Como un niño en Navidad ante la venida de SSMM de Oriente, recordando sus buenas acciones y revelando sus mejores deseos para el nuevo año (y el futuro), así ha estado el presidente Barack Obama en su discurso a la nación de este pasado martes. Un SOTUS (State of the Union Speech) en el que el presidente ha hecho balance, como diría Mecano, de lo bueno y malo, de lo que le queda por hacer en este su último año como POTUS (President of the United States) y de lo que se espera de quién le suceda como inquilino/a de la Casa Blanca.
“We made change work for us, always extending America’s promise outward, to the next frontier, to more people. And because we did, because we saw opportunity where others saw peril, we emerged stronger and better than before.” Obama puede, como dice en esta cita sacada directamente de su último discurso sobre el estado de la nación, presumir de que los Estados Unidos están mejor que cuando él recibió el mandato presidencial de manos de George W. Bush. Pese a los temores de la Gran Recesión que comenzó en 2008, la economía del país vuelve a crecer (un 2% en el tercer trimestre del 2015) y el desempleo se situó el año pasado en un 5%, justo la mitad de la tasa más alta registrada bajo su presidencia en octubre de 2009. Aunque los ingresos familiares medios se han mantenido casi invariables en los últimos años, y muy lejos de las cifras de incremento anual de finales del siglo XX, y de que la pobreza sigue afectando a casi 47 millones de estadounidenses, la percepción de que la economía va mejor se nota hasta en los debates de los candidatos de las primarias republicanas y demócratas.
Obama ha hecho en su ya último discurso sobre el estado de la Unión un guiño a lo logrado en su presidencia y a lo que queda por hacer, independientemente de quien salga elegido/a presidente/a o controle el próximo Congreso. El presidente ha articulado su alocución entorno a cuatro puntos: (1) cómo conseguir que la recuperación económica llegue a todos los ciudadanos, y no solo a las clases pudientes y las grandes empresas; (2) cómo hacer que el desarrollo tecnológico y científico sea beneficioso para la humanidad y no se vuelva contra ella, como en el caso del cambio climático; (3) cómo salvaguardar la seguridad nacional y mundial sin que Estados Unidos se convierta en el policía del mundo; y (4) cómo buscar el entendimiento político, mostrando a la sociedad que se puede pensar diferente sin acusar al adversario político de ser antipatriota o de querer debilitar al país.
El discurso ha tenido un tono firme, pero mucho más distendido que el del año pasado – el presidente ha llegado incluso a arrancar sonrisas y tímidos aplausos de la bancada republicana; ha estado cargado de ejemplos sentimentales, como es preceptivo en esta ceremonia anual; y, sobre todo, ha sabido a despedida. Si el año pasado Obama se rebeló contra su designación como ‘pato cojo’, en esta ocasión, y ante la proximidad de las elecciones del mes de noviembre, ha querido marcar una hoja de ruta a su sucesor/a y al Congreso de Estados Unidos. Como en una carta (tardía) a los Reyes Magos, el POTUS ha pedido un entendimiento bipartidista que acabe con el embargo a Cuba, que apruebe una reforma migratoria, que permita el uso de la fuerza militar contra el EI, y que acabe, de una vez, con las encarcelaciones de Guantánamo. Si en su ‘Carta’ lo que pretendía Obama era marcar una agenda al futuro presidente o presidenta, de ser este Donald Trump –a quien no ha mencionado explícita, pero sí implícitamente,- difícil lo tiene. Desde niños sabemos que los Reyes Magos no nos traen todo lo que pedimos… aunque seamos el hombre más poderoso del país más fuerte del planeta.