Rusia es culpable… Pero no esta vez

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En las últimas 24 horas asistimos atónitos a algo que en el día 266 de la invasión rusa a Ucrania, nadie llegaría a vislumbrar, pero tenía todos los visos de ocurrir: un estado miembro de la OTAN es atacado en su propio territorio. Polonia sufrió el impacto de dos misiles, acontecimiento que ha hecho planear el fantasma de la Tercera Guerra Mundial. Además, esto ha pasado cuando “el mundo” se encuentra reunido en el G-20 en Bali. Este análisis se realiza con el fondo de la campaña de desinformación en todo lo relacionado con Rusia y con versiones discrepantes entre las principales agencias de inteligencia. No obstante, podemos señalar 5 claves en torno al posicionamiento de los principales actores (Estados Unidos, China, Rusia, OTAN y Ucrania) y desgranar los intereses subyacentes relacionados con una escalada de violencia de consecuencias insondables.

  1. Estados Unidos

El presidente Biden (internamente cuestionado por las midterms, y al cual el incidente le pilló descansando), ha llamado a la prudencia. Inicialmente, ni siquiera la inteligencia estadounidense –una de las más eficaces del mundo– fue capaz de discernir qué había ocurrido y, por ello, se apeló a la cautela, intentando rebajar la tensión de las primeras declaraciones oficiales polacas. A lo largo del día de ayer, funcionarios estadounidenses y polacos determinaron que los misiles (S-300 de fabricación rusa) que causaron la muerte a dos ciudadanos polacos habían sido lanzados por Ucrania, quedando descartadas las consultas por invocación del artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte.

La conspiración sobre la ‘falsa bandera’ –que ya sobrevoló tras los sabotajes al Nord Stream– queda desechada a estas alturas, toda vez que Estados Unidos se ha posicionado desde el inicio de la invasión calculadamente equidistante a la hora de emprender cualquier acción, ya que está focalizado en otra cuestión perentoria para su propio interés hegemónico: posicionarse con respecto a China, su auténtico competidor sistémico. Las comunicaciones abiertas y fluidas entre Washington y Moscú apuntalan la negativa estadounidense a cualquier escalada.

  1. China

El gigante asiático sigue consolidando su posicionamiento global de la mejor manera posible: pasando desapercibido en los asuntos que competen a Occidente. Así, y tras haberse reunido Xi Jinping con el presidente norteamericano, trascendió el interés de ambos mandatarios en la necesidad de que “todas las partes deben mantener la calma y actuar con moderación”. China no está interesada en que el conflicto escale y descarta sin ambages una hipotética guerra nuclear, puesto que su política de neutralidad y no injerencia (principalmente en lo relacionado con Occidente), puede verse dañada por la joint venture que mantiene con Rusia, y agravada por su equidistancia respecto a la invasión rusa, además de las consecuencias de la COVID-19.

  1. Rusia

Rusia ha mantenido su versión inicial negando cualquier implicación en el asunto de los misiles. Además, consideró las acusaciones como una “provocación deliberada con el objetivo de escalar la situación”. Con la retirada rusa de Jersón la semana pasada, Rusia intensificó sus ataques contra Ucrania mientras se celebraba el G-20 (con la ausencia de Putin). Más allá del insaciable expansionismo que se ha repetido cíclicamente en la historia imperial rusa, tras la desintegración de la URSS, la ampliación hacia el Este de la OTAN fue percibida por parte de Rusia como una amenaza vital. Sin entrar a valorar que los estados soberanos pueden tomar libremente las decisiones que les plazca, Rusia emprendió la invasión de Ucrania teniendo en cuenta las repercusiones inexistentes que tuvieron la anexión de la Península de Crimea en 2014 y de Osetia del Sur y Abjasia (Georgia) en 2008. En 2021, Rusia cometió un inmenso error de cálculo, principalmente por no haber previsto la implicación que Occidente sí ha tenido para con Ucrania.

  1. OTAN

En el seno de la OTAN la tensión ha ido in crescendo desde el 24 de febrero. La agresión rusa encarnó los peores temores de los países del flanco este ante otros miembros de la Alianza (flanco sur) que no perciben a Rusia como su principal amenaza, sino que están focalizados en la inestabilidad del Gran Magreb-Sahel. Las reacciones de la OTAN han perseguido un doble objetivo: unidad inquebrantable y calma. Sin embargo, si atendemos a las primeras declaraciones de polacos y bálticos, estos “hermanos de armas” culparon a Rusia tal y como tuiteó el ministro de Defensa letón: “El régimen criminal ruso disparó misiles que apuntan no solo a civiles ucranianos, sino que también aterrizaron en territorio de la OTAN en Polonia”. Finalmente, las declaraciones de ayer del secretario general, Stoltenberg, consolidan la estrategia del apaciguamiento.

  1. Ucrania

Zelenski declaró ante la Cumbre del G-20 que “es el momento en que la guerra debe y puede ser parada”; las explosiones suponen “una escalada muy significativa” y “un ataque contra la seguridad colectiva”; “llevamos advirtiendo mucho tiempo. El terror no se limita a nuestras fronteras nacionales. Misiles rusos han impactado en Polonia”. Ucrania es el actor que más interés tendría en que la OTAN actuase, aunque en la dinámica de la Destrucción Mutua Asegurada, sería el peor parado. No en vano, actualmente, uno de sus mayores riesgos es la atacada central nuclear de Zaporiyia. Paradójicamente, situaciones como la acontecida ayer no le vendrían bien a Ucrania, ya que podrían poner en peligro tanto el amplio apoyo por parte de Occidente con armamento, información o ayuda humanitaria, así como alejar a Ucrania de un hipotético acceso a la OTAN.

El futuro no pasa por el botón nuclear. Este incidente debería servir para que la OTAN asuma que existe un riesgo real de escalada del conflicto, dada la cercanía de Ucrania con algunos países miembros. Sería conveniente que, ante una eventualidad similar –y para variar– la OTAN estuviera preparada y no transmitiera escepticismo ante sus propias capacidades. Además, hay otra cosa en juego y es que algunos miembros OTAN empiecen a cuestionarse su utilidad. Przewodów ha situado a Occidente como el adulto responsable que demuestra templanza, pero… ¿qué se hace cuando la disuasión no permite frenar al abusón del patio?

 


Escrito por Raquel Barras Tejudo, doctora en Seguridad Internacional y Relaciones Internacionales por el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado; European Master ‘s Degree on Human Rights and Democratisation por el European Inter-University Center; Politóloga (UCM). Miembro del Grupo de Investigación UNISCI y del Centro de Seguridad Internacional (UFV). Ha completado programas de postgrado en el IESE Business School y Georgetown University. Sus principales áreas de investigación son la seguridad internacional con especial atención al espacio Mediterráneo ampliado, Norte de África, Sahel, África Occidental; así como los aspectos de la seguridad relacionados con el crimen organizado, terrorismo, cambio climático, demografía y movimientos migratorios. Ha trabajado como asesora en el Congreso de los Diputados, en Presidencia del Gobierno de España, en el Departamento de Seguridad Nacional y, actualmente, en la Comunidad de Madrid.

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