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¿Qué ha cambiado desde la muerte de George Floyd?

ESPERANZA-BLM

¿Qué ha cambiado en la sociedad norteamericana desde que comenzó el movimiento Black Lives Matter? ¿Sigue latente su mensaje o, por el contrario, se ha debilitado u olvidado? La fuerza con la que arrancó este movimiento y su posterior auge a nivel mundial creó ilusiones y esperanzas puestas en futuros cambios sociales tras la concienciación nacional de la tremenda injusticia y racismo existente en Estados Unidos, un país cada día más fragmentado por las mismas, y que no parecen haberse hecho realidad.

Han trascurrido ya 18 meses desde que George Floyd fuera brutalmente asesinado el 25 de mayo de 2020 por el ahora convicto exoficial de policía del departamento de policía de Minneapolis, Derek Chauvin, quien mantuvo su rodilla oprimiendo el cuello de George Floyd durante más de nueve minutos mientras este se encontraba en el suelo con las esposas puestas suplicando le dejara respirar y finalmente causándole una muerte agónica, sin mostrar ningún tipo de sensibilidad ni arrepentimiento.

Si bien este tipo de acontecimientos no ha sido ni mucho menos el primero, sí lo han sido sus consecuencias. Tras la tremenda indignación nacional, testigos de aquel terrible asesinato, resurgió un movimiento social de mayor envergadura. Hoy en día, este movimiento, el BLM (Black Lives Matter) es reconocido como el mayor levantamiento social acontecido en el país, un movimiento fundado a partir de una etiqueta para redes sociales condensada en el hashtag viral #BlackLivesMatter. Nació en 2013 y fue creado por tres mujeres, Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tomei, en respuesta a la absolución del oficial de policía George Zimmerman tras el fatídico tiroteo que acabó con la vida de Trayvon Martin en Florida.

Pero fue a mediados de 2020 cuando este movimiento adquirió una extraordinaria fuerza y se convirtió en el imponente clamor unánime de millones de norteamericanos demandando justicia por las víctimas de la brutalidad policial y reclamando el final del racismo y la igualdad y equidad para los afroamericanos. El auge de este movimiento fue de tal magnitud que ya forma parte del inconsciente colectivo de todos los norteamericanos, llegando asimismo a manifestarse en protestas en todo el mundo, en países como el Reino Unido, Nueva Zelanda, Francia o Colombia entre otros.

Cabría esperar cambios esenciales en la sociedad norteamericana desde ese momento. Parece que sí los ha habido en las promesas de algunos políticos de retirar las estatuas de aquellos personajes relacionados con la esclavitud como gesto de alejamiento del racismo y la brutalidad policial hacia los afroamericanos. Como concesión al movimiento BLM, por ejemplo, algunos estados sureños retiraron su iconografía racista relacionada con los estados confederados, del mismo modo que NASCAR prohibió la exhibición de la bandera confederada en sus carreras motivado por las protestas del único afroamericano ganador de una de ellas, Bubba Wallace. Y, ayer mismo, 20 de octubre el ayuntamiento de Nueva York retiró la estatua de Thomas Jefferson que presidía la sala de juntas del consistorio.

Pero quizás el gesto de mayor trascendencia ha sido la firma del presidente norteamericano, Joe Biden, el 17 de junio de 2021, de una ley, aprobada por el Senado, que proclama el 19 de junio –Juneteenth National Independence Day, día que conmemora la emancipación de los afroamericanos en 1863– como fiesta nacional. Podríamos afirmar que esta conmemoración es lo más cercano al reconocimiento de un legado de esclavitud por parte de la sociedad norteamericana como parte de su realidad histórica; es el primer reconocimiento y celebración oficial del final de la esclavitud en los Estados Unidos, casi más de siglo y medio después del final de la guerra civil.

Sin embargo, aún queda mucho por recorrer. El pasado mes de septiembre, la policía de Dayton, Ohio, exigió a Clifford Owensby, afroamericano de 39 años, salir de su vehículo tras haber sido visto salir de una casa que estaba siendo vigilada por asuntos de droga. Durante 11 minutos Owensby intentó explicar que era parapléjico y carecía de movilidad para acatar el requerimiento policial. Finalmente, los agentes tiraron de él y le sacaron del vehículo a la fuerza tirándole del pelo.

Las ilusiones y esperanzas a las que aludíamos al principio permanecen rotas. El clamor ante la injusticia y el racismo no.

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