendo desde San Carlos de la Rapita, distante trece kilómetros desde el puente. Horas caminando que terminan en aquel puente del que no quiere moverse porque su preocupación está en los animales que ha dejado atrás: unas gallinas, unas palomas y un gato. Lamentablemente tristes son sus palabras sobre ellos. Los aviones nacionales no volarán ese día porque el cielo está cubierto y no podrán ametrallar a las columnas en su huida. Los animales han quedado a su suerte, pero el gato… ese sabrá valerse por sí mismo.
-Cuidaba a los animales – dijo con voz débil; ya no hablaba conmigo. − Solo cuidaba los animales.
Nada se podía hacer por él. Era el Domingo de Pascua y los fascistas avanzaban hacia el Ebro. Era nublado y gris, con techo bajo, y por tanto no se empleaba la aviación. Eso, y el hecho de que los gatos saben valerse por sí mismos, era toda la suerte que le quedaba a ese viejo.[ii]
Es de sobra conocida y documentada la intervención de Hemingway como corresponsal de la NANA en la Guerra Civil Española desde 1937.[iii] Había cubierto desde el Hotel Florida junto a su tercera esposa Martha Gerllhorn y a John Dos Passos (su amigo hasta el caso de José Robles Pazos) la batalla de Madrid, Jarama, Guadalajara y Brunete. Había filmado junto a Joris Yvens el documental The Spanish Earth para despertar las conciencias de las democracias en salvación de la República española, y había viajado en el invierno de 1938 al frente de Teruel en la que sería la batalla más cruel de la guerra. Tras la retirada de Amposta en abril, cansado y descreído, regresa a los Estados Unidos de América con el convencimiento de que la República española estaba viviendo sus últimos momentos y que el combate contra el totalitarismo fascista estaba en otro lugar.
Sin embargo, en julio del 38, el ejército republicano lanza la mayor y última ofensiva de la guerra sobre las posiciones nacionales del río Ebro. Cruzan el puente, se mantienen durante meses en la margen derecha del río a pesar del contrataque fascista que, empelando aviación, destruye la mayor parte de los puentes del río impidiendo así la retirada republicana. Hemingway decide regresar a España, al Ebro.
De este momento son dos de las más conocidas canciones de la Guerra Civil: ¡Ay Carmela! y Si me quieres escribir, y en ambas se alude al paso del río y la situación precaria de los puentes en caso de retirada republicana.
Si me quieres escribir
Si me quieres escribir ya sabes mi paradero
Tercera brigada mixta primera línea de fuego
(…)
Aunque me tiren el puente y también la pasarela
Me verás cruzar el Ebro en un barquito de vela.
Diez mil veces que los tiren, diez mil veces los haremos
Tenemos cabezas duras los del cuerpo de ingenieros.
¡Ay Carmela!
El Ejército del Ebro
¡Rumba la rumba la rum bam bam!
Una noche el río cruzó,
¡Ay, Carmela, ay, Carmela!
En este escenario nos situamos el 5 de noviembre de 1938. En muy pocas ocasiones podemos tener la suerte de tener documento gráfico de un acontecimiento como en el caso que nos ocupa. Una fotografía cedida por el Fondo Henry Buckley y depositada en el Archiu de l´alt Penedés nos muestra a seis hombres observando algo al otro lado de la imagen con un fondo de árboles y ramas en algún lugar de España. Afortunadamente podemos identificar a los protagonistas y el lugar. Comenzando de izquierda a derecha vemos a un miliciano, un oficial con gorra, un hombre que observa con unos prismáticos (identificado como Hans Khale, comandante del V ejército International y modelo de Hemingway para el Coronel Hans en Por quién doblan las campanas) las gafas, bigote y rostro inconfundible de Ernest Hemingway. Herbert L. Matthews (New York Times) tomando una fotografía y Vincent Sheean (New York Herald Tribune) encendiéndose un cigarrillo. La escena está retratada por Henry Buckley, periodista británico (que tras la segunda guerra mundial será el director de la agencia Reuters en España hasta su muerte en Sitges en 1972) y el lugar es Mora de Ebro, en el momento en el que los corresponsales extranjeros descritos observan la población desde el lado opuesto del río, junto a los restos del puente destruido por la aviación nacional. En el pueblo, Enrique Lister resiste en los días previos a la caída de la población (Mora de Ebro sería conquistado por los nacionales dos días después). Los periodistas, Hemingway a la cabeza, desean entrevistarle y para ello tienen que cruzar el río en una precaria barca de remos, un remero que apenas sabe lo que hace y con los aviones nacionales haciendo pasadas sobre sus cabezas. Buckley tomó la instantánea del momento previo y nos contó qué es lo que ocurrió inmediatamente después en su Vida y muerte de la República española.
Hablando del Ebro, no puedo dejar de contar una anécdota que nos ocurrió a un grupo de corresponsales cuando tratábamos de cruzarlo. Queríamos entrevistar a Enrique Líster, que con su división ocupaba posiciones al otro lado del río. Subimos a una barca cuatro corresponsales de prensa, Vincent Sheehan, Herbert Matthews, Ernest Hemingway y yo. En plena travesía nos dimos cuenta de que la corriente arrastraba nuestra barca hacia los restos de un puente que había sido destruido por la aviación nacional, con riesgo de naufragar entre aquellos cascotes. Añádase a esto los aparatos nacionales, que hacían pasadas rápidas sobre nuestras cabezas, y se comprenderá que nuestra posición no era nada cómoda. El soldado que remaba no parecía tener mucha idea de lo que estaba haciendo, así que Hemingway lo apartó de un manotazo, se sentó en su lugar, empuñó los remos y comenzó a remar con furia hasta que llegamos a la otra orilla. Así era el escritor americano: ponía el corazón en todo lo que hacía, lo mismo si se trataba de enseñar a unos milicianos a emplazar una pieza de artillería que de sacar de un apuro a un grupo de incautos colegas.[iv]
Tras el fracaso de la ofensiva del Ebro, Hemingway, el escritor que “ponía el corazón en todo lo que hacía”, abandona el país. Buckley, Sheean y Matthews, junto a Robert Capa y algunos otros, serán de los últimos periodistas extranjeros que acompañan a los refugiados a través de la frontera de los Pirineos en la retirada de Cataluña a partir de febrero de 1939. Hemingway ya tenía su momento digno de ser escrito y su puente destruido en un río literario como el Ebro que, a la manera de don Quijote, cruzó en una barca de remos.
[i]Hemingway, Ernest., El viejo del puente. Libros del Zorro Rojo. 2016
[ii] Hemingway, Ernest., El viejo del puente. Libros del Zorro Rojo. 2016 p. 10
“I was taking care of animals,” he said dully, but no longer to me. “I was only taking care of animals.”
There was nothing to do about him. It was Easter Sunday and the Fascists were advancing toward the Ebro. It was a gray overcast day with a low ceiling so their planes were not up. That and the fact that cats know how to look after themselves was all the good luck that old man would ever have.
[iii] Puede consultarse Preston, Paul. Idealistas bajo las balas.http://www.paulpreston.es/libro/idealistas-bajo-las-balas/
[iv] Buckley, Henry., Vida y muerte de la República española. 2017 pp. 301-302 Gracias a Paul Preston contamos con la publicación y traducción de esta obra fundamental para entender la República española a través de los ojos de Henry Buckley.